“No hacemos un abordaje terapéutico, sino artístico”
La compañía teatral permite que chicos y jóvenes con discapacidad intelectual se expresen y desarrollen sus potencialidades a través del arte escénico. Tiene nueve sedes.
Las artes escénicas también tienen su parte en hacer de este mundo un lugar más inclusivo. Así lo creyó y lo puso en práctica Juan Ignacio Acosta, director de la Compañía de Arte Integrado “Las ilusiones”, un espacio en el que se les brinda formación y un lugar para la actuación a chicos y adultos con discapacidad intelectual y sin ella. Obras de grandes dramaturgos sirven como impulso para que aquellos que sufren algún grado de discapacidad encuentren su espacio de expresión y puedan sentirse parte de la sociedad.
El proyecto ideado por Acosta brinda talleres de teatro, comedia musical, canto y danza, entre otras disciplinas. La edad para participar de los distintos grupos es a partir de los 6 años.
“Las ilusiones nace en 2009, es un proyecto personal que surge a partir de empezar a estudiar teatro con la actriz y directora Alicia Zanca. Fue dentro de su escuela que empezamos un taller para personas con discapacidad intelectual. Un proyecto que se inició como algo muy pequeño, muy acotado: de hecho, a la primera clase concurrieron sólo cuatro alumnos”, relata.
A partir de 2012, con el fallecimiento de Zanca, Acosta comenzó a tomarse el proyecto como algo personal. “A partir de ese año comienza a tomar una dimensión enorme: empiezo a juntarme con amigos y colegas de otros municipios, y empezamos a abrir Las ilusiones en otros barrios”, explica.
Así fue como a la sede original, en la avenida Corrientes, se le sumaron las de Lanús, Ramos Mejía y Olivos. Hoy la compañía cuenta con nueve sedes, al incorporarse las de Salta, Mar del Plata, Ingeniero Maschwitz, La Plata y Villa Ballester.
Buscar la singularidad
La mayoría de los integrantes de Las ilusiones tiene síndrome de Down, pero también participan personas con discapacidad visual e hipoacúsicas.
“No tengo claro qué fue lo que me llevó a contactarme con el tema de la discapacidad. Fue espontáneo y era parte de mi camino”, señala el director. “Es un área en la que hay mucho por hacer. Muchas veces no se escuchan las voces de las personas con discapacidad, sino la de los padres y los hermanos. Entonces la singularidad de la persona se pierde, por eso trabajamos por rescatarla”.
Los números de Las ilusiones son contundentes: entre las nueve sedes ya cuentan con más de 400 alumnos y el staff de docentes lo integran 24 personas: acompañantes terapéuticos, terapistas ocupacionales, fonoaudiólogos, actores, actrices, profesores de teatro, de comedia musical y de danza.
Cada uno de los 31 elencos que conforman la compañía ensaya dos horas semanales. Y realizan funciones a lo largo de todo el año en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires.
“Inicialmente emprendemos una primera fase, que abarca alrededor de tres meses de trabajo, y que incluye un diagnóstico y una formación respecto de la disciplina que los chicos van a trabajar, ya sea teatro, danza, canto, comedia musical, que sería un trabajo individual, para luego ya adentrarnos en la preparación y los ensayos de la obra que van a llevar adelante”, indica Acosta.
“Varios de los que trabajamos aquí somos terapeutas: yo soy terapista ocupacional, pero no es el eje sobre el que estamos parados. No estamos en el paradigma médico. No hay un abordaje terapéutico sino que, por el contrario, el abordaje es artístico, ya que la mirada está puesta en la persona y no en la característica que implica tener algún tipo de discapacidad. Es igual al de cualquier persona que fuera a un taller de teatro”, desliza.
¿El proceso de aprendizaje implica alguna diferencia sustancial con la de quienes no tienen ninguna discapacidad? Acosta explica: “La diferencia más grande tiene que ver con los tiempos, que son un poco más lentos. En todo caso, el procesamiento de la información es un poco menos rápido que en otras situaciones, hay que tomarse más tiempo para explicar las cosas y usar un lenguaje más sencillo, pero la dinámica de clase y los contenidos son similares”.
Las transformaciones más evidentes que se dan en los chicos a partir del proceso de aprendizaje “es la de encontrar su propia voz, de poder definir qué es lo que les gusta y qué no, y poder decirlo, porque hay un trabajo muy grande respecto de sus propias elecciones y decisiones”.
Sobre la posibilidad real de inserción profesional que tienen los estudiantes actores, el director es claro: “Hay muchos que han participado en cortometrajes, o realizado pequeñas participaciones en distintas películas. O incluso, alguno que ha trabajado en tele. Obviamente, el desarrollo profesional en el arte es mucho más arduo que el desarrollo laboral en cualquier otra área. Pero cada vez más hay un mayor grado de integración respecto de la comunidad real de trabajo”.
Actores versátiles
Las obras que los alumnos llevan adelante exigen una formación sólida. “Nuestro reportorio es más bien de corte clásico: Shakespeare, Moliere, Florencio Sánchez, Lope de Vega. Desde el año pasado estamos incluyendo adaptaciones de relatos más contemporáneos, de autores como, por ejemplo, García Márquez”, explica Acosta. También comedia musical: hicieron “Drácula”, “Mamma mía” y “Los miserables”.
La compañía se financia con una cuota social que pagan los padres de los alumnos, pero quienes no están en condiciones de abonarla igual pueden participar de los grupos teatrales sin problema.
Tienen además una revista bimestral que está financiada por una línea de trabajo de Proteatro, que depende del Gobierno porteño. Y durante un año y medio contaron con el subsidio del Fondo Nacional de las Artes. Suelen presentarse a distintas convocatorias en busca de mayor financiamiento.
“En Las ilusiones todos encuentran un lugar en donde poder manifestar quiénes son realmente. Han llegado jóvenes apartados, que no querían compartir nada con un grupo, y hoy están integrados, tienen un personaje, se ríen y comparten experiencias con sus compañeros”, concluye Acosta.