La principal virtud de esta clase de tecnología es generar energía eléctrica sin emitir dióxido de carbono ni otros gases de efecto invernadero, lo cual se vuelve trascendental ante el urgente desafío que afrontan los países para descarbonizar su matriz energética.
Por eso, los reactores tipo CAREM se constituyen como el complemento ideal de las fuentes de energía renovables, permitiendo la creación de sistemas híbridos que combinen la solidez y constancia de una fuente de base como la nuclear, con la versatilidad de fuentes como la solar o la eólica, las cuales aportan un importante volumen de energía al sistema de manera intermitente debido a su dependencia a factores climáticos favorables.
Por otro lado, se destaca la potencialidad de este tipo de centrales para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos, permitiendo el diseño de redes eléctricas descentralizadas de alcance regional, potencialmente independientes del sistema interconectado nacional.
También, se presentan como fuentes de generación ideales para polos fabriles con alto consumo de energía (independizando de esta forma el consumo industrial del doméstico) o para alimentar plantas de desalinización de agua de mar (instalaciones que demandan un consumo eléctrico alto y constante).
Además, los SMRs aportan otras aplicaciones no eléctricas como el aprovechamiento del vapor residual para diversos usos industriales o para alimentar redes urbanas de calefacción.