Prevención de riesgos por sustancias químicas
Los químicos forman parte indiscutible de la vida en cualquier sociedad. Están presentes en todos los espacios y tienen capacidad para afectar positiva y negativamente la salud de todas las personas y la calidad del ambiente, natural o antrópico.
Deben ser imaginados, además, en las varias dimensiones que propone su ciclo de vida: como insumos útiles y como contaminantes en sus formas de residuos y emisiones.
Existen más 76.000.000 de sustancias químicas registradas: aleaciones, compuestos minerales y orgánicos, mezclas, polímeros, sales.
Tan diversa como la naturaleza estructural y funcional de los químicos (qué son y para qué pueden servir) es su potencial como peligro para la salud humana y ambiental, lo que sólo puede mensurarse si se los investiga superando las dificultades para su estudio; por esas dificultades sólo en menos del 10% se conoce información completa relacionada con su toxicidad.
Entre los que han completado estudios analíticos de evaluación, aproximadamente 8.000 químicos cumplen con requisitos para ser clasificados en alguna categoría de peligrosidad; se califican así como corrosivos, reactivos, explosivos, tóxicos o inflamables) y están sujetos por lo menos a esquemas de etiquetado, registros específicos, vigilancia en el comercio internacional o alguna otra forma de control, en algún país del mundo.
Esto implica que sólo en algunos casos es posible definir una característica general que anticipe la toxicidad potencial de un compuesto dado; para las familias de sustancias menos estudiadas (o en la exposición múltiple) esto es imposible de predecir.
Más de una decena de Convenios Internacionales, de los que Argentina es país signatario, remiten a mecanismos de información y control sobre el problema que significa la peligrosidad de los químicos.
En algunos casos, plaguicidas, metales pesados, asbestos, compuestos orgánicos persistentes, hidrocarburos aromáticos o halogenados, han sido mencionados por la Organización Mundial de la Salud como preocupación especial, sobre todo para la salud infantil.
El potencial de muchos químicos como disruptores endocrinos y alteradores de la respuesta inmune se abre como un gran capítulo científicamente aun en exploración, aunque las evidencias son suficientes, en cantidad y gravedad, como para constituirse en un eje prioritario de preocupaciones a escala mundial.
Por otro lado es importante diferenciar entre la toxicidad de un químico (condición de peligro; capacidad para ocasionar un daño) y el riesgo que la exposición conlleva (probabilidad del organismo expuesto de sufrir un daño).
Como variable estática, el peligro es el mismo para todos los compuestos de la misma especie, en cualquier lugar del mundo), pero el riesgo es una variable dinámica determinada por las formas en que distintas situaciones de exposición en espacios de trabajo /educación /recreación /domicilio son gestionadas en cada comunidad.
Esto se traduce en diferencias sustantivas en términos de salud: químicos que son gerenciados en marcos de razonable seguridad en ciertos entornos, representan un problema superlativo en otros con menores defensas (legales, ambientales, de infraestructura, de acceso sanitario, de información).
Asimismo, los ajustes en los límites de exposición a químicos definidos como seguros en los distintos países (en alimentos, en ambientes de trabajo, en medios naturales) están ligados a los conocimientos disponibles (generación, accesibilidad y periodicidad de su revisión), los umbrales de tolerancia, las capacidades locales de control y las políticas con relación a la actividad económica vinculada con cada norma. El carácter de permanente cambio en los conocimientos obliga a una revisión constante.
Parte fundamental del indispensable proceso de intercambio de saberes entre la población y los tomadores de decisión es la difusión de información técnica como componente esencial del ejercicio del derecho a saber y elemento primordial para la prevención de problemas para la salud. Con esta premisa en mente, se abre este nuevo espacio comunicativo.
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2018 COFESABU
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