El racismo en Argentina, el debate pendiente a 2 años sin Fernando
Por Victoria Donda
La titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) reflexiona a partir del aniversario del asesinato de Fernando Báez Sosa.
Hace 2 años el país se conmocionó por un video. Las imágenes mostraban, sin vueltas, un ataque en patota de un grupo de jóvenes hacia otro que, ya indefenso, resistía los golpes desde el piso. Hasta que lo asesinaron. Y todavía le pegaban.
Era Fernando.
Para sus atacantes, un “negro de m…”, según le gritaban mientras propinaban la golpiza.
Hoy se cumplen 2 años de esa muerte que nos dolió a todos, todas y todes. 2 años desde ese grito, un grito con raíces históricas para quienes no tenemos un color de piel que se corresponde con la hegemonía histórica de nuestro país.
La sonrisa de Fernando en sus fotos y los relatos de sus familiares no dejan mentir: era un joven lleno de vida y proyectos. Igual que Lucas González, el joven futbolista asesinado por la Policía de la Ciudad, también por ser un “negro”. Igual que tantos otros.
Puede decirse que son casos distintos y es cierto: cada situación tiene sus particularidades. No es lo mismo la violencia institucional (ejercida desde el Estado) que la violencia social. Pero lo que quiero remarcar es que en estos casos ambas están alimentadas por lo mismo: el racismo.
El crimen de Fernando es una oportunidad para poner de manifiesto algo que desde el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) buscamos visibilizar desde que asumimos: el racismo en Argentina existe. Y mata.
El racismo se vincula con otras matrices opresoras y genera discursos y prejuicios extremadamente peligrosos. Todos los actos de violencia tienen detrás de sí un entramado discursivo que lo avala. “Matenlo, es un negrito de m…” se suele escuchar en las voces de algunos atacantes.
Heredamos al racismo gracias a la lógica del poder colonial, que separó a la sociedad en castas dando sustento a una división social. Una casta donde la cima de la pirámide social y de poder estaba compuesta por los varones blancos.
Esa división racial perdura hasta el día de hoy. Por eso debemos hablar de racismo, sobre todo en esta Argentina donde la hegemonía racial deja afuera a las grandes mayorías. Muchas y muchos provenimos de pueblos originarios, otros y otras son afrodescendientes. No es casualidad que la matriz del poder en Argentina haya sido siempre mayoritariamente blanca y masculina.
Tampoco es casualidad que las víctimas de esa matriz de poder tengan siempre caras como las de Fernando o Lucas. Caras de ese color de piel, caras de barrio, caras de pueblo.
Para enfrentar los crímenes raciales de hoy debemos poner sobre la mesa el debate del racismo en nuestro país, como lo hizo el movimiento feminista en los últimos años al demostrar cómo funciona el patriarcado en todas las esferas de la vida cotidiana.
Desmontar el andamiaje colonial y racista de nuestras vidas debe ser el próximo paso.
Eso es lo que le debemos a Fernando.