La huella hídrica y la bondad ambiental
El Instituto Nacional del Agua (INA) empleó un indicador medioambiental que define el volumen total de agua dulce utilizado para producir los bienes y servicios que habitualmente consumimos. Buscamos así colocar la lupa en los usos sustentables del agua en la producción agrícola local.
No hay vida en la tierra sin agua y por eso, el agua tiene un valor incalculable, no sólo desde el punto de vista económico sino desde el aspecto cultural. Sin embargo, se desperdicia agua todos los días en todas las actividades humanas. El agua, como recurso natural, forma parte de uno de los bastiones del desarrollo regional y global. No obstante, en la provincia de Mendoza se está utilizando tres veces más de agua de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la actividad productiva. Entre ellos, el sector agrícola está empleado de manera ineficiente el recurso hídrico.
Actualmente solo el 8% de las fincas poseen algún sistema de riego tecnificado, lo que implica que seguimos regando como hace un siglo. El estado actual de los recursos hídricos destaca la necesidad de mejorar su gestión integral. Reconocer, medir y expresar el valor del agua e incorporarlo en la toma de decisiones son fundamentales para lograr una gestión sostenible y equitativa de los recursos hídricos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
Ante este panorama tan preocupante, debemos encarar de manera urgente una reconversión en la gestión del agua en el sistema agropecuario local. Para ello, desde la Subgerencia Centro Regional Andino (CRA) del INA en Mendoza comenzó a desarrollar proyectos para contribuir a la sustentabilidad del uso y la gestión del agua en las diferentes actividades humanas, mediante la generación de conocimiento en relación al desarrollo y aplicación de indicadores de uso y consumo sustentable del agua.
Uno de estos proyectos es el desarrollo de una herramienta que contribuya a mejorar las condiciones de uso del recurso hídrico. La “Huella Hídrica” es un indicador del agua dulce consumida o dedicada al productor, también con el uso indirecto, este indicador nos permite cuantificar las necesidades de nuevos emprendimientos y su factibilidad. Por lo que es un indicador muy útil.
Dentro de los indicadores para la evaluación del uso y consumo del agua, la incipiente metodología de la huella de agua es la que ha cobrado gran aceptación en la comunidad científica internacional. Si bien es una herramienta que se encuentra aún en desarrollo, presenta un amplio potencial como indicador de uso sostenible del recurso para evaluar el consumo de agua que las distintas actividades humanas requieren.
Aquellos productos o servicios que se plieguen a una construcción sostenible durante el proceso de fabricación, uso, comercialización o finalización de su vida útil, estarán teniendo criterios de “bondad ambiental” y han de contar con una etiqueta ambiental que es un distintivo. Su objetivo global consiste en utilizar mecanismos del mercado para estimular la mejora continua del medio ambiente. Se trata de información ambiental cuantificada basada en el análisis del ciclo de vida y permiten la comparación entre productos que cumplen las mismas funciones, otorgando a dichos productos un valor agregado. Este es el otro proyecto en el que el Instituto Nacional del Agua se encuentra trabajando.
Es necesario que dejemos de hablar y empecemos a trabajar seriamente desde los lugares de poder y en conjunto con nuestros productores para planificar el uso de un recurso escaso y fundamental para la supervivencia de todas y todos los mendocinos. Es una deuda que debe ser saldada antes que empeore la situación hídrica y el tiempo no juega a favor de las posiciones neutras que eligen ignorar esta problemática.
Mgter. José Pozzoli y Dra. Barbara Civit