Ernesto Arellano

Artista: Ernesto Arellano (Argentina, Buenos Aires, 1971)
Título: Negrita
Origen: Gran Premio Adquisición Salón Nacional de Artes Visuales, 2012
Fecha de creación: 2012
Tipo de obra: Cerámica
Técnica | Materiales: Modelado por planchas, esmaltado a 1040 grados
Medidas: 198 x 80 x 80 cm

Ernesto Arellano es un artista multifacético, formado en dibujo, pintura y escultura. Sin embargo, con el correr de los años, su producción artística fue centrándose en el uso de la cerámica. Este último material fue llevado a su extremo por el artista, al tensionar sus posibilidades pictóricas y expresivas. La potencialidad del soporte le permitió producir una mitología propia en pequeña y gran escala donde los recursos de apropiación y cita fueron moneda frecuente. Para la creación de este mundo, el artista bebió de diferentes referencias: por un lado los textos de Hegel o Deleuze formaron parte de sus influencias teóricas; por el otro, la ciencia ficción y el manga japonés tuvieron un rol preponderante en la producción visual de sus obras.

Negrita es una especie de muñeca de casi dos metros de altura modelada por planchas de cerámica con un esmaltado a 1040 grados. Si bien su coloración suma una capa de abstracción al esquema figurativo desde el cual fue compuesta la pieza, la referencia al mundo del manga continúa siendo evidente. Arellano propone su recorrido ficticio a través de guiños directos a la animación y al cómic japonés: las historias y representaciones de personajes como Meteoro o Astroboy son influencias formales.
En nuestros días, los fragmentos del manga y del animé son reproducidos al infinito en la cultura visual y en el consumo de la cultura de masas. Este universo de series, historias, personajes y narrativas hace uso de la reproductibilidad técnica en diversos aspectos, desde el merchandising (oficial y réplica) hasta la práctica del cosplay donde la apropiación se propone en el mismo cuerpo del fan. Más aún, muchas imágenes son producidas y reproducidas en el mundo del Fan Art donde se redibujan y se transforman hasta el punto de trastocar las historias de los personajes involucrados. La operación visual de Arellano parte de esta sobreproducción e hiperconsumo visual para fomentar un diálogo entre diferentes influencias formales, materiales y técnicas en un mismo plano, pero con un sentido nuevo. En una puesta en acción semiótica, descontextualiza estos personajes en el traspaso de un lenguaje animado a uno escultórico, que inscribe otras narrativas y potencia lecturas que se actualizan.