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Roque Pérez celebró la Noche de los Almacenes

Con el apoyo del Ministerio de Cultura y como parte del programa Festivales Argentinos, el encuentro reunió a miles de personas en almacenes rurales y en las calles del pueblo. Conocé en qué consiste y cómo transcurrió el evento popular que rememora viejas tradiciones.

Es el primer sábado de enero. Son las cinco de la tarde en Roque Pérez, provincia de Buenos Aires. El calor no da tregua. Algunos perros duermen a la sombra de los árboles y un camión pasa regando las calles de ripio que pronto se llenarán de gente. En pocas horas empezará la Noche de los Almacenes, el festival que tendrá abiertos hasta la madrugada a todos los almacenes rurales de la zona. Las antiguas pulperías y locales de ramos generales —donde antaño se aprovisionaban los lugareños— abrirán sus puertas para ofrecer carne asada de vaca, de cordero o lechón; empanadas de carne cortada a cuchillo, cazuelas, picadas o pastas; también gaseosas, agua y bebidas espirituosas. No faltará la música local con payadores, cantores, guitarristas, violinistas y grupos musicales tocando en vivo. La Noche de los Almacenes, en su décima edición, propondrá esto y más.

Algunos turistas comienzan a deambular por las calles, se sientan a tomar algo fresco en los almacenes, curiosean los escenarios que hay armados en los alrededores y les sacan fotos a las fachadas de los almacenes que tienen aires de otros tiempos. Los perros se desperezan, mueven la cola, también se preparan para lo que vendrá. Al compás de la música folklórica se empiezan a calentar las fogatas de los asadores. La Querencia, el Almacén de Ramos Generales La Paz, La Estafeta, El Gramiyal, el Bar Lasca, el almacén Don Julio y el antiguo Almacén San Francisco alistan sus mesas para atender a los comensales que esta noche de verano buscarán no sólo divertirse, sino también disfrutar de una velada estrictamente campera, con poca luz y mucha imaginación.

Un poco de historia

El Cine Club Colón está ubicado en el paraje La Paz Chica y es el único cine rural en funcionamiento en la actualidad en la provincia de Buenos Aires. Fue inaugurado en 1933 y durante muchos años fue el epicentro de la vida social y cultural de Roque Pérez. Allí se proyectaban películas y había obras de teatro; se organizaban kermeses, tardes literarias y bailes.También se hacían los actos de las escuelas de la zona y los vecinos celebraban casamientos, bautismos y cumpleaños. A lo largo de los años, el Colón cerró y volvió a abrir dos veces. En 2013 reabrió por tercera vez y volvió a ser lugar de reunión y foco cultural de la vida roqueperense.

Con la recuperación de este espacio surgió la idea de poner en valor a los almacenes rurales, que, como el cine club, también cuentan la historia de Roque Pérez. Así, desde el municipio trabajaron para restaurar los viejos locales que databan de fines del siglo XIX y principios del XX sin que perdieran su esencia. Luego, en 2014, pusieron en marcha la Noche de los Almacenes. La fiesta fue creciendo año tras año, gracias al esfuerzo del municipio y al trabajo de los roqueperenses. Actualmente es una de las festividades más importantes de la zona y de la provincia de Buenos Aires; y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación, a través del programa Festivales Argentinos.

Una festividad, miles de personas

La fiesta está comenzando. En el Cine Club Colón un grupo folclórico está tocando, un grupo de vecinos corea las canciones. Un poco más allá hay un buffet con comidas caseras y una barra en la que se ofrecen bebidas: agua, Fernet con coca y Coltri un aperitivo de la zona, fabricado a base de vino macerado con hierbas. Al lado del cine, en la puerta del almacén de ramos generales Don Julio, Sara está sentada con su hija Claudia. Sara tiene 83 años y vive en Roque Pérez hace más de 50, es la viuda de don Julio Zuccotti, el que le da nombre al almacén, que data de 1939. Está arreglada para la ocasión: lleva una blusa y un pantalón negro, aros dorados con perlas, el cabello prolijo y los labios pintados con labial nacarado. Desde la puerta ve pasar a las familias que ya empiezan a recorrer las calles. “El almacén era una parada obligada del camino. Todo el mundo pasaba por acá para ir al pueblo, a Roque Pérez. Pasaban, hacían el pedido y a la vuelta lo venían a buscar”, cuenta Claudia. Sara y Julio atendían el local, que por las noches se convertía también en restaurante y espacio de encuentro. “Venía mucha gente. ¡La cantidad de carne que Julio ha hecho al asador! Carne, lechón, cordero. Yo hacía ensalada verde con tomate y cebolla, y té y café para después de comer”, dice Sara. “Los que venían se quedaban hasta la madrugada jugando a las bochas, a las cartas. Nosotras, con mamá nos íbamos a dormir y a la mañana barríamos, ordenábamos y mamá hacía la planilla con lo que se había vendido y con la cuenta del fiado”, agrega Claudia. Actualmente, el almacén lo usa la familia Zuccotti para encuentros familiares o de amigos. Para la Noche de los Almacenes prepararon los platos de antes y además, sumaron las empanadas fritas. Daniel Catena, yerno de Don Julio comanda la venta, los nietos están en la parrilla y en la venta de bebidas. Desde temprano, llegan los primeros vecinos. “Queremos que empiece. Estamos ansiosos porque es un evento en el que podemos revivir cómo eran los almacenes antiguamente”, dice Daniel.

La Noche de los Almacenes también está transcurriendo en el Almacén San Francisco, el Sanfra, que está en el paraje La Paz Chica. El almacén empezó a construirse en 1933 y en sus primeras épocas tuvo un surtidor de nafta, canchas de fútbol y de bochas; allí también se realizaban bailes y había un terreno donde se asentaban los circos que en aquellos años recorrían el lugar. Aún se conserva la construcción íntegramente de adobe y totalmente original, junto con el mobiliario de la época. “Ahí uno de los mayores encantos del Sanfra —cuenta Samanta Krause, a cargo del almacén— El adobe lo hace único con esa belleza que entremezcla lo sencillo y lo pintoresco”. Además, el almacén tiene el piso de tierra y está decorado con botellas, planchas y objetos de antaño.

Desde la primera edición de la Noche de los Almacenes el San Francisco es uno de los protagonistas. En esta edición está repleto de gente desde temprano. Las familias empiezan a llegar con sus reposeras y se sientan cerca del escenario que hay en el predio. Pronto habrá música y dos animadores. Los perros de la zona también se acercan, listos para pedir caricias o algo de comer. Enseguida se presentan grupos de baile folklóricos locales y luego los vecinos y vecinas toman la pista. Todo se vuelve música, risas, color. Hay jóvenes, adultos, niños. Hay ropa con brillos, camisetas de la selección argentina, camisas y boinas. Hay tacos, zapatillas y alpargatas. Hay un clima festivo y todo vale. Entre los presentes, hay roqueperenses, pero también gente de Lanús, Merlo, Longchamps, Florencio Varela, Quilmes y otros puntos de la provincia de Buenos Aires. “Estamos gratamente sorprendidos. Nos habían comentado que esta fiesta estaba buena, pero la verdad superó todas nuestras expectativas. Estamos viviendo una noche campestre hermosa. Hay algo muy genuino en esta fiesta y eso se agradece mucho”, cuenta Victoria que llegó junto a su marido en auto desde Merlo. Su marido asiente mientras come una empanada frita. Un perro mueve la cola a su lado.

Al almacén La Paz Chica todo el mundo le dice “lo de Nelly”. Si bien Nelly ya no atiende el lugar es una vecina histórica y una de las grandes promotoras de la recuperación del cine y de los almacenes. Nelly atendió muchos años el almacén La Paz Chica. Eran famosas sus cenas de los miércoles a la noche: se servían grandes fuentones de ravioles y cada vecino llenaba su plato al llegar. En la Noche de los Almacenes propone una exhibición de cortos rurales, el infaltable vermú Coltri y shows de tango y folklore. Esta vez no hay ravioles, pero no falta la carne a la parrilla.
Un poco más lejos, en el almacén El Gramiyal los vecinos y las vecinas disfrutan del asado y el chamamé. Los caballos en los que llegaron muchos de ellos esperan tranquilos. La noche se alarga, corren las bebidas espirituosas y se arma el baile chamamecero. También asoman varios chalecos con la imagen del Gauchito Gil, que mañana tendrá su festejo ahí mismo.
Es domingo de madrugada cuando se apagan las luces de los almacenes. El aire todavía huele a asado y a festejo. Se van los últimos autos y algunos vecinos vuelven a sus casas a caballo. Los perros vuelven a sus casas, otros se echan a dormir debajo de los árboles.

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