El Comité de Lucha contra la Trata participó en Paraguay de la II Cumbre de Autoridades y XIII Asamblea de los 30 pueblos Jesuítas y Guaraníes
En San Ignacio Guazú, la Dirección Operativa del Comité fue incluida en la plataforma de autoridades que trabajan por la integración regional. El director del Comité, Gustavo Vera, resaltó elementos de la historia de las misiones jesuíticas y el legado que dejaron como ejemplo de lucha contra la esclavitud y la servidumbre.
El director del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Protección y Asistencia a las Victimas, Gustavo Vera, fue invitado a participar de la Segunda Cumbre de Autoridades y la XIII Asamblea de los 30 pueblos Jesuitas y Guaraníes, desarrollada en San Ignacio Guazú (Paraguay), convocada por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, el Municipio de San Ignacio Guazú, y los Jesuitas del Paraguay, que congregó a funcionarios, académicos y especialistas de Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina, con el objetivo de avanzar hacia una integración de los pueblos misioneros en una Patria Grande de valores, anhelos y compromisos comunes, que se consolide en el conocimiento y la difusión de las raíces histórico-culturales comunes que legaron las misiones jesuíticas entre 1609 y 1768.
Cabe destacar, que en estas misiones se desarrolló una de las experiencias comunitarias e integradoras más importantes de América Latina, en materia de desarrollo socio-comunitario, económico y cultural; que fue además punto de partida del cooperativismo en el mundo y significó la liberación masiva de las prácticas de trabajo forzado a la que eran sometidos los pueblos aborígenes de la región.
La II Cumbre de Autoridades de la Región de los 30 pueblos se desarrolló el viernes 19 de mayo en el Salón Cacique Arapysandu de la Municipalidad de San Ignacio de Guazú y fue presidida por la intendenta municipal, Cristina Ayala. Participaron de la misma funcionarios de los cuatro países de la región. En la delegación argentina estaban presentes el secretario de la Gobernación de Misiones, Germán Fretes, el intendente de Santa Rosa (Misiones), Rubén Jacquet; la intendenta de San Miguel (Misiones), Elvina Hilaria González de Díaz; el presidente de la Comisión para el Desarrollo Intermunicipal e intendente de Campo Grande, Carlos Sartori; y la delegación de la Dirección Operativa del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas, encabezada por Gustavo Vera y acompañado por el coordinador de equipos técnicos, Facundo Lugo, y el delegado responsable de la regional del NEA, José Serbin.
La XIII Asamblea de los 30 pueblos se desarrolló el viernes 19 y el sábado 20 de mayo en las instalaciones de la Unidad Pedagógica de la Universidad Católica de San Ignacio Guazú, y contó con numerosos paneles donde expusieron académicos, funcionarios, religiosos, artistas y representantes de pueblos originarios guaraníes. Entre los temas que se abordaron, estuvieron los vinculados al origen del cooperativismo en las misiones jesuíticas, el desarrollo del arte, la ciencia y la economía en las Misiones, y propuestas para avanzar en una integración regional de los 30 pueblos que compartieron raíces de desarrollo socio-comunitario durante más de un siglo y medio.
El director del Comité Ejecutivo resaltó que “durante la conquista de América abundaron prácticas de acumulación mafiosa de capital donde los métodos de servidumbre, de la encomienda, de la mita y el yanaconazgo, fueron predominantes. Y que sin ninguna duda los de los cristianos que más eficazmente lucharon contra este horror, fueron los jesuitas, quienes desde mediados de 1600, comenzaron a construir las misiones. La primera de esas misiones se desarrolló en 1609 precisamente en San Ignacio Guazú, y luego se extendió a más de 30 pueblos jesuíticos y guaraníes que liberaron del trabajo forzado a decenas de miles de aborígenes, desarrollando una formidable experiencia socio comunitaria”.
Vera añadió: “Básicamente el concepto con el que trabajaron es que había que construir el sentido de comunidad, había que integrar a los dos mundos, había que establecer relaciones humanas de igualdad, fomentar el trabajo productivo, genuino y justo, tanto individual como colectivo, y que mediante el trabajo en comunidad, solucionando los problemas temporales más urgentes, iba a ser mucho más fácil que floreciera la espiritualidad en común y el sentido de pertenencia. Este fue el trabajo que los jesuitas hicieron, muy intensamente, en las zonas fronterizas de Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil, con muchísimas dificultades, porque tenían dos grandes enemigos. Tenían a los encomenderos, que obviamente querían llevar de vuelta a un situación de servidumbre a las tribus guaraníes, y tenían también a los esclavistas, a los que se les arruinaba el negocio de la compra y venta de seres humanos”.
Con respecto a la forma de organización que asumía el trabajo productivo en las misiones, Vera explicó: “Las misiones jesuíticas fueron comunidades productivas donde había trabajo agropecuario y donde había propiedad colectiva y propiedades individuales. La propiedad colectiva se llamaba tupambaé – Tupa era el dios de los guaraníes – y en esta propiedad colectiva, los guaraníes trabajaban tres veces por semana y realizaban una producción intensiva bastante importante, para poder garantizar la subsistencia de la comunidad. Los tres días restantes de la semana, porque uno descansaban, era avamba´e, o sea la propiedad individual de cada una de las unidades familiares que integraban esta comunidad”.
Asimismo, detalló la manera en la que fueron creciendo las misiones: “Al principio, tuvieron muchas dificultades, hasta que algunos gobernadores, como Hernandarias, entre otros, las alentaron y establecieron que aquellos guaraníes que perteneciesen a esas comunidades no iban a estar sometidos al servicio de la encomienda, o sea no iban a ser reducidos a la servidumbre. Fue ahí cuando se masificaron las misiones y llegaron a tener, en su mejor momento, hasta 150,000 aborígenes. Repito, no hay experiencia en la historia de rescate masivo de personas en situación de servidumbre más importante que la que llevaron adelante las misiones jesuíticas en aquel momento”.
Finalmente, Vera explicó el final de la experiencia y el legado que quedó, el que aún hoy permanece: “Como era de esperar, con el éxito de las misiones, fueron creciendo los resquemores de los esclavistas, y vinieron del lado del Imperio Portugués y del Imperio Español, porque la integración de los aborígenes en las misiones obstaculizaba la pelea por la máxima ganancia e impedía las formas de explotación más crudas, más crueles impuestas durante la Conquista. Todos sabemos que al final hubo un proceso de desgarramiento, de destrucción, de desmantelamiento de las misiones a mediados de 1700; que fue un proceso gradual, donde los jesuitas finalmente fueron expulsados de Latinoamérica. No obstante, su obra continuó a lo largo del tiempo, y dejaron como legado en la memoria histórica que el trabajo en comunidad, que la pertenencia a una comunidad, que el tratamiento igualitario, que el trabajo digno, eran el camino más práctico para recuperar la espiritualidad y el camino más práctico para superar las relaciones de servidumbre y construir dignidad. Esto es muy importante tenerlo presente, porque hoy en día, uno de los debates que hay en todo el mundo alrededor del tema de la trata es no solamente cómo combatirla, sino cómo reinsertar a las víctimas en la práctica, o sea, una vez que se las recupera, cómo lograr efectivamente su reinserción y encontrar alternativas sustentables para poder generar trabajo digno”.
Finalizadas las sesiones, la Dirección Operativa del Comité fue incluida en la plataforma de autoridades que trabajan por la integración misionera, por los aportes que puede realizar en materia de lucha contra el trabajo forzado.