Sinsacate: un golpe al narcotráfico por más de 80 millones
Tras dos años de investigación, toda una banda de narcotraficantes quedó detenida. Detalles de la historia que terminó con uno de los procedimientos más importantes en la lucha contra el narcotráfico.
Los titulares dicen: "Incautaron más de 450 kilos de cocaína en Sinsacate".
Y uno abre los ojos grandes si se da cuenta de la magnitud de la droga secuestrada.
La cifra exacta es de 458,860 kilos de clorhidrato de cocaína.
El kilo se vende a 10 mil dólares, lo que significa un total de 4.588.600 dólares.
Si se tiene en cuenta que de esta cantidad se obtienen 573.575 dosis de 0.8 grs. -cada una con un valor de 200 pesos- traducido en dinero da un total de 114.715.000 pesos, es decir, 5.735.750 dólares, lo que implica una ganancia de 1.147.150 dólares.
Pero estas son sólo cifras.
Hay una historia detrás, la que no se ve.
La que protagonizan oficiales de Policía, Gendarmería y Prefectura, cada uno con diferentes especialidades, atentos a situaciones que se van desarrollando por fuera de la legalidad y el trabajo honesto.
El proceso que culminó con el secuestro de toda esta droga, que viajaba en una camioneta ploteada con el logo de una conocida empresa de telecomunicaciones, podría contarse como un cuento que comenzaría con un... Había una vez..
Un oficial de policía que observó a una persona realizando movimientos sospechosos. Entonces se comenzó a investigar.
Se trataba de un vendedor de drogas a baja escala en la provincia de Buenos Aires, que trabajaba junto a su hijo. Ellos eran Teófilo Alanes Sandagorda y Víctor Alfonso.
Como consecuencia de la vigilancia sobre ellos, se llegó al proveedor -Gunter, que vive en Capital Federal- y a la empresa de transporte, que llevaba la carga ilegal desde el norte de nuestro país hasta Buenos Aires.
El líder de la mencionada empresa de transporte es Ramón "Tito" Zambrano, que vive en la localidad salteña de Saravia.
Para investigar con más detalle, era necesario enviar un grupo de oficiales a la zona. Pero no era fácil mezclarse con la gente local, ya que se trata de un pueblo en el que todos se conocen.
Entonces entran en juego el profesionalismo y la creatividad: moverse a pie, en bicicleta, cambiar la fisonomía, conversar con los vecinos como si surgieran charlas casuales...
Al mejor estilo CSI o cualquier otra serie de televisión, los agentes iban sumando información.
Hasta que uno de los datos, señalaba que el martes 13 de marzo Zambrano y otras cuatro personas realizarían un viaje a Buenos Aires.
Allí seguramente los esperaría Gunter y luego de dejar la droga en un lugar seguro, se armaría toda la logística para distribuirla.
Pero el encuentro con Gunter nunca se produjo.
Se determinó que Zambrano se encontraba en Tucumán, por lo que personal de la División Antidrogas de Policía Federal se trasladó hasta allí y trabajó en equipo con colegas de la zona.
Se incentivaron las tareas de seguimiento y vigilancia, hasta que confirmaron que el vehículo que se utilizaría sería una pick up marca Toyota, modelo Hilux.
Llegada la madrugada del miércoles 14 comenzó el viaje.
Otros dos vehículos iban más adelante, para avisar sobre la posible presencia de controles: un Toyota Corolla y una Renault Master.
Para realizar el seguimiento de estos vehículos se sumó personal de la División Antidrogas de Termas de Río Hondo y Córdoba. Era un operativo importante, que marcaría la culminación de dos años de investigación, de horas sin dormir ni comer, de nervios, y de atar cabos a medida que se iban obteniendo datos cruzados.
Zambrano y cuatro cómplices ya estaban en camino.
Si se abría la Toyota Hilux podían verse cables e insumos como los de una empresa de telecomunicaciones. Pero escondido en un doble fondo, iba un cargamento millonario e ilegal. Que había pasado por Salta y Tucumán, con la intención de llegar a Buenos Aires.
Se podría pensar que Zambrano iría en la Hilux que llevaba la cocaína, para vigilarla de cerca, sin embargo no fue así.
Esa camioneta camuflada -que venía con una diferencia de unos diez minutos- era conducida por uno de sus cómplices que, si bien no llevaba puesto un uniforme de la empresa utilizada como pantalla, iba vestido con un traje de trabajo, estilo Grafa. Así nadie debería sospechar sobre sus verdaderas intenciones.
El líder del convoy, entonces, iba en uno de los dos vehículos que hacían de "punteros". Si detenían a la camioneta con la droga en un control, él no tenía nada que ver. Estaba todo muy bien pensado.
Pero lo que no sabía es que la policía lo seguía y que ya tenía todas las pruebas que necesitaban para ponerlo tras rejas. Ni él ni sus cuatro acompañantes tuvieron la menor sospecha de que no viajaban solos.
Como era de madrugada, el tránsito era muy escaso. Por ese motivo, quienes seguían a los narcotraficantes debían ser sigilosos y actuar como si fueran invisibles, para que no los detecten e intenten escapar.
Para asegurarse de que no eran perseguidos, los automóviles que iban adelante en calidad de "punteros", cambiaban inesperadamente la velocidad. De esta manera, si venían vehículos detrás con intención de perseguirlos, harían lo mismo y quedarían al descubierto. Para ello, se dispuso de una cantidad suficiente de móviles no identificables, de manera que cuando los “punteros” variaban la velocidad, aquéllos pudieran seguir su camino como si esa fuera su intención y eran reemplazados inmediatamente por otros.
Frente a esta situación, se decidió instalar un operativo de control con 9 móviles y más de 30 oficiales de policía, incluidas una oficial y una suboficial del departamento Antidrogas de Córdoba.
Estaban en el kilómetro 760 de la Ruta Nacional 9 a la altura de la ciudad mediterránea de Sinsacate.
El Toyota Corolla y la Renault Master fueron detenidos inmediatamente entre las 8.20 y las 8.25 de la mañana.
El conductor de la Hilux, como era de esperarse, vio toda la situación, dio media vuelta e intentó fugarse. Pero el operativo montado había previsto esta maniobra, por lo que pudieron evitar que sucediera y lo interceptaron inmediatamente.
Con las cinco personas fuera de los automóviles -incluido Zambrano, que siempre impasible había visto todo el desarrollo de la detención de la camioneta con droga- se congela la imagen. Se paran dos autos para tener testigos y se espera que llegue la orden judicial para realizar la requisa. Recién ahí se procede a revisar cada vehículo.
Y por supuesto, se encontró la cocaína que le llevaban a Gunter en Buenos Aires.
Cuando se realizan este tipo de operativos, es preciso tratar de "encapsular" el trabajo en la ruta, no sólo para que los delincuentes no escapen sino para evitar cualquier tipo de accidentes con autos de civiles que viajen por el mismo lugar. Hay que tener en cuenta muchos detalles a la hora de diagramar un evento como éste.
Zambrano en todo momento se mostró frío y distante. Negó siempre su vinculación con la camioneta que venía detrás. Inmutable, no se opuso a la detención.
Ni siquiera sabiendo que dejaba en su provincia a sus dos hijos, de 3 y 5 años, a quienes seguramente no verá por mucho tiempo sin una reja de por medio.
De esta manera, cayeron los primeros 5 detenidos -4 hombres y 1 mujer- en esta mega causa.
Luego se sumarían otros 6, con un total de 19 allanamientos. Como Gunter, a quien se lo vigiló toda la noche. Cerca de las 8 de la mañana, los oficiales que estaban apostados frente a su casa vieron movimiento. Desde Buenos Aires, el comisario que coordinaba toda la operación pidió permiso para detenerlo. No era necesario que tuviera droga consigo, porque todas las escuchas y los operativos de vigilancia y seguimiento ya confirmaban su papel en toda la operación. Así que antes que se subiera a su automóvil, seis oficiales lo rodearon y lo aprehendieron. Una vez que llegó la orden, cerca de las 8.40 am, se lo detuvo formalmente. Tampoco opuso resistencia.
Con la participación de diferentes divisiones de Policía Federal -Operaciones Federales, Sistema contra el Narcotráfico, Grupos Especiales de Operaciones Federales y Dirección General de Orden Urbano y Federal- se logró detener 11 personas (3 mujeres y 9 hombres) e incautar:
*433 panes de clorhidrato de cocaína = 458,860 kilos
*3 kilos de paco
*165.347 dólares
*160.300 pesos
*16 vehículos
LOS UNOS Y LOS OTROS
En general no hay sorpresas en operativos como éste, porque los narcos manejan todo como si fuera una empresa. Saben cuáles son los riesgos y todo el tiempo van cambiando empleados, rutinas, rutas, vehículos.
Habitualmente no se presentan situaciones violentas a esta escala.
Los agentes de las Fuerzas están preparados, de todas maneras, para enfrentar imprevistos.
Y están dispuestos a modificar permanentemente su vida en favor del cuidado de los ciudadanos.
A veces se van al norte del país para realizar alguna vigilancia, sabiendo que regresan en cinco días. Pero el desarrollo de las actividades hace que esos cinco días se conviertan en diez o quince.
Pero cuando todo termina, la satisfacción del deber cumplido los hace sentirse orgullosos.
Hay menos narcotraficantes en las calles.
Menos droga que llegará a miles de niños en el país, incluyendo sus propios hijos.
Y tantas horas lejos de su familia, a veces sin dormir o comer, valieron la pena.
No hay horarios. No hay dolor de cabeza que valga.
Y cuando un operativo termina, muchas veces tampoco hay tiempo de descanso.
Mientras la causa Sinsacate estaba en pleno desarrollo, otras 15 estaban en proceso. Y muchos de los agentes que participaron en la incautación de los 450 kilos de cocaína ya están de nuevo en el norte del país realizando otra investigación.
Desde afuera pareciera que viven en una película, pero ellos, desde adentro, saben y sienten que trabajan cada minuto para que todos vivamos en un país más seguro y sin narcotráfico.