“La práctica diaria convierte la frustración en algo positivo”
Karen Carabajal es boxeadora y psicóloga. Utilizó el deporte como herramienta de superación personal pero también como herramienta para conciliar objetivos: “Tengo mis sueños puestos en el boxeo pero también en la psicología, como trabajar en las cárceles o con chicos con adicciones”.
Karen ‘La burbuja’ Carabajal tiene 26 años, y hace diez que se enfoca en sus dos pasiones: el boxeo y la psicología. A un año de recibida, asegura que tiene ambiciona crecer paralelamente en la disciplina deportiva y en la académica: “Tengo sueños con el boxeo pero también la psicología. Trabajaría en cárceles o con chicos con adicciones”, confió.
‘La burbuja’ empezó por casualidad acompañando a dos amigas que querían entrenar y ella, tímida, no quería ni entrar a la clase de entrenamiento dictada por Fernando ‘El profe’ Albelo.
“Miraba boxeo en la tele y a los 16 años cuando arranqué era una época donde había peleas entre los colegios. Sentía que era una herramienta para defenderme, era tímida y callada, pero me sumaba para imponer respeto”, expresó escoltada por el ring del mítico Almagro Boxing Club que la acunó como una familia desde su llegada. “Creí que no me podían pegar porque hacía boxeo, una cosa medio tonta”, se sincera.
El club donde entrena Karen fue fundado el 30 de abril de 1923, en el barrio porteño de Almagro y es semillero de pugilistas como Pascual Pérez, campeón mundial de peso Mosca y medallista olímpico en Londres 1948. Las primeras contiendas se realizaban sobre pisos de tierra y donde el agua para saciar la sed de los boxeadores la aportaba el vecino Santiago Bozzano, también uno de los fundadores del lugar junto a Pedro Giacobone. Aunque es célebre por visitas como la de Bob Dylan (2008), conserva el cartel de su mítica fundación hace casi 100 años, un solo ring, y unas cuantas ‘pushing bag’ (bolsas) y ‘puching ball’. Con ellos, Karen mostró su habilidad y destreza en sólo un par de minutos de entrenamiento.
El aliento del profesor fue clave para animarse a competir en un deporte donde la mujer cobra menos que los hombres por pelea, por mencionar el rostro más visible de la desigualdad.
Recién a la décima pelea de exhibición decidió ser profesional. Ya lleva 55 peleas amateurs y 12 profesionales pero el miedo del inicio no fue fácil de superar: “En los primeros seis años lloraba y me molestaba que no me saliera esquivar un golpe o lo que practicaba. Lo que te hace mal es la frustración, no el golpe. Sólo se soluciona con la práctica diaria para convertir la frustración en algo positivo”.
Un padre profesor
Con ‘El profe’ a su lado “como un padre”, ‘La burbuja’ (apodo que acuñó por sus ojos grandes y expresivos) señaló que los problemas familiares que tuvo en su adolescencia cuando su padre se fue de su casa y su madre se tuvo que ir a vivir a Misiones por temas laborales fueron clave para “refugiarse sus dos pasiones”. “Encontré en el club a una familia en donde me refugio, lloro y resuelvo mis problemas. A los chicos les digo que son mis hermanos”, aseguró sentada al lado del ring que la vio nacer como boxeadora. Aunque nunca descuidó sus estudios, ni en la escuela ni en la facultad.
Fernando Albelo hace 12 años que entrena en Almagro y tiene a cargo a 15 jóvenes pugilistas. Al principio vio condiciones en ‘La Burbuja’ y por eso la motivó a desarrollarse como profesional pero también le dijo que no descuidara los estudios porque “el boxeo no es para toda la vida”. Por eso, ya desde la edad escolar, le gustaba la psicología por ser “un ambiente donde poder resolver los problemas de las personas y ayudar al prójimo”.
“El boxeo no es para toda la vida”. Por eso, ya desde la edad escolar, le gustaba la psicología por ser “un ambiente donde poder resolver los problemas de las personas y ayudar al prójimo”
“Cuando arranqué era callada”, contó Karen. Albelo la apaño y ella lo considera como un padre. “‘El profe’ pasa su vida pensando en nosotros, pendiente. Es algo recíproco. Es como un padre para mí”, se emociona. Y agrega que Fernando “busca los rivales para realizar la exhibición, está pendientes de nuestro estado físico y psicológico para pelear, de los problemas familiares o laborales, y hasta si dormimos bien”. Y bromea: “Hasta se fija la última conexión de los Whatsapp para ver a qué hora nos acostamos. Todo el día está pendiente de nosotros”.
El miedo a los golpes
Subirse a un ring se presupone duro para cualquiera por el miedo a recibir golpes o no saber a lo que está dispuesto el competidor enfrente. Pero ella lo superó con esfuerzo y dedicación como fue la partida de su padre con quien habló por última vez hace tres años, previo a su primera pelea profesional.
“Me llevo bien con mi papá, lo que pasa que se fue de mi casa cuando yo tenía 16 años, no tengo mucha relación y lo veo poco”, explicó Carabajal y como no queriendo sincerarse con el motivo que la acercó a este deporte dijo: “Pero no sé si fue tanto por eso, puede ser que si hubiera tenido un padre más contendedor o una familia más unida, no vería una familia en el gimnasio”.
El espíritu superador lo refleja en cada entrenamiento y golpe por golpe. “Acá me gusta el hecho de querer superarse día a día y el intento de superarse a uno mismo. Antes tenía miedo a perder o a defraudar al ‘Profe’, pero hoy subo al ring y tengo ganas de divertirme”. En ese lapso fue importante la incorporación de una psicóloga deportiva. Los cambios se vieron arriba del cuadrilátero y en su vida.
“Acá me gusta el hecho de querer superarse día a día y el intento de superarse a uno mismo. Antes tenía miedo a perder o a defraudar al ‘Profe’, pero hoy subo al ring y tengo ganas de divertirme”
Sabe que no va a pelear hasta los 40 años y que “vivir del boxeo no se puede, salvo que sea muy comercial con mucho show y sponsors que te paguen la preparación física y la vitaminas”. Pese a criticar al circuito de managers y promotores porque piensa que ya tendría que estar peleando por un título no se desilusiona: “Mi objetivo en 2017 es pelear por un cinturón y ser campeona del mundo. Quiero lograr eso, él vio que yo puedo ser campeona y creo puedo pelear contra ‘La tigresa’ Acuña”.
“Mi objetivo en 2017 es pelear por un cinturón y ser campeona del mundo. Quiero lograr eso, él vio que yo puedo ser campeona y creo puedo pelear contra ‘La tigresa’ Acuña”
Su categoría es Super Pluma (59 kilos) y se gana la vida con el sueldo del gimnasio entrenando boxeo recreativo a la mañana y entrenándose para las peleas que están por venir. También recuerda cuando hacía peleas de exhibición en el conurbano bonaerense y le pagan 100 pesos de viáticos.
Su otra pasión: el psicoanálisis
Terminaba de entrenar en Almagro Boxing y se iba a estudiar. Su familia nunca la apoyó con sus dos pasiones pero ahora lo tuvieron que aceptar. En la crisis de 2001, su madre se fue a trabajar a la delegación regional de Migraciones en Misiones, y ella se quedó en Buenos Aries con sus abuelos. Tras varios años así, recibió el diploma de Licenciada en Psicología de la UBA el 11 de diciembre de 2015.
Tiene un solo alumno al que asesora y ya se está especializando en el área que más le gusta que es la jurídica. Hizo seminarios sobre consumo problemático de sustancias o de adolescentes en conflicto con la ley penal, entre otros. “Tengo sueños en el boxeo pero también en la psicología como trabajar en las cárceles o con chicos con adicciones”, se esperanzó “la Burbuja”.
Párrafo final para el cariño por sus abuelos, Lidia y Manuel, a quienes considera sus padres porque la criaron desde muy chica. “Son como mis papás. Si bien no les gusta que boxee o se ponen nerviosos cuando me ven en la tele, por otro lado me compran la comida necesaria para el entrenamiento físico como la carne. Es un ‘no te apoyo pero te cuido’”, resumió.