Patrimonio cultural
Las sierras de Lihué Calel, a diferencia de su entorno, presentan una amplia oferta de recursos que permitió ser punto de congregación y asentamiento de diversas comunidades indígenas. Hace al menos 1.500 años, rastrilladas, pinturas rupestres, demarcadores territoriales, espacios sagrados, cosmovisión y conocimiento ancestral permitieron articular un amplio espacio del territorio.
Más adelante, en 1879, el Estado nacional avanzó con las campañas militares que concluyeron con la expulsión de los pueblos indígenas de gran parte de sus territorios ancestrales. En esta zona habría permanecido Namuncurá y su comunidad hasta el avance de las tropas del Gral. Levalle. Con el tiempo, se impuso un nuevo modelo de producción basado principalmente en estancias ganaderas, acompañada de la actividad minera y el comercio que configuró nuevos circuitos de intercambio.
Es así que entre fines del siglo XIX y principios del XX, y con el auge de la ganadería ovina y caprina, se facilita el proceso de asentamiento de inmigrantes. A la par de lo ocurrido en la región, en las sierras de Lihué Calel se desarrollaron emprendimientos ganaderos de diversa escala. En algunos casos, la extensión de tierras compradas y arrendadas, junto al número de hacienda y las mejoras incorporadas, daría cuenta de una fuerte inversión de capitales.
Estos campos fueron destinados a la ganadería de lanares principalmente, y en menor medida, vacunos y equinos. En esta etapa, los caminos para comercio y correo se articulan con espacios productivos en interrelación con espacios rurales que constituyeron una parte de la historia y de las relaciones que las personas mantuvieron con el territorio.