Historia
La Armada Argentina en la Antártida
Si hablamos de descubrimiento de la Antártida y sus aguas, debemos remontarnos a 1603, cuando el explorador español Gabriel de Castilla divisó unas islas, tal vez las Shetland del Sur. Más adelante varios descubrimientos oficiales tuvieron lugar en 1819, pero fue el foquero inglés William Smith quien alcanzó las islas Shetland del Sur.
La primera presencia argentina oficial en aguas antárticas data de septiembre de 1815, durante la Guerra de la Independencia, cuando el entonces Coronel de Marina Guillermo Brown, a bordo de la fragata Hércules, acompañada del bergantín Trinidad, fue arrastrado por un temporal al sur de la convergencia antártica y observó indicios de tierra cercana: “Después de dar vuelta el Cabo de Hornos y de soportar los vientos reinantes en estos parajes, y después de haber llegado hasta los 65º de latitud, en cuyo paraje la mar se les presentó muy llana con horizonte claro y sereno, sin malos signos, lo que indicaba que no estaban muy lejos de la tierra...”
En 1820 dos expediciones, una rusa al mando de Fabian Gottlieb von Bellingshausen y otra estadounidense al mando de Nathaniel Palmer, realizaron los mayores descubrimientos antárticos de la época. En cambio, existen pruebas de que foqueros de diversas naciones, entre ellos rioplatenses, conocían y visitaban aquellas tierras en sus viajes de caza antes que los exploradores, pero no daban cuenta de ello para mantener el secreto y no atraer competencia. Hacia finales del siglo XIX, fue la época donde más predominó la llamada “era comercial” por la incursión de expediciones balleneras, aunque también se comenzaron realizar expediciones de carácter exploratorias. El estado argentino desarrolló sus primeros planes en 1829 con un decreto nacional que determinaba la creación de la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas, cuyo aspecto fundamental era la protección y conservación de la fauna en las islas adyacentes al Cabo de Hornos, es decir en las islas antárticas.
En 1879 se creó el Instituto Geográfico Argentino que posteriormente expondría a la Antártida como una prioridad de la exploración argentina. En 1880, el entonces presidente Julio Argentino Roca dio apoyo a una expedición austral científico polar.
Ya en el siglo XX, el estado argentino realizó diversas acciones que dieron prioridad al estudio, la presencia y la importancia de la Antártida para nuestro país. Tal es así que el 10 de octubre de 1900 se decidió la participación en la expedición antártica internacional, donde se encomendó el establecimiento de un observatorio magnético y meteorológico en la Isla de los Estados. A mediados de noviembre de 1901 comenzó la instalación del faro.
También fue de suma importancia el apoyo brindado a la expedición sueca del Dr. Nordenskjöld, donde participó el Alférez de Fragata José María Sobral. Los miembros de tal expedición fueron los primeros en invernar en la Antártida, instalándose por espacio de un año en 1902 y en el año 1903 fueron rescatados por la corbeta ARA "Uruguay" cuando el buque que debía replegarlos quedó atrapado entre los hielos, dejando varados a los expedicionarios.
A partir del año siguiente, desde el 22 de febrero de 1904, la Argentina comenzó a habitar el continente antártico, al comprar la pequeña estación meteorológica del escocés Bruce, en la islas Laurie de Orcadas del Sur.
Corbeta ARA “Uruguay”: Pionera en rescates antárticos
La Antártida, aún inexplorada, era el escenario ideal para el geógrafo sueco Otto Nordenskjöld y su equipo. Carlos Larsen fue quien comandó el buque “Antarctic” hasta el continente blanco, pero antes, hizo escala en el puerto rioplatense. En Buenos Aires, el entonces presidente Julio Argentino Roca se reunió con la expedición y les ofreció carbón, agua y las herramientas necesarias para invernar por un año. A cambio, debían sumar al equipo al Alférez de Marina argentino José María Sobral.
Así, zarparon a comienzos de 1902 rumbo a la Antártida. Luego de que desembarcaran Nordenskjöld, Sobral y los cinco científicos del equipo en la Isla Cerro Nevado, el buque de Larsen se replegó hacia la zona de Malvinas y Tierra del Fuego para realizar actividades de caza, reparaciones y reabastecimiento. Al año siguiente, el “Antarctic” emprendió su viaje de regreso hacia el sur de la actual base Marambio. El mar cerrado por los hielos imposibilitó su llegada al punto pactado de encuentro. Por eso, tres de sus tripulantes desembarcaron –en lo que hoy se conoce como Bahía Esperanza– para poder llegar por tierra y avisar a la expedición de Nordenskjöld la situación del buque. Otro contratiempo marcaría su destino al encontrar la bahía sumergida, dificultando aún más el paso a pie. La fuerza de los hielos terminó su trabajo destruyendo y hundiendo al “Antarctic”, obligando a la tripulación de Larsen a naufragar y buscar refugio en la pequeña isla Paulet.
La fecha límite de rescate pactado había llegado y no había novedades. Eso suponía que los expedicionarios y la dotación del navío noruego estaban en peligro. El gobierno de Suecia emitió una alarma internacional el 30 de abril de 1903 y la Armada Argentina ofreció ayuda sin dudarlo, luego de haber comprometido su apoyo a la expedición y considerando la participación de uno de sus hombres en el equipo.
Nuestra Armada no contaba con un rompehielos y tampoco tenía experiencia en la Antártida. Sin embargo, en tiempo récord acondicionó la corbeta ARA “Uruguay” para que zarpara desde Dársena Norte en mayo de 1903. El personal de la Marina cambió su planta propulsora; reemplazó sus motores por uno de un destructor; agregó capacidad para cargar materiales; reforzó el casco; cambió los mástiles y las velas; colocó protecciones de proa y popa para que el mar no golpeara sobre las cubiertas; duplicó los timones y preparó la calefacción que necesitaría la tripulación del Teniente de Navío Julián Irízar, designado para comandar esta misión.
El 8 de noviembre, la “Uruguay” se adentró en la Antártida y avistó una carpa entre los hielos, en cercanías de la actual base Marambio. Irízar decidió desembarcar y se encontró con dos hombres de la expedición sueca y juntos se dirigieron por tierra a Cerro Nevado para encontrarse con Nordenskjöld y el resto de su equipo. Entretanto, la corbeta llegó navegando a cargo de su Segundo Comandante.
El Alférez Sobral relató tiempo después, con lágrimas en los ojos, la emoción que sintió al encontrarse con Irízar y al ver a la “Uruguay” arribando con el pabellón nacional en lo alto. Mientras tanto, la dotación del “Antarctic” seguía sin dar señales. Pero esa misma noche, Larsen arribó a Cerro Nevado en bote con cinco de sus hombres, desconociendo la presencia del navío argentino. Los expedicionarios, la tripulación de la corbeta y el pequeño grupo del “Antarctic” cargaron los materiales y las muestras científicas recogidas durante dos años, y pusieron proa hacia la Isla Paulet. Se reencontraron allí con el resto de la tripulación de Larsen.
El 2 de diciembre de 1903 finalmente arribaron a Dársena Norte a bordo de la corbeta, dos años después de la zarpada del buque polar hacia la Antártida. La Armada Argentina había logrado con éxito y orgullo su primer rescate en el continente blanco. Actualmente, se recuerda este hecho como el comienzo de una fuerza naval marcada por la salvaguarda de la vida humana en las aguas antárticas, que se ve reflejada cada año en el trabajo de los marinos que patrullan incansables nuestra soberanía.
Más de un siglo de presencia ininterrumpida
La presencia argentina en la Antártida tiene más de un siglo. El 22 de febrero de 1904 se izó por primera vez el pabellón argentino en la Antártida, en las Islas Orcadas del Sur, iniciándose así su ocupación permanente y siendo los únicos allí durante los siguientes 40 años.
Desde entonces y de manera permanente se realizaron actividades geográficas y geológicas:
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Ocupación permanente de una estación científica desde hace más de un siglo: el observatorio meteorológico y magnético de las Islas Orcadas del Sur, inaugurado en 1904.
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Instalación y mantenimiento (previo a la firma del Tratado Antártico) de otras bases permanentes y temporarias en la península antártica e islas adyacentes; también en la barrera de hielo de Filchner, aparte de numerosos refugios en distintos puntos del sector.
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Trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos en forma continuada.
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Instalación y mantenimiento de faros y ayudas a la navegación.
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Tareas de rescate, auxilio o apoyo, como el salvamento del explorador sueco Otto Nordenskjöld y del buque alemán Magdalena Oldendorf.
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Presencia Argentina en tierra, mar y aire en todo el sector, inclusive el mismo Polo Sur, alcanzado en tres oportunidades por aviones navales, de la Fuerza Aérea y por las expediciones terrestres del Ejército.