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La obra periodística y feminista de María Elena Walsh

Poeta, compositora, cantante, dramaturga, guionista, narradora o “cupletista”, como le gustaba definirse a ella, Walsh es reconocida por su obra infantil. Sin embargo, supo también abrazar el periodismo y la militancia feminista. En esta nota, y en un nuevo aniversario de su nacimiento, repasamos algunos de esos momentos de la recordada cantautora.

María Elena Walsh nació en Villa Sarmiento, localidad de Morón, el 1 de febrero de 1930. Fue la hija menor de un matrimonio inmigrante integrado por un ferroviario con raíces inglesas e irlandesas y una madre argentina hija de andaluces. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, al poco tiempo, se dio cuenta de que se le daba mejor escribir. Fue por ese camino y publicó sus primeros poemas en diferentes medios de comunicación. El primero, en la revista El hogar, cuando apenas tenía 15 años de edad.

Pero fue la composición de canciones para chicos lo que le valió un reconocimiento nacional, ya que revolucionó esa relación entre poesía y niñez, hasta convertirse en la principal cantautora de música infantil de la historia argentina. Más que famosos son sus personajes, como “Manuelita la Tortuga”, que inspiró la película Manuelita, de 1999, dirigida por Manuel García Ferré. Generación tras generación, miles de niñas y niños continúan cantando sus canciones.

Walsh también compuso una gran cantidad de canciones para adultos, las cuales contaron con la interpretación de artistas de la talla de Mercedes Sosa, Jairo y Joan Manuel Serrat. Pero además de poeta y cantautora, María Elena Walsh también abrazó el periodismo y la militancia feminista.

La voz feminista

En su juventud, Walsh leía textos de Virginia Woolf, Doris Lessing y Victoria Ocampo, que posteriormente darían lugar a una multiplicidad de artículos periodísticos, entrevistas y reflexiones en sus diferentes facetas artísticas que, si bien en ese momento no se catalogaron así, eran de corte feminista.

Admiraba apasionadamente a Victoria Ocampo, quien años más tarde se convirtió en una gran amiga. En la Argentina en 1970, nacen la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Feminista (MLF), agrupaciones con activistas de clase media alta e intelectuales que trajeron libros de Estados Unidos sobre feminismo radical y los tradujeron. También hubo representación del Partido Socialista y del Partido Obrero, que crearon nuevos espacios de reflexión para las mujeres.

Había dos vertientes: feminismo puro, y feminismo y política. Walsh formaba parte de este segundo grupo. Junto a la escritora Angélica Gorodischer y la cineasta María Luisa Bemberg fueron las artistas representantes del movimiento más relevantes de la época. En el artículo "Virginia Woolf y los secretos de la tribu femenina", Walsh escribió sobre el ensayo que la obsesionaba en su juventud, al igual que a Ocampo: "El cuarto propio es una metáfora de un ámbito mental, una manera de ordenarnos interiormente y escapar a la locura impuesta a las mujeres (y los pobres) por el discurso autoritario y represivo".

Esta manera de intervenir en el mundo fue una faceta, tal vez, no muy conocida por el gran público, pero una de la más apasionantes para la propia Walsh. Así, la autora comenzó a publicar sus escritos ensayísticos en distintas revistas literarias, a finales de la década de los cuarenta, y otra publicaciones como la humorística Tío Landrú, a fines de los sesenta, y el diario Clarín, a finales de los setenta. En este último, el 16 de agosto de 1979, Walsh publicó un artículo en el que decía: 'Un autor tiene derecho a comunicarse por los medios de difusión, pero antes de ser convocado se lo busca en una lista como las que consultan las Aduanas, con delincuentes o ‘desaconsejables’. Si tiene la suerte de no figurar entre los réprobos hablará ante un micrófono tan rodeado de testigos temerosos que se sentirá como una nena lumpen a la mesa de Martínez de Hoz: todos la vigilan para que no se vuelque encima la sémola ni pronuncie palabrotas”.

Y agregaba: “Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. (…) Sí, la firmante se preocupó por la infancia, pero jamás pensó que iba a vivir en un País-Jardín-de-Infantes. Menos imaginó que ese país podría llegar a parecerse peligrosamente a la España de Franco, si seguimos apañando a sus celadores”.

Con valentía y coraje, María Elena Walsh incluso se animó a alzar la voz en plena dictadura militar, con la que no dudó en reclamar por el fin de la censura y la libertad de circulación de expresión.

Sepa usted por qué es machista

En la Revista Humor, en 1980, María Elena escribe un artículo titulado "Sepa usted por qué es machista", donde enumeró con elocuencia los motivos. Aquí los compartimos:

1 Porque le falta el principal de los sentidos: el del humor.

2 Porque se siente Dios, aunque no sea Ministro.

3 Porque cree todo lo que le dicen los medios (o miedos) de difusión de la Argentina actual, y ya tiene el cerebro más lavado que mate cebado por un polaco.

4 Porque su mamá es una santa, por lo tanto las demás mujeres son unas brujas.

5 Porque su mamá es una bruja, por lo tanto las demás mujeres también.

6 Porque no tiene mamá y no consigue quien lo mime.

7 Porque en realidad le gustan más los hombres, aunque no ejerza.

8 Porque quiere hacer mérito ante los centros de poder, exclusivamente masculinos: empresariado, Fuerzas Armadas, animadores de TV, deporte, sindicatos, clero, pompas fúnebres, etcétera.

9 Porque todo ese asunto de la gestación y el parto le da miedo y asquete, como la educación sexual al Ministro de Educación.

10 Porque usted tiene los mismos atributos de Woody Allen pero no le dan el mismo resultado.

11 Porque no soporta la idea de un rechazo sexual hacia usted o hacia otro, y cree que la bella siempre debe estar a disposición de la bestia.

12 Porque usted no vive en el presente (y para eso lo ayudan mucho) sino en la prehistoria mental, y se da manija con tangos del 40.

13 Porque usted es burro y en lugar de corregirlo con tiempo y esfuerzo lo disimula con agresividad.

14 Porque usted es culto pero culturiza fuera de la maceta, y leyó a Julián Marías y no a Simone de Beauvoir.

15 Porque en el fondo es antisemita, antinegro, antiobrero, antijoven, pero como eso ya no corre se desquita con la misoginia, que aquí y ahora viene con premio (pero no se descuide: por poco tiempo más).

16 Porque usted ama el orden por sobre todo, y cada cosa en su lugar las mujeres en la cocina (o en cueros en tapas de revistas), y Pinochet, Castro y García Meza en el poder.

17 Porque cree que la inepcia es cuestión de sexo, que es como creer en la cigueña o en elecciones inminentes.

18 Porque teme que las mujeres hagamos rancho aparte, y no piensa que son los hombres quienes lo inventaron y perpetúan. (Ver punto 8.)

19 Porque supone que la mujer quiere imitar al varón, y no sabe que antes muerta que imitar a semejante fabricante de desastres, desde la guerra atómica hasta el IVA.

20 Porque le gusta que al mundo lo manejen los colectiveros.

21 Porque tiene mucha paciencia para dejarse pisar la cabeza por cualquier matón y muy poca para comprender errores de mujeres, que al fin y al cabo son, históricamente, debutantes en la mayoría de las
profesiones.

22 Porque teme que las mujeres "pierdan la femineidad", cosa imposible de perder, salvo que usted llame así a cosméticos y pilchas.

23 Porque usted teme que le roben algo y no sabe bien qué, a pesar de que a diario lo saqueen y basureen, y no precisamente las mujeres.

24 Porque es sincero, y vale más machista recuperable que "feminista" patrocinante como un papito que a las pretensiones femeninas dice que sí PERO...Ahora ya sabe.

"Con estos 24 puntos usted ahorra años y fortunas en psicoanálisis. Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más machista que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV. Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente. Ahora puede seguir siendo machista, pero con apoyo logístico. No se trata tampoco de ejercer la represión desde estas páginas. Es posible que la perseverancia le acarree aplausos y sensación de deber cumplido, amén de las palmadas de la patota. Pero ojo que no hay premio mayor que saberse persona inteligente y civilizada. Si no opta por eso, estará contribuyendo a la contaminación mental, que es la que nos mata. Y no la humedad.
Estará inflando la maquinaria del prejuicio y la prepotencia y al fin se va a quedar solo como un ciempiés, de luto, convertido en Drácula de utilería y en hazmerreír de las criaturas primaverales".

Más adelante, en los noventa, ​escribió para Clarín un artículo en el que se oponía rotundamente a la idea del entonces presidente Carlos Menem, de llevar a adelante la pena de muerte en la Argentina: una medida que finalmente no prosperó.

María Elena Walsh, quien hoy cumpliría 93 años, también dejó testimonio de su faceta como periodista en el libro Desventuras en el país jardín de infantes (1993), en el que reunió sus textos periodísticos junto con un prólogo de su propia autoría. Allí, de alguna manera, quedó inmortalizada una mujer que fue mucho más que una cantautora para niños, una mujer que no vaciló en tomar la pluma para ser una voz distinta en el debate público intelectual de su época y, así, reflexionar y trabajar por un mundo mejor y más justo.

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