La salud mental es el bienestar emocional, psíquico y social que nos permite llevar adelante los desafíos de nuestra propia vida y la de la comunidad. Se relaciona, entre otras cosas, con cómo vivimos, de qué manera nos relacionamos y cómo nos expresamos; con lo que nos pasa en la escuela o en la facultad, con nuestras amistades, con la familia, en el barrio, en el trabajo o con el equipo de fútbol. Cuando nos va bien en un proyecto o cuando atravesamos un duelo.

La salud mental no significa no estar enfermo o no sufrir: la idea de que tenemos que estar 100% felices y bien, que la felicidad es un estado que hay que alcanzar, es una ilusión que no es posible en la realidad. La salud mental es un proceso: esto quiere decir que no es un estado en sí, porque se puede modificar todo el tiempo. Forma parte de nuestra cotidianeidad, está relacionada con cómo vivenciamos las cosas que nos pasan, y cómo éstas nos hacen sentir.

La información que circula en redes sociales sobre padecimientos y diagnósticos no siempre está validada. Autodiagnosticarse a partir de esto puede confundir y ser riesgoso. Por eso es importante acudir siempre a profesionales de la salud mental.

Si hay algo que nos molesta, preocupa o angustia física o emocionalmente, o simplemente tenemos alguna duda, podemos buscar ayuda y asesoramiento gratuito en un hospital o centro de salud público del país. Las [asesorías en salud integral] también son espacios a los que podés acercarte por estas inquietudes.