Flujo de lodo volcánico (Lahar)
Un “Lahar” o flujo de lodo volcánico se compone de una mezcla de materiales volcánicos finos (ceniza) y agua que puede transportar una cierta proporción de fragmentos de material más grueso. Los lahares, que pueden ser fríos o calientes, se originan por alguno de los siguientes procesos o por la combinación de ellos:
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Por fusión rápida de nieve o hielo en las laderas o en la cima del volcán, ya sea por caída de piroclastos, por el paso de flujos piroclásticos, por el contacto con flujos de lava o por derrame de lagos cratéricos calientes sobre los mantos de hielo/nieve.
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Por la interacción de precipitaciones intensas con depósitos volcánicos sueltos.
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Por la interacción de flujos u oleadas piroclásticas con cursos de agua.
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Por brechamiento (ruptura en pequeños bloques) de lava que fluye por encima de nieve, hielo o terreno muy húmedo sobre las laderas del volcán.
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Por el movimiento ladera abajo de cenizas o suelos volcánicos saturados en agua producto de actividad sísmica.
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Por deslizamientos de rocas alteradas (hidrotermalismo) en la ladera del volcán.
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Por el colapso de diques naturales formados por flujos piroclásticos o deslizamientos volcánicos previos.
Los flujos de lodo pueden recorrer decenas de kilómetros y, al igual que los flujos piroclásticos, pueden resultar letales o generar daños muy serios, destruyendo, arrastrando o sepultando todo lo que se encuentre en su camino.