De artista a artista - Rubén Sassano (Parte 1): “Tengo la necesidad de crear sobre temas olvidados”
Obras que son un mosaico en algunos casos de situaciones y reclamos sociales, su línea y valor de su paleta demuestra el sendero de los maestros que supieron inculcarle el valor de la plástica. Rubén Sasano es un artista al que a uno le da mucho placer charlar con él por la sensibilidad social y la época que recrea a través de sus vivencias o contexto histórico que lo rodeó. Poseedor de la humildad de los grandes artistas, el Ministerio de Economía durante el año 2022 tuvo la oportunidad de apreciar su obra, con una muestra que llamaba a la profunda reflexión acerca del bombardeo de Plaza de Mayo.
Siendo discípulo de una de los fundadores del área de Patrimonio de este Ministerio es un orgullo poder presentar en esta oportunidad a un artista plástico Porteño. Su historial artístico es bastante amplio, desde sus comienzos en los 60’s y hasta la actualidad, Rubén jamás ha pausado su producción artística.
Exponiendo sus obras tanto en territorio argentino, como en el exterior, Sassano ha transitado un nutrido camino de Artista que a continuación nos revela en esta amena entrevista que daremos en tres entregas para que el lector tenga la posibilidad de analizar y apreciar tan nutrido bagaje plástico que posee el artista.
1- ¿Cómo fueron tus inicios, tu primer impulso o conexión con las artes plásticas?
Mi viejo de chico me llevaba a ver las muestras que se hacían en la cooperativa donde él trabajaba (recuerdo de haber visto dibujos de Carlos Alonso, Castagnino, Bernardo Jessiot y grabados de Roberto Duarte, quien me regaló una carpeta con xilografías de tango que hoy sigo conservando), recuerdo que una vez, de pibe, me llevó a visitar el taller de un pintor popular: Luis Dottori, donde quedé deslumbrado en ese momento, el hacía una pintura social, ranchos de villas y los personajes de clase humilde trabajadora. Creo que estas situaciones fueron formando mi interés en el arte. Incentivaron mis ganas de dibujar y pintar intuitivamente. Así empecé a comprar en fascículos, libros de arte.
2- Háblame sobre tu formación artística ¿Quiénes fueron tus maestros? ¿Cómo fue tu paso por el Bellas Artes?
Llegué a la escuela de arte por medio de un amigo, Gabriel Morales, artista grabador Jujeño, que nos habíamos hecho amigos por colaborar en dictadura en una revista subte “Huaico” en épocas de resistencia, y un día me dice si lo acompaño a la Belgrano y cuando estamos en la escuela me dice. ¡Anótate!, y no tenía ningún papel, y así fue que le debo a Gabriel el poder estudiar…esto me cambio la vida…
Pasé por las escuelas de arte Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón, donde lo bueno que encontrás es la diversidad de criterios, y está en uno el poder elegir. Puedo rescatar a mis dos maestros Georgina Labró, que con ella aprendí a trabajar el color y la forma, solíamos pintar en grupo, donde aprendí atrabajar el color en la distancia, y lo más importante eran las charlas colectivas de reflexión al final de la jornada de trabajo. Georgina te dejaba trabajar y cuando le hacia una pregunta, me pedía los trabajos que estaba haciendo, se los dejaba unos días, y después venía una devolución del trabajo varias horas conversando sobre el arte y como estaba progresando mi trabajo, ella decía que cuando estaba la pregunta era el momento de hablar…muy oriental su estilo.
Mi otro maestro es Osvaldo Attila.
3- Entre tus maestros tuviste la oportunidad de conocer a Osvaldo Attila, quien es en parte el fundador del área de Patrimonio Cultural del Ministerio donde trabajamos nosotros todos los días. ¿Qué experiencia te dejó trabajar con él? ¿Alguna anécdota interesante?
Sí, puedo decir que “El Flaco” (Attila) fue mi maestro. Puedo rescatar distintos aspectos como el de ordenar el lenguaje plástico, trabajar con los cuatro valores famosos en su discurso, el poder ver los 8 tipos de contrastes simultáneos en los cuales el ojo puede ver y así ordenar el trabajo. Recuerdo que se armaban grandes modelos con cacharros y telas, para cada uno tome una parte y arme su boceto. También podemos decir que sus clases las hacíamos con los ayudantes y cuando él llegaba hacía que la charla sea magistral, sobre el lenguaje plástico y la ética del artista y después esas mesas largas de bar donde se entrelazaban la política con el arte, creo que ahí aprendí mucho.
A mí en un momento me costaba digerir tanta información, eran muchos conocimientos todos juntos. Un día me dice: “Pibe, no pierdas el tiempo y anda a trabajar a mi taller” …años después trabajo cotidiano iba descubriendo esos contenidos que él había hablado, los entendía trabajando solo en el taller y hasta le discutía desde el trabajo esos conceptos a los que él había llegado, como, por ejemplo, cuando nos hacía hacer un boceto en valores y pasarlo a pintura y él le daba a cada valor un color, el problema estaba cuando querías poner un valor medio que comparten el verde y el rojo. Pasa el tiempo, nos encontramos y vamos a tomar algo en un bar y le hago este planteo, primero me discute y al final de la charla me dice: “Pibe, viste, hice bien mi trabajo, vos estás elaborando tu propio pensamiento, es bueno discutir al Maestro”.
En una oportunidad lo cruzo en una exhibición y me invita a una mesa en el Paláis de Glace donde había una muestra de los socios honorarios de la SAAP, donde él era el Presidente, yo había sacado un premio en el Salón Nacional, y me dice: “Vos nunca me pediste nada, y ahora tenés el premio en el salón”. En la charla me hace subir al escenario y me sienta a su lado, me presenta como su alumno y dice: “El, la hizo solo, trabajando y ahora tiene este premio en el salón sin pedirle nada a nadie”, yo estaba con la cara roja y no sabía que decir…creo que de esta manera reconoció mi trabajo de ese momento.
Los esperamos en la próxima entrega para continuar recorriendo la vida y obra del artista.
PV.