El bebé es sensible a la presencia de sus padres y otros seres queridos desde las primeras horas de vida.

Apenas su estado lo permita, será muy importante el contacto piel a piel, contra el pecho, sin que ninguna tela se interponga.

Este contacto es muy importante para el bebé. Le permite reconocer rasgos familiares como el olor y la voz. Contra la piel de mamá o papá, puede dormir y recuperar fuerzas.

También es un momento de tranquilidad para el adulto, de encuentro entre ambos, que se puede repetir a diario, durante ratos cada vez más largos, a medida que crece.

Hay que sostenerlo de manera envolvente, dándole contención. Una posibilidad es sostener su cabeza a la altura del hombro del adulto.

También se lo puede sostener con la espalda contra la panza del adulto, con una mano debajo de la cola, permitiéndole flexionar las piernas, con la otra mano del adulto por delante de él.

Otra posibilidad es tenerlo con un brazo por debajo del tronco.

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