Historia
Nacen las Instituciones que luchan contra el Chagas
"(…)hay un designio nefasto en el estudio de la Trypanosomiasis. Cada trabajo, cada estudio, apunta un dedo hacia una población malnutrida que vive en malas condiciones; apunta hacia un problema económico y social, que a los gobernantes les produce tremenda desazón pues es testimonio de incapacidad para resolver un problema tremendo. No es como el paludismo un problema de bichitos en la naturaleza, un mosquito ligado al ambiente o como lo es la esquistosomiasis relacionada a un factor ecológico límnico casi inalterable o incorregible. Es un problema de vinchucas, que invaden y viven en habitaciones de mala factura, sucias, con habitantes ignorados, mal nutridos, pobres y envilecidos, sin esperanza ni horizonte social y que se resisten a colaborar. Hable de esta enfermedad y tendrá a los gobiernos en contra." - Carlos Chagas.
La historia del Instituto Fatala Chaben está intimamente vinculada con la enfermedad de Chagas y con las primeras medidas de control, diagnóstico y atención médica llevadas a cabo en el país masterpapers.com.au. El también llamado “mal de Chagas” es una parasitosis causada por un protozoario flagelado, el Trypanosoma cruzi (T. cruzi). Su epidemiología está relacionada con las condiciones socioeconómicas de la población, el analfabetismo, la desnutrición y la exclusión del sistema sanitario. Es transmitida principalmente por un insecto hematófago (se alimenta con sangre) que se conoce en Argentina con el nombre de vinchuca; otras formas de transmisión son de la mujer infectada a su hijo durante la gestación , por la transfusión de sangre y transplantes de órganos.
Fue descubierta y descripta en 1909 por el Dr. Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas (1879-1934), médico sanitarista brasileño que a principios del siglo XX se desempeñaba en el por entonces Instituto Bacteriológico de Manguinhos (hoy Instituto Oswaldo Cruz) de Río de Janeiro, Brasil. En el curso de una campaña antimalárica previa al tendido de la vía férrea del Ferrocarril Central del Brasil en el Noreste del Estado de Minas Gerais, Chagas supo de la existencia de insectos llamados «barbeiros» por los naturales de la región, que pululaban en las chozas de barro y paja de la zona y atacaban al hombre en la oscuridad de la noche. Remitió entonces ejemplares del insecto al Dr. Oswaldo Cruz, quien hizo picar con ellos a un ejemplar de mono de la especie Callítrix penicillata. «Pasados veinte o treinta días después de la picadura -dice Chagas-, fueron encontrados en la sangre periférica de aquel mono, trypanosomas en gran número, con morfología distinta de cualquier especie conocida del género. Iniciamos entonces el estudio del flagelado, consiguiendo rápidamente infectar por inoculación diversos animales de laboratorio: cobayos, perros, conejos y otros monos». Cumplió así los postulados clásicos necesarios para caracterizar a una enfermedad infecciosa: el aislamiento del germen, su asociación con manifestaciones y lesiones que se reiteran y finalmente la reproducción de la enfermedad mediante su inoculación a un animal. Chagas llamó entonces a este microorganismo flagelado Trypanosoma cruzi, en homenaje a su maestro O. Cruz . Entre mediados de 1907 y el 22 de abril de 1909 en que expuso su descubrimiento en la Academia Nacional de Medicina, Chagas, Cruz y colaboradores investigaron la epidemiología de la infección en el área, describieron la enfermedad aguda y crónica y estudiaron el ciclo biológico del trypanosoma en el insecto transmisor y en animales de laboratorio.
Desde el comienzo de sus investigaciones, Chagas previó que se trataba de una endemia de extraordinaria importancia por la extensión del área que abarcaba y por la acción patógena del T.cruzi, su agente etiológico. Debido a que la casi totalidad de los pacientes con T.cruzi en circulación padecían simultáneamente de bocio o de cretinismo endémico se intentó atribuir tales afecciones tiroideas crónicas al parásito, al extremo de llegar a proponer el nombre de «tiroiditis parasitaria» para la enfermedad. Este aspecto despertó grandes polémicas, especialmente en Argentina y Brasil, que terminaron por alejar el interés de los médicos de su tiempo, postergando por muchos años el estudio de esta enfermedad.
En nuestro país, la Enfermedad de Chagas fue conocida desde 1911 a través de conferencias y demostraciones efectuadas por Lozano, Maggio y Rosenbusch. En ese entonces Buenos Aires constituía la más importante y prestigiosa meca científica para cualquier sudamericano que deseara consagrar un descubrimiento o investigación. Por ello, en 1912 Chagas viajó a Buenos Aires y presentó en los ambientes científicos porteños información sobre la enfermedad por él descubierta y el resultado de sus estudios. Su visita fue dura y causa de profunda desilusión; se le criticó el haber incluido como manifestación específica de la nueva trypanosomiasis a enfermos con alteraciones de la glándula tiroides, que correspondía a otras entidades y estados pluricarenciales de la región. La respuesta de los científicos argentinos fué que la trypanosomiasis era un hallazgo casual y que no representaba necesariamente una enfermedad.
En los años `20 comienza la relación de Salvador Mazza (1886-1946) con la enfermedad de Chagas, marcando un hito en la historia de su conocimiento Mazza, nacido en Rauch, Provincia de Buenos Aires, el 6 de junio de 1886, cursó sus estudios primarios en el Colegio Salesiano de San Carlos, en el barrio de Almagro y secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires, egresando del mismo en 1902. Al siguiente año ingresa en la Facultad de Medicina, obteniendo el título de médico en 1910 y especializándose luego en bacteriología, química y patología. En su carrera profesional fue integrante del Departamento Nacional de Higiene y como tal organizó un lazareto en la isla Martín García a fin de investigar la presencia de portadores sanos de gérmenes del cólera en inmigrantes provenientes de Europa y de Medio y Cercano Oriente; luego sucedió al Dr. Carlos G. Malbrán como profesor de la cátedra de Bacteriología de la UBA, fue Jefe del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires y trabajó en el Ejército en la modificación de la vacuna antitífica que se daba entonces a los conscriptos.
A principios de la década del 20 viaja varias veces a Europa y al Instituto Pasteur de Argelia, donde conoció a Charles Nicolle, futuro Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones bacteriológicas sobre el Tifus Exantemático, con quien desarrolló una gran amistad, sembrando en él la idea de radicarse en el interior del país para investigar la patología regional.
Las respuestas institucionales
"El Estado no puede quedar indiferente ante el proceso económico porque entonces no habrá posibilidad de justicia social. Y tampoco puede quedar indiferente ante los problemas de salud de un pueblo, porque un pueblo de enfermos no es ni puede ser un pueblo". - Ramón Carrillo.
En el año 1926 Mazza funda la Sociedad Científica de Jujuy, cuyo primer presidente será el distinguido malariólogo Guillermo Paterson, inglés por nacimiento y a la sazón médico del Ingenio La Esperanza, que luego acompañaría a Mazza hasta su muerte. Entre 1926 y 1927 se crean filiales de la Sociedad en Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Corrientes. En 1928 con el apoyo y patrocinio del Dr. José Arce se crea oficialmente la «Misión de Estudios de Patología Regional Argentina” (MEPRA), organismo de extensión universitaria dependiente del Instituto de Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, con sede en las afueras de la ciudad de Jujuy, en un edificio construido especialmente para su funcionamiento y donado por particulares. Entretanto, Mazza que había conocido a Chagas en Alemania y estaba muy impresionado por la claridad y solidez de sus argumentos sobre la enfermedad, impulsó numerosos estudios que pronto confirmaron la presencia e importancia de esta patología en nuestros suelos. En 1926, Mazza encontró un perro naturalmente infectado por T. cruzi y en 1927 diagnosticó clínicamente el primer caso agudo conocido en el país. En la década del 30, al frente de la MEPRA, Mazza impulsó el estudio de esta afección demostrando innumerables aspectos sobre sus insectos vectores, mamíferos hospederos, epidemiología y patogenia. Esta tesonera labor permitió diagnosticar varios cientos de casos sospechados por la clínica y comprobados parasitológicamente. Por otra parte, la comprobación de infección humana en zonas exentas de bocio endémico permitió superar las trabas que habían frenado a Chagas. Como consecuencia de estos trabajos, la Trypanosomiasis Americana fue tema del VI Congreso Nacional de Medicina, desarrollado en 1939.
En 1946 Mazza que había viajado a Méjico para asistir al 1° Congreso Internacional de Brucelosis, sufre un infarto agudo de miocardio y fallece el 7 de noviembre, a los 60 años de edad.
La MEPRA que se había constituido en un verdadero equipo multidisciplinario de asistencia, docencia e investigación con alcance prácticamente sobre todo el país y de cuya importancia son testimonio las más de 550 publicaciones sobre Chagas, Leishmaniasis, Brucelosis, Uncinariasis, Zootoxicosis e infecciones bacterianas, fue trasladada al Barrio de Floresta de la Capital Federal quedando transitoriamente a cargo del Dr. Miguel Jórg quien en esa época se desempeñaba como Jefe de Laboratorio. Posteriormente fueron sus Directores Alberto Manso Soto (1946-1955), designando Jefe de Laboratorio a José Ríspoli. En 1955 asume la Dirección de la MEPRA Flavio L. Niño y luego Guido Loretti hasta su disolución en el año 1958.
Durante el período de 1946 a 1955, Alberto Manso Soto se desempeñaba como Profesor Titular de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Plata, siendo el Adjunto José Ríspoli que además era el Jefe de Laboratorio de la Dirección Técnica de Higiene de la Ciudad de Buenos Aires ubicada en Campichuelo 50 y como se indicara anteriormente Jefe de Laboratorio de la MEPRA. Al promediar esos años encargó la tarea de mantener los cultivos de las cepas de Trypanosoma cruzi a José Alberto Cerisola que actuaba como Idóneo de Laboratorio y cursaba la carrera de Medicina. A partir de esos cultivos originarios de la MEPRA, Cerisola preparó los primeros antígenos para la reacción de fijación de complemento para el diagnóstico de la infección por T. Cruzi. Inicialmente se usaron los métodos Kelser y Davis, siendo perfeccionados posteriormente tanto en su estabilidad y conservación como en su sensibilidad y especificidad.
Cerisola fue el primero en efectuar diariamente la reacción de Machado Guerreiro en todos los sueros de los solicitantes de la Libreta Sanitaria, hallando por primera vez en Buenos Aires una notable concordancia entre los individuos seropositivos y su orígen y residencia prolongada en áreas endémicas.
Las primeras cepas de T. Cruzi que se cultivaron en el Laboratorio Sanitario que dio orígen al Instituto Fatala Chaben fueron originarias de la MEPRA, siendo mantenidas por años en el Laboratorio de la Dirección Técnica de Higiene por el Dr. Cerisola.
No obstante, la acumulación de información y prédica permanente sobre esta enfermedad tuvieron su fruto en las Recomendaciones de la 19° Reunión Panamericana de Enfermedad de Chagas realizada en San Miguel de Tucumán en el año 1949, antecedente inmediato de la Resolución Ministerial N°30.063 del 18/12/50, por la cual el Dr. Ramón Carrillo, Ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación, crea el Comité Directivo para las Investigaciones y profilaxis sobre la enfermedad de Chagas en el país, con la misión de «planear acciones, orientar las investigaciones, tratar el empleo conveniente de los recursos y organizar una campaña nacional de profilaxis». Dicho Comité designa Coordinador de los Programas al Dr. Cecilio Romaña. Un año después se crea dentro del ámbito del Ministerio el Servicio Nacional de Profilaxis y lucha contra la enfermedad de Chagas (SNPLECH) «para el cumplimiento y vigilancia de los programas redactados a ese fin y con sede central en esta Capital Federal», cuya Dirección se encomienda a Romaña, en esa época Director del Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional de Tucumán.
La Prehistoria del Instituto Fatala Chaben
En 1957 se instala en dependencias cedidas por el Instituto de Entomología Sanitaria en la avenida Parral 522 de la Ciudad de Buenos Aires (antiguas caballerizas), integrándose al seno de la Dirección de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud Pública. Allí operó el primer Laboratorio dedicado a la Enfermedad de Chagas, organizado por el Dr. José Alberto Cerisola, quien comenzó los primeros cultivos del T. cruzi y la cría de triatominos de las especies Triatomainfestans y Rhodnius prolixus. En esos años, por encargo del Servicio Nacional, los Dres. Cerisola y Mauricio Rosenbaum, efectuaron las primeras encuestas epidemiológicas en Santiago del Estero (Ojo de Agua), Córdoba (Sebastián El Cano), La Rioja (Capital, Chilecito y Aimogasta), La Pampa (Capital y Gral. Acha), y San Juan, y demostraron la relación existente entre la prevalencia serológica y el desarrollo de cardiopatías, con lo que comenzaron a definir la importancia sanitaria de esta enfermedad. Los resultados de estos estudios fueron publicado en el año 1960 en la Prensa Médica Argentina y recibieron el Premio Accésit de la Sociedad Argentina de Cardiología.
En 1958 se comprueban dos casos de Enfermedad de Chagas por hemotransfusión en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires. Cerisola decide entonces organizar el examen serológico de todos los dadores en ese Hospital. Por ese tiempo, en un baño cedido por el Servicio de Anatomía Patológica del Instituto Malbrán, y transformado en precario laboratorio, comenzó a colaborar con los Dres. Cerisola y Manuel Alvarez y la Sra. María Menghetti, el estudiante de medicina Mario Fatala Chaben en calidad de ad-honorem.
A fines de la década del ´50 las autoridades del Ministerio de Salud ya habían reconocido la extensión y trascendencia del problema que significaba la enfermedad de Chagas. En 1958 trasladaron la sede del Servicio Nacional a Tucumán y en consonancia se formuló un plan de lucha integral en toda el área endémica. El programa piloto de eliminación de la vinchuca se llevó a cabo primero en la Provincia de La Rioja y posteriormente en la de Chaco. En 1966 se centralizó la responsabilidad nacional en la Dirección de Paludismo y Fiebre Amarilla y se aprobó la Regionalización del Programa de Lucha contra la enfermedad de Chagas-Mazza en virtud de la cual la Nación y las Provincias establecieron convenios que dejaban en manos de los estados provinciales gran parte de la responsabilidad ejecutoria. En 1971 se dispuso que las acciones sanitarias de lucha contra la enfermedad de Chagas y la erradicación del Paludismo serían coordinadas por el Departamento de Zoonosis, Reservorios y Vectores del Ministerio Nacional. El Servicio Nacional de Chagas, concentrado en programas de lucha antivectorial, trasladará su sede a Buenos Aires en 1982 y a Córdoba en 1987. En tanto, la Dirección de Enfermedades Transmisibles fue separada en 1960 del Instituto Malbrán y el Laboratorio Sanitario, siempre a cargo de Cerisola, se trasladó al edificio de la Av. lng. Huergo 690, compartiendo las instalaciones con el Centro de Higiene Social del Puerto, la Delegación de Paludismo y Fiebre Amarilla y la Dirección de Sanidad de Migraciones y Transportes.
En 1962, el flamante médico Fatala Chaben es contratado por la Dirección de Enfermedades Transmisibles para proseguir su trabajo en el Laboratorio. En ese modesto e inhóspito laboratorio de dos habitaciones, Fatala Chaben se encarga de las técnicas de diagnóstico de la enfermedad de Chagas y de un operativo de ensayo terapéutico de un preparado nitrofuránico contra la misma. Un día de junio de ese año, mientras trabajaba con formas altamente virulentas de T. cruzi, contrae la infección chagásica. El 22 de julio de 1962, a los 26 años, fallece a causa de una miocarditis aguda provocada por el mismo parásito que se había propuesto combatir. Su primer sueldo como laboratorista contratado lo recibe internado en el Hospital Ramos Mejía, dos días antes del desenlace fatal. Un año después, el 16 de julio de 1963, en póstumo homenaje, el Laboratorio Sanitario recibía el nombre «Dr. Mario Fatala Chaben”, nombre que continúa identificando a nuestro actual Instituto Nacional.
De Laboratorio Sanitario a Instituto Nacional
En 1963, ante la necesidad de conocer la real importancia de la enfermedad de Chagas en la Argentina y siendo para ello necesario contar con técnicas uniformes de diagnóstico en el país, se encomienda al Laboratorio «Dr. Mario Fatala Chaben» la investigación epidemiológica y experimental correspondiente a los programas de acciones sanitarias de la Dirección Nacional de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud Pública. En ese marco tambien se hace cargo de la producción y distribución de antígeno para el diagnóstico serológico y dela formación de recursos humanos y organización de laboratorios hábiles para el diagnóstico de la enfermedad de Chagas en todo el país.
En el año 1966 se otorga al Laboratorio todas las instalaciones del edificio de Av. lng. Huergo 690. Al año siguiente la Organización Panamericana de Salud (OPS) seleccionó al Laboratorio «Fatala Chaben» como representante argentino en un trabajo muiticéntrico destinado a estandardizar la técnica de fijación del complemento para el diagnóstico de Chagas; en 1968 un Grupo Internacional de Expertos convocados por la OPS recomendó centralizar en él los estudios sobre antígenos y técnicas diagnosticas.
En 1969, el Laboratorio fue reorganizado y transformado en Instituto de Diagnóstico e Investigación de la Enfermedad de Chagas “Dr. Mario Fatala Chaben”, dependiendo de la Dirección de Zoonosis, Reservorios y Vectores. A partir de ese momento, previendo la necesidad de contar con respuestas apropiadas para el momento en que la campaña de control de insectos vectores cubriera todo el país, se amplían sus objetivos, comenzando a investigar en temas que requieren plazos más prolongados de ejecución. En este marco se inscriben los proyectos dirigidos al mejoramiento de técnicas de diagnóstico, al estudio de agentes quimioterapéuticos y a la formulación de vacunas. Se enfatiza entonces la organización y coordinación de una Red de Centros de Diagnóstico dedicada al control del Chagas transfusional y al diagnóstico serológico de Chagas y otras protozoosis, red que cuenta actualmente con 700 Laboratorios en la Argentina y países limítrofes.
En 1970 se inicia el Programa Especial de Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Tropicales (TDR) de la Organización Mundial de la Salud, con el ofrecimiento de programas de formación de recursos humanos con apoyo institucional. A través del mencionado Programa, la OMS apoyó activamente los planes de investigación del Instituto, ya sea por medio de grupos colaboradores sobre serología (1968-1990), como también apoyando programas de investigación (a partir de 1978) con el suministro de equipos e insumos imprescindibles. Merced a este apoyo, logrado por concurso de proyectos, el Instituto pudo llevar a cabo un plan de formación de recursos humanos que permitió el entrenamiento de varios profesionales en Biología Celular, lnmunología, Biología Molecular y Epidemiología en laboratorios y universidades altamente calificados de Estados Unidos y Europa. Más tarde se agregó el aporte proveniente de otras relaciones bilaterales como con Francia, Suecia, Estados Unidos y numerosos programas multicéntricos que continúan hasta nuestros días. A través de estos convenios de cooperación, varios expertos extranjeros trabajaron en los laboratorios del Instituto a fin de facilitar la actualización tecnológico-científica y el desarrollo técnico local.
Como consecuencia de estas asistencias fue posible incorporar en 1984 dos grandes líneas de trabajo que no existían en nuestro país: Biología Molecular y Epidemiología aplicadas a las parasitosis. También se incorporó el entrenamiento sobre Leishmaniasis, Malaria y Toxoplasmosis a los cursos regulares que el Instituto dicta a profesionales y técnicos del país. Esta programación creó un marco adecuado para que el Instituto realice investigaciones y actividades sobre el control de la transmisión de las enfermedades tropicales producidas por parásitos prevalentes en Argentina. Tal el caso del aporte al control del Chagas, a través de una estrategia alternativa con tecnología apropiada para la vigilancia continua de la transmisión, en manos de agentes intermedios y de la comunidad misma, la producción controlada de leishmanina para la reacción de Montenegro y el diagnóstico de paludismo, programas que han fortalecido la capacidad del Instituto para efectuar desarrollos conjuntos y aplicados en las áreas endémicas.
En 1973 el Instituto adquiere la denominación de: Instituto Nacional de Diagnóstico e Investigación de la Enfermedad de Chagas “Dr Mario Fatala Chaben, previéndose en su nueva estructura la existencia de tres Departamentos: Diagnóstico, Investigación y Producción.
El Instituto Nacional
En julio de 1975 sus instalaciones son trasladadas al edificio de Avda. Paseo Colón 568 -sede en ese entonces del Instituto Nacional de Investigaciones Cardiovasculares- donde funciona actualmente.En 1978 el Dr. Cerisola renuncia a la dirección del Instituto siendo reemplazado por la Dra. Elsa Leonor Segura, quien hasta ese momento estaba a cargo del área de Investigación.
En el año 1980 se promulga el Decreto-Ley 22360 o Ley de Chagas, reglamentada por el Decreto 1451/82. Esta ley que en su momento significó un logro al introducir dentro de la legislación nacional la lucha contra esa enfermedad, actualmente es motivo de controversia ya que los exámenes prelaborales originan discriminación de las personas infectadas en la búsqueda de empleo.
Desde 1981 el Instituto Fatala Chaben incorporó a su ámbito de responsabilidad el carácter de Centro Nacional de Referencia en Investigación y Diagnóstico de la Enfermedad de Chagas y otras Protozoosis. Esto implicó el compromiso de colaboración y supervisión, en ese campo, de laboratorios de todo el territorio nacional. Un ejemplo de lo expresado ha sido el estudio serológico para Chagas, organizado por la Dirección de Defensa del Ministerio de Salud y Acción Social en cumplimiento de lo dispuesto por la Ley N° 22.360, que bajo la coordinación del Instituto se realizó desde 1981 hasta 1994 en los varones de 18 años que se incorporaban anualmente al Servicio Militar Obligatorio. En 1981, los resultados obtenidos por 30 laboratorios fueron confirmados por el Instituto, quien ese mismo año transfirió la confirmación serológica de los conscriptos a los 39 centros de Reconocimiento Médico de todo el país. Estos centros capacitados para transmitir los resultados a los Servicios Médicos de cada localidad, posibilitaban la atención de los jóvenes infectados en el lugar donde se efectuaba el reconocimiento, haciendo que los resultados de los estudios epidemiológicos se conviertan en datos prácticos para el paciente. Debe destacarse que la programación técnica del control serológico de un número tan elevado de personas en tan corto tiempo fue tomado como ejemplo por la Organización Mundial de la Salud, quien aconsejó a los países latinoamericanos la organización de estudios de idéntica naturaleza.
Durante 1983 comenzó la organización del Control de Calidad del diagnóstico serológico en los laboratorios de la red, lo que constituía una garantía del diagnóstico de laboratorio, permitiendo estimular la organización de redes provinciales de diagnóstico de protozoosis.
El 10 de julio de 1992, mediante Decreto del PEN N° 1686, es aprobada la última estructura organizativa del Instituto, que pasa a demominarse Instituto Nacional de Chagas “Dr. Mario Fatala Chaben”. Fueron sus objetivos institucionales: realizar y coordinar acciones de prevención, normatización, diagnóstico, tratamiento, producción, docencia e investigación destinadas a contribuir al control de la transmisión del T. cruzi y otros protozoos de importancia sanitaria.
El decreto 277 del 14 de febrero de 1991 aprueba la Carrera del Personal Profesional de los Establecimientos Hospitalarios Asistenciales e Institutos Nacionales de Investigación y Producción dependientes de la entonces Secretaria de Salud del Ministerio de Salud y Acción Social. Por resolución ministerial del 6 de abril de 1993 se reglamentan los procedimientos del decreto 277, adquiriendo particular relevancia las disposiciones vinculadas con los concursos profesionales para garantizar que el acceso a las funciones se efectue a través de mecanismos objetivos de selección sostenidos en pautas preestablecidas. La creación de esta Carrera fué un logro que jerarquizó a los profesionales que se desempeñan en su ámbito. Las primeras Juntas Examinadoras para evaluar a los postulantes se reunieron en este Instituto en el mes de diciembre de 1993.
Mediante otro Decreto, que lleva el N° 993 del 27 de mayo de 1991, se aprueba el cuerpo normativo que constituye el Sistema Nacional de la Profesión Administrativa (SINAPA). Dicho sistema –que constituye un ordenamiento escalafonario- consta de dos agrupamientos denominados General y Científico Técnico. El primer agrupamiento incluye funciones administrativas, técnicas, profesionales y de servicios, mientras que el segundo comprende funciones dirigidas a la generación, mejoramiento, difusión y aplicación de conocimientos en el campo de la ciencia en general, la investigación y el desarrollo tecnológico, la formación de recursos humanos especializados y actividades asociadas, en los organismos científico-técnicos.
En el año 1993 se incorpora al Instituto el Programa Nacional de Lepra, teniendo como objetivos la detección precoz, tratamiento oportuno, vigilancia post-terapéutica, prevención y atención de pacientes. De este modo se da continuidad a un sostenido trabajo que llevó a la disminución de la prevalencia de esa enfermedad a niveles inferiores a los establecidos por la OMS para considerar controlable a una infecciosa.
Otro cambio institucional
En el año 1996, mediante Decreto Nº 660/96, fueron transferidos al Instituto Nacional de Microbiología “Dr. Carlos G. Malbrán” los Institutos Nacionales de Epidemiología «Dr. Juan H. Jara»; de Enfermedades Respiratorias «Emilio Coni», de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio Maiztegui”; de Genética Médica; de Chagas, «Dr. Fatala Chaben» y de Investigaciones Nutricionales. Como el Instituto Fatala Chaben, habían surgido en distintos puntos del país en torno a grupos de investigación y como respuesta a situaciones epidemiológicas críticas y enfermedades de impacto social. En el mes de octubre de ese año la Dra. Elsa Leonor Segura renuncia a la dirección del Instituto para ocupar la dirección del Instituto Nacional de Microbiología “Dr. Carlos G. Malbrán”.El Dr. Andrés Mariano Ruiz, hasta ese momento subdirector del Instituto Fatala Chabén, se hace cargo de la dirección hasta nuestros días.
A fines de 1996, por Decreto N° 1628/96, se crea la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos G. Malbrán”, manteniendo la continuidad jurídica del anterior Instituto Malbrán. Esta reorganización origina nuevos Institutos y Centros de Salud utilizando las mismas instalaciones como así también el personal profesional, técnico y administrativo de los anteriores.
La Administración queda integrada por 11 instituciones: el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, el Instituto Nacional de Producción de Biológicos y el Centro Nacional de Control de Biológicos utilizando las instalaciones y personal del ya fenecido Instituto Nacional de Microbiología «Dr. Carlos G. Malbrán”, transfiriendose además profesionales provenientes del Instituto Fatala Chaben a estas instituciones. Se suman dos nuevos centros: el Centro Nacional de Redes de Laboratorios y el Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemoepidemias.
El Instituto Fatala Chaben cambia su denominación por la de “Instituto Nacional de Parasitología”, ampliando el campo de su incumbencia en enfermedades parasitarias.