La flora funcional acompañante
La flora funcional acompañante incrementa la diversidad vegetal y contribuye a reducir el uso de plaguicidas en los agroecosistemas. Es esencial en los agroecosistemas hortícolas, ya que brinda servicios ecosistémicos en forma gratuita. Desde el INTA AMBA se está estudiando su comportamiento y cuáles son las especies destacadas.
“La utilización de la flora funcional acompañante en los agroecosistemas hortícolas permite incrementar la diversidad vegetal a través de la implantación y selección de diferentes especies de aromáticas y ornamentales, entre otras”, define María Eugenia Strassera, técnica-investigadora del INTA AMBA. Y añade que su uso contribuye a reducir en parte la demanda de los plaguicidas.
Asimismo, agrega la especialista que dicha flora brinda otros beneficios como: la modificación de algunos parámetros físicos del suelo, mejora el reciclaje de los nutrientes y la captación de radiación solar por parte del agroecosistema, optimiza la productividad, incrementa la diversidad de organismos asociados como son los polinizadores y enemigos naturales, entre otros, perfeccionando la polinización de los cultivos y la regulación de plagas.
Strassera añade que, además, la flora funcional acompañante brinda para la fauna benéfica sitios alternos de refugio, de oviposición (donde colocan sus huevos) y alimentos alternativos para que los enemigos naturales puedan incrementar sus niveles poblacionales, establecerse y así regular naturalmente a las plagas que afectan a los cultivos minimizando sus ataques.
“Su éxito es sitio-dependiente ya que no es de aplicación universal ni es extrapolable. Es decir que asociaciones que son exitosas en un agroecosistema pueden no serlo en otros y es por esto que siempre deben ser evaluadas localmente”, aclara.
La utilización de esta práctica, agrega, “contribuye a reducir en parte la demanda de insumos externos como son los plaguicidas y en caso de ser necesaria una pulverización sólo se realizará cuando esté técnicamente justificada a través del monitoreo del cultivo”.
Por lo tanto, sólo se intervendrá cuando se supere el máximo nivel de tolerancia, definido como el máximo nivel de daño que tolera el cultivo sin manifestar pérdidas de rendimiento por el ataque de la plaga en cuestión.
Requisitos
Existen numerosas experiencias nacionales e internacionales que al complejizar los agroecosistemas, como invernaderos o producciones a campo, permiten fomentar, anticipar, sostener e incrementar la presencia de enemigos naturales y polinizadores en el lote productivo con resultados satisfactorios.
La técnica describe los requisitos que deberían presentar las especies vegetales que formarán parte de la flora funcional acompañante para ser seleccionadas: ser atractivas (color) y de fácil acceso al néctar y/o polen (corola corta), debe existir un escalonamiento de floración de todas las especies seleccionadas para garantizar su continuidad, y así extender el período de permanencia y establecimiento de los enemigos naturales y polinizadores.
Los enemigos naturales dispondrán el alimento durante todos sus estados de desarrollo, de manera que estarán activos al momento que las plagas aparezcan y puedan regularlas en las diferentes etapas fenológicas del cultivo hortícola de interés.
Además, es importante que algunas especies tengan la floración temprana para anticipar la presencia de enemigos naturales y polinizadores de presencia espontánea, pero no deben atraer la presencia de ácaros e insectos plaga ni de enfermedades. En este sentido, se deben seleccionar las especies preferidas por los enemigos naturales y polinizadores.
En esta línea si se colocan a campo deben tener bajo porte y resistir 3-4 cortes por año, y se recomiendan las especies bianuales o perennes, ya que las anuales no resisten los cortes y habría que sembrarlas cada doce meses.
Finalmente la mezcla de especies deberá estar adaptada a las condiciones climáticas (horas de luz/sombra, períodos húmedos, de sequía, elevadas, muy bajas temperaturas, período de heladas y régimen de precipitaciones) y del suelo de la zona productiva. También deben encontrarse fácilmente en los viveros. La especialista del INTA AMBA recomienda “plantas nativas en lo posible”, ya que cumplen con las características anteriormente mencionadas.
Destacadas
María Eugenia Strassera destaca algunas de las especies vegetales que han sido favorables para formar parte de la flora funcional acompañante en Argentina y en otros países. Entre ellas menciona algunos cultivos como el maíz (Zea mays), poroto (Phaseolus vulgaris), zanahoria (Daucus carota), radicheta/achicoria (Cichorium intybus), entre otros.
También comenta que existen otras especies aromáticas y gramíneas que cumplen la misma función, entre las que se puede mencionar algunas como el romero (Salvia rosmarinus), orégano (Origanum vulgare), trébol rojo (Trifolium pratense), vicia (Vicia sepium), pasto oloroso (Anthoxanthum odoratum), cola de perro (Cynosorus cristatus), festucas (Festuca guestfalica, Festuca rubra rubra), y poas (Poa nemoralis, Poa pratensis, Poa trivialis).
Strassera expresa que además hay especies florales ornamentales que cumplen esta función de flora acompañante entre las que se encuentran los geranios (Geranium pyrenaicum, Pelargonium hortorum), aliso (Alyssum maritimum), margaritas (Bellis perennis, Eucanthemum vulgare), campanillas (Campanula rotundifoli), y varias más.
En lo que respecta a plantas nativas, la investigadora del INTA destaca la Glandularia (variedades Alba INTA y Hana Magenta INTA), Calibrachoa (variedades Overá Fuscia INTA y Pampa Salmón INTA) y Mecardonia (variedades Guaraní Amarilla INTA, Poty Amarilla INTA), entre otras.
A modo de conclusión, la lista de flora funcional acompañante es amplia, y todas ellas contribuyen a brindar servicios ecosistémicos en forma gratuita, y a reducir el uso de plaguicidas en los cultivos. Al mismo tiempo estas especies crean un ambiente adverso para la circulación de plagas y simultáneamente atraen a la fauna benéfica, como polinizadores y enemigos naturales que favorecen la regulación natural de las plagas.