“Cada uno es un mundo distinto”
Asana en una organización de apoyo educacional para jóvenes y adultos con discapacidad mental severa. Ubicada en Escobar, les ofrece talleres específicos para cada nivel de desarrollo, enfocados en su autosustento.
Hace cuarenta años, Mercedes Braun, madre Santiago, un chico con discapacidad mental severa, tuvo una introspección que la llevó a imaginar el futuro de su hijo cuando ella ya no lo pudiera cuidar, o él tuviera la necesidad de independizarse. Así nació Asana, un centro educativo terapéutico con hogar permanente. Está ubicado en Escobar: allí treinta jóvenes y adultos viven en un predio de tres hectáreas rodeados de árboles de membrillo, cítricos, higueras y nogales. También comparten sus días con Pedro, un perro de asistencia, que los acompaña en el día a día.
Asana es un lugar de contención y cuidado integral. Cuenta con un equipo de médicos y profesionales especializados en discapacidad. La idea la lograron llevar adelante Mercedes y un grupo de padres y especialistas, en 1976. La mujer falleció hace poco más de un mes, pero su obra sigue. Es la que construyen todos los días los integrantes de esta ONG para brindarles a las personas con discapacidad mental severa una mejor calidad de vida
En el sitio también se puede leer una carta pública que Mercedes escribió para explicar el porqué de la existencia de Asana: “Los hijos necesitan independizarse de sus familias para poder crecer. Retenerlos es no permitirles realizar sus vidas. Santiago, un adulto discapacitado mental severo, merecía también tener esta oportunidad. Aunque nos cuesta y mucho considerar un cambio tan importante porque son vulnerables y dependientes, porque sentimos que los abandonamos, porque no los creemos capaces, y porque nos parece una actitud egoísta de nuestra parte, dar este paso es trascendente para ellos y para nosotros”.
“Asana es la emancipación de Santi, decía Mercedes, y no se equivocó”, cuenta hoy Martín Rivera, director de la institución, mientras pasea por el jardín y saluda al hijo de la fundadora, que aún vive allí.
Las puertas de la organización están siempre abiertas y los residentes pueden irse con sus familias cuando quieran. “Si ellos quieren volver, lo hacen. Y eso es lo que pasa. Nos da la pauta de que acá están bien porque es su casa”, dice Rivera.
El trabajo diario
La idea principal, explica Rivera, es ofrecerle a las familias, y a los jóvenes en particular, un espacio cuidado para que puedan desarrollarse y vivir su vida adulta de la manera lo más plena posible: “Necesitan en algún momento emanciparse y los padres también. Por eso creemos que esa opción tiene que estar“.
Los residentes de Asana participan todos los días de talleres educativos con niveles de exigencia acordes al desarrollo cada uno. Hay quienes están aprendiendo palabras, formas y colores, y quienes se destacan en el amasado de las pizzas, que todos consumen en el almuerzo, o el envasado de condimentos. “Acá no hay nada estándar -señala Rivera-. Asana es un traje a medida porque cada uno es un mundo distinto”.
Ahora trabajan en el montaje de una obra de títeres con canciones de María Elena Walsh. Esa propuesta la quieren llevar a jardines de infantes. “Para beneficio de nuestro chicos, pero también de los niños del jardín. Es importante que tengan una aproximación a la discapacidad y entiendan que estas personas tienen mucho para dar”, dice Rivera.
Un nuevo edificio
Con frecuencia también organizan salidas a eventos por la zona y viajes grupales. Rivera señala que planificar esos viajes, que no llegan a cuarenta horas, lleva ocho meses. Para que los residentes de Asana “vayan entendiendo qué van a hacer, qué conducta deben tener, qué se espera de ellos, qué personal los acompaña. Todo lleva tiempo, pero ellos la pasan genial y nosotros también”.
En los próximos meses tienen planeado inaugurar un nuevo edificio en el mismo terreno, con más habitaciones y mejor equipamiento. “Vamos a duplicar nuestra capacidad, lo que requiere mucho trabajo y dedicación. Estamos muy contentos”, expresa orgulloso el director de la organización.
Rivera sueña con que Asana siga creciendo y ayude a desarrollarse a personas con otras discapacidades, cuyas necesidades no se encuentran hoy satisfechas. “Entendemos que tiene que haber ofertas en base a todas las necesidades en materia de discapacidad. Hacia eso vamos”.