Santa Cruz, 2.15 PM
Río Gallegos, Departamento de Hueraique, Santa Cruz
Marina Andreu vive en Río Gallegos, Santa Cruz, desde 2012 donde se mudó con su marido. Antes, vivió en La Plata, Buenos Aires, y trabajó once años en la sede central del Senasa. Para ella, la visión que se tiene desde Buenos Aires es distinta, la mirada cambia de lugar: “en el sur la producción de ovinos es la principal, es pujante y desde que estoy acá veo las cosas de otra manera” cuenta Marina y comparte su sentir: “en este lugar sos parte de la comunidad, estás trabajando en el Senasa y te ponés contenta cuando la producción va bien. La comunidad es pequeña. Por ejemplo, en un día fiscalizo animales en un campo y los que me recibieron me los encuentro en la escuela o en el club porque son los padres de un amigo de mis hijos”.
Ella es veterinaria y trabaja en el área de sanidad animal en el departamento santacruceño de Hueraique, donde se encuentra el 50% de la producción ovina de la provincia, la zona más productiva del país. El Senasa posee seis oficinas en la zona austral, de las cuales dos están en Tierra del Fuego. “Casi pegado a Chile, antes de cruzar el Estrecho, hay una oficina del Senasa, que es la más al sur de la Argentina en territorio continental. Trabajamos juntos, hay una simbiosis con la isla”, dice.
Ella aprende mucho de sus compañeros y cuando recién comenzó, fue Juan Ocampo quien le enseñó la mayoría de las tareas: “Me enseñó cuando por acá no había casi nada”, cuenta.
"Somos una enorme familia. Estoy convencida de que siempre va a haber un compañero que si en algún momento le golpeás la puerta de su casa, sea en Salta o en el sur, te va a abrir y recibir."
Marina Andreu
Marina está agradecida con el Senasa por lo poco o mucho que tiene. Gracias a su trabajo tuvo la suerte de conocer lugares, personas, actividades, que no hubiera conocido de otra manera.
“Creo que la base de las organizaciones somos las personas y yo espero poder seguir dando lo que esté a mi alcance porque me gusta lo que hago, hago mi trabajo con pasión. No querría irme, sino superarme”, dice Marina y completa: “somos una enorme familia. Estoy convencida de que siempre va a haber un compañero que si en algún momento le golpeás la puerta de su casa, sea en Salta o en el sur, te va a abrir y recibir”.