La nueva generación de ingenieras con vocación espacial
En el Día de la Ingeniería Argentina, entrevistamos a dos jóvenes profesionales de la CONAE que se desempeñan en diferentes áreas para la Misión SABIA-Mar.
Este lunes 6 de junio desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) rendimos un especial homenaje a nuestras ingenieras e ingenieros, en el Día de la Ingeniería Argentina. La tarea de estos profesionales es un pilar fundamental para avanzar en las metas del Plan Nacional Espacial que lleva adelante nuestro país desde 1994, y que se proyecta hacia los próximos años con nuevas misiones y grandes expectativas. Hoy compartimos el testimonio de dos jóvenes ingenieras que trabajan en la CONAE, en el desarrollo de la Misión SABIA-Mar dedicada el estudio del mar y las costas de América del Sur, cuyo lanzamiento está previsto para 2024.
Desarrollo personal y nacional
Araceli Barrera (29) estudió Ingeniería Mecánica en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), donde egresó en 2019 y está tramitando su diploma de honor. Hoy trabaja en la Unidad de Servicios de Ingeniería (USI) de la CONAE, en el equipo mecánico y térmico que brinda soporte a la Misión SABIA-Mar.
“Mi familia me estimuló desde pequeña. Mi vieja es arquitecta y siempre la vi dibujando y diseñando. Mi viejo es contador; siempre estaba sacando cuentas y estimaciones. Así que tomé un poco de las dos partes”, indicó. “Desde muy chiquita agarraba la caja de herramientas y me gustaba armar cosas. Como dormía en una cama alta, a los cinco años diseñé un sistema con poleas y roldanas para subir y bajar mis cosas”, recordó.
El próximo hito que recuerda, antes de estudiar ingeniería, fueron las Olimpíadas Argentinas de Astronomía de 2010, de las cuales participó mientras cursaba el quinto año de la secundaria y ganó una medalla de plata. Luego integró el equipo nacional que compitió en las Olimpíadas Latinoamericanas de Astronomía y Astronáutica, en Brasil, donde obtuvieron el primer puesto “Contra todo pronóstico, en la competencia de lanzamiento de cohetes de agua sacamos 20 metros de distancia horizontal, como ventaja al siguiente equipo”, se entusiasmó. “Ahí me di cuenta que me gustaba mucho la ingeniería”, aseguró.
En 2020 siguió de cerca, por redes sociales, el lanzamiento del satélite SAOCOM 1B y se entusiasmó con la idea de trabajar en la CONAE. Fue entonces cuando llegó una convocatoria a la FIUBA y, tras presentarse, quedó seleccionada. “Ahora estamos trabajando en la revisión y seguimiento de los paneles solares del SABIA-Mar, junto a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que fabrica las celdas solares, e INVAP, que genera el mecanismo de despliegue. “Estoy muy contenta. Es un gran desafío, que me motiva. También me encanta lo que hago por la posibilidad de trabajar para el Estado argentino, aportando mi granito de arena y sabiendo que desarrollamos una tecnología con fines pacíficos para el crecimiento del país”, dijo.
Además Barrera es docente del Departamento de Astronomía del Colegio Nacional de Buenos Aires, donde entrena a estudiantes para las olimpiadas. “Tratamos temas que no se suelen ver en general, como los conceptos de órbitas y lanzadores. Les chiques se entusiasman por aprender y conocer que la Argentina tiene una plan espacial”. Además, se encuentra buscando financiamiento para poner en marcha el mecanismo que mueve la cúpula astronómica circular del Colegio Nacional, que data de 1936, en cuyo diseño se concentró durante su tesis de grado.
Ingeniera argentina, por elección
Ada Luz Caballero Sifuentes (36) nació en Lima, Perú, y a sus 17 años se mudó a la provincia de San Luis, Argentina, para estudiar Ingeniería Electrónica con orientación a sistemas digitales en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Hoy forma parte del equipo de Ingeniería del proyecto SABIA-Mar, para la Subgerencia de Jefatura dependiente de la Gerencia de Proyectos Satelitales.
“Mi deseo de estudiar ingeniería surgió desde muy pequeña. Mi papá, que tiene familia en la Argentina, es técnico electrónico. Él siempre me compartía lo que hacía en su trabajo con radiocomunicaciones y yo le ayudaba. Mi primer empleo fue ayudarle a limpiar y reparar las radios. Por eso supe desde muy chica que quería formarme en esa área”, afirmó. Luego de terminar la escuela secundaria, también alentada por su familia, decidió emprender sus estudios universitarios en la Argentina y, tras concluir su carrera de grado, comenzó a planificar cómo continuar su formación académica en este país.
“Todavía no conocía que en la Argentina se podía estudiar tecnología satelital”, mencionó. Para ella, el espacio era un área de conocimiento lejana a la región latinoamericana. “Eso lo descubrí al finalizar la carrera. Sabía que quería seguir capacitándome y que me gustaban mucho las telecomunicaciones, que había estudiado en la universidad. Y cuando me puse a investigar descubrí que existía la Maestría en Tecnología Satelital de la Unidad de Formación Superior (UFS)”, dijo. Este posgrado lo ofrece la CONAE en conjunto con la Facultad Regional Córdoba de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y se dicta en el Centro Espacial Teófilo Tabanera.
“Me presenté, me aprobaron y apliqué a una beca full time, así que tenía que mudarme a la provincia de Córdoba”, comentó. En 2021, luego de haber finalizado la maestría con la realización de su tesis sobre la gestión de riesgos en misiones satelitales, Caballero se postuló a un llamado de la CONAE e ingresó a la agencia espacial nacional para trabajar como ingeniera de Validación y Verificación del Equipo de Ingeniería de Misión. Actualmente se encarga de hacer la supervisión, gestión y seguimiento de la documentación de la Misión SABIA-Mar a nivel de sistemas, así como la supervisión de los requerimientos y el plan de validación y verificación asociado a esos procesos.
“Mi trabajo es muy gratificante porque me permite aplicar los conocimientos que he adquirido durante la maestría. También valoro la posibilidad de interactuar con diversos grupos de personas dentro del proyecto y con profesionales de distintas instituciones públicas y privadas, como INVAP, VENG y Ascentio, que participan del proyecto”.
“Hace 20 años que vivo en este país. Cuando me recibí en la UNSL, lo hice como ingeniera argentina, porque me otorgaron la nacionalidad argentina. Lo solicité principalmente porque estaba muy agradecida de haber estudiado acá. Aún no sabía que después también iba a tener la oportunidad de ser parte de un proyecto espacial que, cuando era chica, veía tan lejano”, reconoció, y agradeció el aporte de sus docentes y del equipo de trabajo de la CONAE, que la apoyaron y compartieron con ella sus conocimientos y experiencias.-