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El continente blanco


La región Antártica es aquella que rodea al Polo Sur, con muy particulares características fisiográficas, climáticas y biológicas. Incluye un continente (la Antártida), una gran extensión marina (el océano Austral) y un conjunto de islas aledañas, y aún archipiélagos, con un total de 45 millones de kilómetros cuadrados en los que el intenso frío es el rasgo más notable.

El continente antártico actúa como un verdadero refrigerador para la región y para todo el hemisferio sur. Las zonas polares reciben los rayos solares con un ángulo de incidencia bajo y, por lo tanto, un aporte de calor muy inferior al de las zonas ecuatoriales, pero sólo se tornan frígidas si en ellas alcanza a desarrollarse una gran masa de hielo permanente.

La Antártida hoy está cubierta por una capa de hielo de 2.000 metros de espesor, cuyo peso de 25.000 billones de toneladas hundió al continente que yace debajo, unos mil metros dentro de la corteza terrestre.

Como un freezer gigante, el continente antártico permite, por su ubicación, la acumulación de una inmensa masa de hielo que enfría a todas las regiones circundantes, influyendo sobre las corrientes marinas y regulando el clima de todo el planeta.

El interior de la Antártida es un desierto que casi no soporta vida terrestre. La única vegetación que puede crecer con temperaturas medias de 60º C bajo cero y vientos que promedian los 70 km/hora son musgos y líquenes (asociaciones entre hongos y algas o cianobacterias), que ocupan los territorios rocosos capaces de absorber algo de calor solar en verano.

Existen algunos animales terrestres tales como diminutos insectos y otros artrópodos, que se refugian bajo las rocas y entre la escasa vegetación. La mayoría de los minúsculos animales terrestres antárticos -desde protozoarios hasta colémbolos- se alimentan de bacterias, algas, hongos y musgos. Algunos son predadores, como el ácaro amarillo.

En la Península Antártica (parte sustancial del sector argentino) las condiciones son menos adversas y aparecen entonces multicolores líquenes crustáceos (que forman crosta), alfombras de algas, musgos y otros líquenes. También se ven matas de las dos únicas plantas con flores antárticas.

En contraste con la pobreza de la vida terrestre antártica, sus aguas son biológicamente muy ricas. El alto contenido de nutrientes del agua profunda, resurgida como agua superficial antártica, combinado con la gran cantidad de horas de luz estival, asegura la enorme producción de fitoplancton.

Esta sopa vegetal alimenta a un zooplancton herbívoro particularmente rico en crustáceos como el krill, con aspecto de langostino, cuya población se estima en unos 600.000 billones de individuos que representan unas 650 millones de toneladas, lo que equivale a más de lo que pesa la totalidad de la población humana del planeta.

La abundancia de este zooplancton favorece la presencia de petreles, pingüinos, focas y ballenas con barbas. Calamares y peces son las presas de albatros, focas de Weddell y de Ross y ballenas dentadas (delfines y cachalotes). En la cima de la pirámide alimentaria del océano Austral se encuentran el leopardo marino, cazador de focas jóvenes y pingüinos pero también comedor de peces y de krill, y la orca, predador de todas las especies.

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