Héroes de Malvinas, Héroes de la Patria: Teniente Primero Roberto Estévez
Muchas palabras como valentía, valor, camaradería y sacrificio resuenan al repetir su nombre. Pero, ¿realmente podríamos definir a este soldado?
Todo sacrificio tiene un propósito. El teniente primero Estévez, desde muy pequeño, dio indicios de la misión que iba a elegir enfrentar en su juventud. Las anécdotas que contaron sus allegados sobre las historietas que él dibujaba acerca un gaucho con capa, un héroe nacional ficticio que peleaba para recuperar las Malvinas, marcan su amor incondicional por la Patria desde el inicio de su vida. Este amor se mantuvo y, fue en su último suspiro, donde se fortaleció.
El joven oficial entregó su vida a la Nación y a Dios antes del combate. Por eso, plasmó sus últimos deseos en dos cartas destinadas a su padre y a su novia. Cuando selló ambos sobres, Roberto se despidió para siempre. Él sabía perfectamente cuál era su objetivo y no iba a escatimar ninguna acción, por más arriesgada que sea, hasta lograrlo. Nuestro héroe se llevó al cielo la Cruz al Heroico Valor en Combate, la máxima condecoración militar de la República Argentina. Así, fue como cumplió con la afirmación que escribió al final de la carta dirigida a su padre: “Dios y Patria ¡O muerte!” .
Dicha condecoración fue otorgada por haber dirigido un contraataque, en la batalla de Pradera del Ganso, para permitir el repliegue de compañeros comprometidos. La situación del enfrentamiento era totalmente desfavorable ya que fue durante la noche y en una zona ocupada por fuerzas enemigas. Luego de haber sido herido seriamente,el oficial continuó en la acción, ocupó el objetivo asignado y lo mantuvo. Combatió hasta el final, con un balazo en una pierna y un brazo destrozado por un proyectil. Un disparo impactó en uno de sus pómulos poniendo fin a su vida. Antes de morir y seriamente herido, el teniente aún tuvo tiempo de ordenarle a uno de sus soldados que se coloque el casco para protegerse de las balas.
Calles, avenidas, comederos, plazas, escuelas, barrios, clubes, centros vecinales y grupos scouts llevan su nombre para ayudarnos a recordar las lecciones que el joven teniente Estévez nos dejó de herencia. En su niñez, él jugaba con soldaditos de plomo sobre mapas de las Islas Malvinas sin saber, que en los últimos días de su vida, iba a vivir aquello que tanto recreaba y anhelaba en sus inocentes juegos.
Una de sus cartas lo dibuja su vocación de servicio en su real dimensión, cuando pide a quien era su novia que rece por él, para que "entregue con acierto, energía y sin medidas todo lo que como soldado pueda brindar."
El patriotismo fue su estandarte y sus fuertes convicciones se convirtieron en el motor que impulsó cada uno de sus heroicos actos. Intentar definir a este héroe de la patria sería limitarlo y encasillarlo. Por eso, recordémoslo de la misma forma que él amaba a su vocación, a su Nación y a Dios… de forma ilimitada.