Origen del paracaidismo militar argentino (1941-1952)
Hoy la VII Brigada Aérea conmemora por tradición el Día del Paracaidista de la Fuerza Aérea, hito que se gestó en 1944 cuando se llevó a cabo el primer lanzamiento de paracaidistas militares
El presente trabajo publicado originalmente en el Anuario del Instituto Nacional Newberiano 2002 por el comodoro (R) Santos Domínguez Koch, director de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea entre 1982 y 1989, fue adaptado y actualizado para su difusión por la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea Argentina.
La II Guerra Mundial, como extraordinaria contienda bélica sin precedentes, fue al costo increíble de más de 50 millones de vidas humanas perdidas, el campo propicio para realizar grandes experimentaciones sobre el arte militar, dando origen a nuevas doctrinas y mortíferas armas producto de una evolución tecnológica vertiginosa, que se mantuvo bajo estricto secreto. Uno de los ejemplos más ilustrativos fue el empleo masivo de tropas de paracaidistas y aerotransportadas por parte de Alemania que, en los inicios de la guerra, infligió sorprendentes e ininterrumpidas derrotas a los ejércitos aliados.
El Ejército Argentino, que junto con la Armada eran considerados por entonces a la vanguardia de Latinoamérica, al estudiar aquella guerra llegó a la conclusión que resultaría imprescindible la incorporación del paracaidismo militar a su fuerza como medio para perfeccionar su capacidad militar.
Su implementación sería compleja, llevaría tiempo y surgiría de la propia investigación y experimentación, en razón de ser una nueva y secreta arma de la que se desconocía su doctrina de empleo y no existía aún ninguna bibliografía documental específica.
En el campo de la aviación militar argentina y hasta mediados de la década de 1920, el uso del paracaídas por parte de los aviadores no se había generalizado como elemento apto para garantizar la supervivencia de una tripulación ante una grave emergencia aérea. Esto se debía a que aún no había surgido un paracaídas apto y eficiente que superaba su primitiva etapa experimental.
Tal situación comenzaría a ser revertida recién a partir del año 1919 con la creación de un paracaídas de emergencia, realizado por el constructor norteamericano Leslie Le Roy Irvin (1895-1966). El mismo se caracterizó por ser seguro, confiable y práctico, surgiendo así la Irving Airchute Company Inc., empresa que lo proveyó a la mayoría de las aviaciones de entonces.
Aquella adopción llevó su tiempo, dado que existió un periodo de incomprensión por parte de los propios pilotos debido a que algunos de ellos prefirieron sacrificar sus vidas dentro del avión antes que saltar con la protección de un paracaídas.
Su uso obligatorio en la aviación militar argentina comenzó en forma práctica en 1926, ante la incorporación de nuevos y modernos aviones que traían el paracaídas como equipo de dotación normal. Tal es el caso de los 39 aviones Breguet XIX de origen francés, biplanos y biplazas, de reconocimiento y de bombardeo liviano que se adquirieron precisamente en aquel año.
El primer beneficiario de aquella previsora obligación de usar el paracaídas resultó ser el propio ministro de Guerra, general Agustín P. Justo (1876-1943), quien años después llegaría a ser presidente de la Nación Argentina (periodo 1932-1938). El 12 de abril de 1927, durante una gira de inspección por guarniciones militares del interior del país, viajó como pasajero a bordo de un Breguet XIX, cuando fue inesperadamente despedido de su asiento por una fuerte turbulencia, salvando su vida al abrírsele su paracaídas y llegar sano y salvo a tierra.
El historiador brigadier general Ángel María Zuloaga (1885-1975), nos narra que el avión estuvo conducido por el capitán Victoriano Martínez de Alegría, un hábil piloto, quien luego de advertir el descenso forzoso del ministro y, al no poder aterrizar en el lugar, decidió continuar su vuelo hasta llegar al destino previsto. Allí informó a su jefe lo ocurrido, despachándole un telegrama que decía: “Perdí Ministro, Alegría”.
La obligatoriedad del uso del paracaídas se completó un año después, cuando por un decreto se aprobó el Reglamento de Empleo y Matriculación del Paracaídas en el país.
A continuación, destacamos los principales hitos del rico historial del paracaidismo militar argentino en su etapa inicial, que le permitió ser la quinta nación en el orden mundial en poseerla, después de Rusia, Alemania, Inglaterra y EE.UU. y la primera de Iberoamérica.
Escuela de Tropas Aerotransportadas
El trascendente proceso argentino del paracaidismo militar tuvo su origen cuando, en 1941, el Gobierno Nacional dispuso aprobar los "Cuadros de Organización de Paz del Ejército para el año 1942", creando la Agrupación de Transporte de la Aviación Militar con asiento en la por entonces Base Aérea Militar de El Palomar y ordenando a su Estado Mayor iniciar los primeros y complejos estudios.
Una de las primeras disposiciones adoptadas fue asignarle a la referida Agrupación y entre otras, la misión de “colaborar en la experimentación, instrucción y entrenamiento de las tropas de paracaidistas e infantería del aire”.
Se abrió entonces la inscripción para seleccionar los oficiales del Ejército que voluntariamente desearan iniciar estudios teóricos-prácticos sobre esta especialidad, fijando como requisitos ser del arma de Infantería, contar con condiciones físicas óptimas y estar comprendidos dentro de los grados de subteniente a capitán, con no más de dos años en el grado.
El 11 de octubre de 1943 se produjo un acontecimiento trascendente, cuando por un decreto se creó la Escuela de Tropas Aerotransportadas con asiento en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, asignándole la misión de impartir la instrucción especializada a los Oficiales, Suboficiales y Soldados Conscriptos, de realizar estudios afines, acumular experiencia y proponer los reglamentos pertinentes.
Una resolución complementaria del Ministerio de Guerra estableció que la Escuela se habría de organizar inicialmente sobre la base de efectivos correspondientes a un Batallón de Paracaidistas, a alcanzar en las siguientes etapas sucesivas:
- Constitución de la Plana Mayor e instrucción de Oficiales;
- Instrucción del cuadro de Suboficiales;
- Incorporación e instrucción de Soldados para integrar una Compañía;
- Organización de las unidades restantes de la Escuela.
El 8 de noviembre de 1943 se ordenó el primer movimiento del personal para la Escuela, integrándose el primer grupo de oficiales con el capitán Oscar Valarche; los tenientes 1° Jorge Lima y José Bonafina; los tenientes Ernesto Riportella, Edmundo Binotti, Elías Mendizábal y Raúl Roca junto a los subtenientes Horacio Balmaceda Moreno y Alfredo Llorens.
Días después, por un decreto del 12 de noviembre, se nombró al mayor Ulises Ibarra como primer director de la Escuela y jefe del Batallón.
Como instructor de paracaidismo militar se designó al oficial 6° Alberto Galatti (1917-1980), quien por sus brillantes servicios fue reconocido como paracaidista militar, dado de alta a partir del 1° de marzo de 1946 con el grado de suboficial mayor del Cuerpo General de la Aeronáutica Militar y condecorado al año siguiente por el Reino de España con la Cruz de 10 Clase al Mérito Aeronáutico con distintivo blanco, desempeñándose además como instructor de gimnasia el teniente de Gimnasia y Esgrima Moisés Bravo.
De esta forma finalizó el año 1943 en que bajo la dinámica y profesional actuación de su director, el mayor Ibarra, la Escuela comenzó a desarrollar su primer período de instrucción militar previsto, constituyendo su Plana Mayor e iniciando la instrucción aún terrestre de su primer y selecto cuadro de nueve oficiales subalternos asignados, tarea que, ante la falta de conocimientos, antecedentes y práctica, impuso a este personal la imperiosa necesidad de adquirir, bajo su inspiración, su propia experiencia.
La Escuela no contó con instructores extranjeros, tal como lo confirman sus Memorias Anuales y el mayor Ibarra, en un reportaje periodístico que se le hiciera siendo coronel (R) en 1988.
Escuela Militar de Paracaidistas
Las nuevas ideas del Gobierno Revolucionario surgido el 4 de junio de 1943, marcaron un hito histórico de singular importancia para las Fuerzas Armadas Argentinas y en particular para su Aviación Militar.
Una reestructuración del Ministerio de Guerra creó el 3 de agosto de ese año el Comando en Jefe del Ejército, en reemplazo de la anterior Inspección General y, el 11 de febrero de 1944, el Comando en Jefe de la Aeronáutica en reemplazo, a su vez, del Comando de Aviación de Ejercito.
La Aviación Militar comenzó a lograr su total independencia del Ejército, pasando a ser la tercera Fuerza Armada del país y permitiendo concretar, de esta manera, una antigua y legítima aspiración de todos los aviadores militares.
A este nuevo Comando en Jefe de la Aeronáutica se le asignó la alta dirección de los asuntos aeronáuticos de la Nación, con excepción de los concernientes a la Marina de Guerra, además del fomento intensivo de las actividades aeronáuticas, a fin de lograr en el más breve plazo su máximo desarrollo a través de los nuevos y originales principios de la integración e indivisibilidad del Poder Aéreo.
La Escuela de Tropas Aerotransportadas pasó a depender de aquel nuevo Comando en Jefe de la Aeronáutica a través de su Dirección de Institutos Aeronáuticos y se le cambió su denominación por Escuela Militar de Paracaidistas fijando su asiento en la Guarnición Aérea Córdoba, donde ya funcionaban la Escuela de Aviación Militar, la Escuela de Especialidades y la Fábrica Militar de Aviones.
Con los conocimientos adquiridos en la instrucción aérea y terrestre diaria y con los posteriores lanzamientos en paracaídas, se fue obteniendo la experiencia práctica y necesaria para cumplimentar con mayor seguridad la misión encomendada al crearse la Escuela, surgiendo sucesivas e ininterrumpidas promociones de oficiales, de suboficiales y de conscriptos aeronáuticos, como paracaidistas militares de la aeronáutica militar.
Verdadera y querida madre de aquel paracaidismo, apreciada y reconocida por su gran experiencia, conocimientos, vocación de servicio y admirada por su valentía, arrojo y responsabilidad, fue la señora Enriqueta Fruchard de Jarfelt (1888-1956). Se trató de la primera aviadora y paracaidista argentina, encargada del Taller de Paracaídas de la Escuela, compañera inseparable en todos los saltos de los paracaidistas, a quienes cariñosamente los llamaba "mis queridos y valientes gorriones", reconocida post mortem como "Precursora de la Aeronáutica Argentina".
Algunas fechas destacadas
- 9 de julio de 1944: primera presentación pública de la Escuela integrando el desfile militar que en forma gallarda y marcial se realizara en Buenos Aires para conmemorar un nuevo aniversario de la Independencia Nacional.
- 14 de octubre de 1944: en una formación militar en la Escuela, días antes de realizarse el primer lanzamiento desde un avión, su capellán, presbítero teniente Pedro Alarcón, pronunció una oración de la que su parte esencial se habría de convertir en lema del Instituto: “Podéis ir a cumplir con vuestro deber, hacedlo con el cuerpo confiado a la tela y el alma puesta en manos de Dios”.
- 30 de noviembre de 1944: primer salto individual sobre la pista de lanzamientos de la Escuela, del personal militar superior y subalterno detallado a continuación: el mayor Ibarra; el capitán Valarche; los tenientes 1° Lima y Bonafina; los tenientes Riportella, Binotti, Mendizábal, Roca y Balmaceda Moreno; el sargento 1° Mario Galasso y el sargento Roberto Camossa. El mismo fue realizado desde un avión triplaza prototipo argentino Ae. M. S. 1, tripulado por el piloto suboficial auxiliar Jorge Gallo. Los paracaidistas, que utilizaron un único paracaídas de espalda modificado (de un asiento), salieron agachados por la reducida puerta del Ae. M.S. 1 y, luego de apoyarse en el ala, saltaron "en palomita" en difícil y riesgosa maniobra, accionar que fue felicitado por el jefe de la Guarnición Aérea Córdoba, el entonces vicecomodoro Claudio Mejía (1901-1988).
- 19 de diciembre de 1944: primer lanzamiento conjunto del mayor Ibarra y 19 paracaidistas desde un avión trimotor Junkers Ju-52 sobre el Aeródromo de Quilmes.
- 25 de enero de 1945: se establecieron las exigencias mínimas para el personal militar incorporado al Escalafón de Paracaidistas en 1944.
- 10 de marzo de 1945: por primera vez el Gobierno Nacional otorgó el titulo de “Paracaidista Militar”, facultando el uso del brevet correspondiente a la primera promoción del personal militar superior, juntamente con el suboficial auxiliar Galasso y los sargentos Camossa y Jose Padilla, primeros instructores de la especialidad.
- 27 de junio de 1945: los maestros y el pueblo de Catamarca donaron una Bandera de Guerra a la Escuela, reliquia histórica que se conserva actualmente en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón.
- 6 de diciembre de 1945: egreso del resto de la primera promoción de suboficiales paracaidistas militares, quienes se habían incorporado el 14 de junio del año anterior y de los que deseo rescatar a los extintos suboficiales mayores Mario Antonio Galasso y Tulio Tagle.
- 7 de diciembre de 1945: egreso de la tercera promoción de oficiales y primera que realizara el curso de paracaidismo como cadetes del último año de la Escuela de Aviación Militar.
- 13 de febrero de 1947: realizan su primer salto en paracaídas los primeros 20 conscriptos aeronáuticos c/ 25, desde un avión sobrevolando la pista de lanzamientos de El Palomar, luego del salto del director de la Escuela, vicecomodoro Ibarra.
- 22 de junio de 1947: el capitán Roca bate el récord mundial de lanzamientos consecutivos con 40 saltos, que realizó en seis horas y 30 minutos sobre el campo de la Escuela, obteniendo para la Argentina el primer récord de trascendencia mundial en materia de paracaidismo con amplia difusión periodística, hazaña que le valió la felicitación del secretario de Aeronáutica, brigadier mayor Bartolomé de la Colina (1894-1967).
- 29 de agosto de 1947: el Gobierno Nacional otorgó el título de “Paracaidista Militar” facultando el uso del brevet correspondiente al siguiente Personal Militar del Ejercito del Aire Español: capitán Ramón Salas Larrazábal, teniente Eduardo Pérez Rodríguez Villamil y brigada Pablo Fernández Corral. Fue la primera y única vez que se entregó este titulo a militares extranjeros, quienes serían los primeros especialistas y organizadores de su Escuela Militar de Paracaidistas bajo el lema: “Solo merecer vivir quien por su noble ideal está
dispuesto a morir”. - 14 de octubre de 1947: al lanzarse con un paracaídas desde un avión sufrió un fatal accidente el conscripto de aeronáutica c/ 26 Domingo Joaquín Miguel, primera víctima del paracaidismo militar argentino.
- 6 de abril de 1949: el suboficial ayudante Piloto Militar Vicente Bonvissuto batió el récord mundial de lanzamientos consecutivos con 50 saltos en 4 horas y 40 minutos, hazaña por la que fue ascendido al grado de Suboficial Principal.
- 29 de mayo de 1949: el ciudadano argentino Roberto Nicolini batió el récord mundial de lanzamientos consecutivos con 55 saltos, hazaña por la que fue incorporado como cabo mayor de la aeronáutica militar y reconocido como Paracaidista Militar.
- 6 de setiembre de 1949: al lanzarse con un paracaídas desde un avión, sufrió fatal accidente el capitán Roca.
- 24 de noviembre de 1949: el suboficial principal Bonvissuto batió nuevamente el récord mundial de lanzamientos consecutivos con 100 saltos, utilizando un solo paracaídas marca DIMAER de origen argentino, exhibido en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón.
- 30 de noviembre de 1949: se aprobó el proyecto de Reglamento de Conducción de las Tropas Aerotransportadas — RAC 4 — (Reservado) y, semanas después, el Reglamento Orgánico de la Escuela Militar de Paracaidistas — RAO 9 (Público).
- 7 de agosto de 1950: el entonces, 1° teniente Juan Alberto Puig, efectuó los primeros saltos con paracaídas sobre montañas nevadas de la Cordillera de los Andes, en la provincia de Neuquén, primeras experiencias en Latinoamérica.
- 7 de diciembre de 1950: egreso la décima y última promoción de oficiales como paracaidistas militares.
Para aquel año de 1950, el entonces ministro de Aeronáutica, brigadier mayor César Ojeda (1907-1991) afirmaba que la Aeronáutica Militar Argentina era, en todos sus aspectos, la más poderosa de Latinoamérica. Estudios conjuntos realizados en aquel año por el más alto nivel de conducción del Ejército y de la Aeronáutica, establecieron una serie de conclusiones en torno de la ubicación orgánica de las tropas de paracaidistas, expresando:
- Que juntamente con las tropas aerotransportadas, constituían formaciones especiales de la Infantería, cuya esencia respondía a las exigencias de la conducción terrestre.
- Que por entonces, el Ejército disponía organicamente de tropas aerotransportadas y no así de tropas de paracaidistas que dependían de la aeronáutica militar.
- Que era conveniente regularizar esa situación a fin de dar al Ejército el conjunto de medios que le eran propios y que exigía la naturaleza de la guerra moderna que en tal sentido, esa Fuerza debía tener a su cargo las tareas de reclutamiento, adiestramiento y perfeccionamiento.
- Que no disponiendo el Ejército del plantel de instructores, instalaciones, medios y elementos necesarios para la instrucción y entrenamiento de dicho personal, la formación del mismo debería continuar a cargo de la Aeronáutica Militar, hasta tanto aquel lograra la capacidad necesaria.
Por todo ello, una resolución conjunta de los ministros secretarios de Estado de Defensa Nacional, del Ejército y de la Aeronáutica, dispuso que la Escuela Militar de Paracaidistas pasara a depender organicamente del Ejército, en oportunidad que este se encontrara en condiciones de hacerse cargo, lo que habría de concretarse el 20 de octubre de 1952, fecha en que cesó definitivamente de funcionar aquella Escuela en la Guarnición Aérea Córdoba.
Frente a aquella resolución conjunta, todos los paracaidistas militares decidieron continuar prestando servicios en la Aeronáutica, a excepción hecha del comodoro (R) Ibarra, los tenientes Eduardo García y Luis Soto y el suboficial principal Antonio Méndez, quienes voluntariamente pasaron a integrar el Ejército, en grados equivalentes del arma de Infantería.
Los paracaidistas de la Aeronáutica continuaron con sus prácticas de lanzamiento pero bajo otros propósitos, como fueron los del pararrescate, paracontrol y comandos, sumándose nuevos integrantes en los años sucesivos, cuya historia escapa al presente trabajo y que bien merece un estudio en particular.
Los nueve años transcurridos desde aquel 11 de octubre de 1943 en que se creó la Escuela de Tropas Aerotransportadas, dejó una rica y excepcional experiencia en la historia del paracaidismo militar argentino, de cuyas Memorias Anuales podemos extraer las siguientes conclusiones:
- Se capacitaron como Paracaidistas Militares a 60 oficiales, 200 suboficiales y más de 2.000 conscriptos aeronáuticos, alcanzando uno de aquellos la jerarquía de Brigadier de la Fuerza Aérea Argentina.
- Se realizaron más de 6.000 lanzamientos individuales y de conjunto, sobre temáticas propias de la Infantería, con equipos completos de combate, sobre terrenos variados, espejos de agua y bosques, como así también bajo distintas condiciones meteorológicas.
- Se obtuvieron cuatro récords mundiales de lanzamientos consecutivos con paracaídas, únicos en Latinoamérica.
- Se tuvo el privilegio de haber sido cuna de los primeros paracaidistas militares del Ejército Argentino y del Ejército del Aire de España.
- Se alcanzó el galardón por ser el quinto país en el mundo en disponer de tropas de paracaidistas y aerotransportadas, después de Rusia, Alemania, Inglaterra y los EE.UU. y el primero en Iberoamérica.
A propuesta del comodoro (R) Santos Domínguez Koch, el titular de la Fuerza Aérea Argentina aprobó una resolución en 1989 por la que se reconoció como precursores y fundadores del Paracaidismo Militar de dicha Fuerza a los integrantes de las primeras promociones de oficiales y de suboficiales, además de reconocer como beneméritos al extinto capitán Raúl Roca, ex recordman mundial de lanzamientos consecutivos con paracaídas y segunda víctima de la especialidad; al suboficial mayor (R) Jorge Gallo, piloto militar del primer lanzamiento; a los suboficiales principales (R) Vicente Bonvissuto y Roberto Nicolini, ex recordmen mundiales de lanzamientos; y al extinto conscripto aeronáutico c/ 26 Domingo Miguel como primera víctima del Paracaidismo Militar Argentino, resolución que amplió posteriormente a los integrantes de la tercera promoción de oficiales paracaidistas militares, a propuesta del comodoro (R) Juan Alberto Puig.
A modo de cierre, cabe recordar que la mujer también ocupa un lugar en la historia del paracaidismo de la Fuerza Aérea Argentina. Ya mencionamos a Enriqueta Fruchard quien, además de actuar como preparadora de paracaídas e instructora del Cuerpo de Paracaidistas Militares de la BAM El Palomar, explicó a las obreras de la Fábrica Militar de Aviones cómo se hacían y plegaban los paracaídas.
En tiempos más recientes, podemos mencionar a la suboficial María Rosa López quien, el 11 de mayo 2012, se convirtió en la primera mujer Paracaidista Militar de la Institución luego de aprobar el exigente curso en la Escuela de Tropa Aerotransportada de la IV Brigada de Paracaidistas del Ejército Argentino con asiento en Córdoba.
Por su parte, en 2014, la suboficial Gisele Oliva fue la primera mujer en integrar el Equipo de Paracaidismo de la Fuerza Aérea Argentina (EMPARFAA).