Producción sostenible, un compromiso de todos
¿Qué son los fitosanitarios? ¿Cuál es el papel del Estado sobre su uso?, son algunas de las consultas habituales sobre este tema. Conceptos para entender su uso en el proceso productivo agrícola.
Nuestro país se caracteriza por la capacidad de innovación en la producción agrícola, y los agroquímicos son una de las herramientas, utilizadas para prevenir y controlar plagas o enfermedades (fitosanitarios), mejorar la fertilidad de los suelos (fertilizantes) y hacer más eficiente la producción. Su uso inadecuado puede causar daños y despertar preocupación en la comunidad. Por eso existen normas que regulan su registro, comercialización, aplicación y el tratamiento de sus residuos y envases vacíos.
La Secretaría de Gobierno de Agroindustria presenta una serie de videos y herramientas que invitan a reflexionar sobre las actividades productivas y los fitosanitarios, y permiten despejar aquellas inquietudes que puedan generarse. Las piezas de comunicación se podrán visualizar en las redes sociales y en la web de la Secretaría de Gobierno de Agroindustria, en sus organismos descentralizados, y en los espacios de la Red de BPA.
Los fitosanitarios son sustancias que protegen la sanidad de los cultivos. Pueden ser de origen biológico o de síntesis química. Impiden o previenen el daño ocasionado por especies no deseadas de plantas e insectos que pueden afectar el rendimiento y la calidad de los cultivos.
Todo el ciclo de los fitosanitarios, su ingreso al mercado, uso y gestión de residuos, está regulado.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) tiene a su cargo el registro y la aprobación de los productos fitosanitarios, basado en la evaluación de los criterios y normas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La aplicación adecuada y responsable de los fitosanitarios está regulada por las Provincias, y la adopción de las buenas prácticas agrícolas, que minimizan el riesgo de daños por mal uso, son alentadas y desarrolladas técnicamente por el INTA y las organizaciones del sector privado.
Para mejorar la adopción de buenas prácticas y el monitoreo de las aplicaciones, las Secretarías de Agroindustria y Ambiente y Desarrollo Sustentable dictaron la Resolución Conjunta 1/2018 que conforma un Grupo de Trabajo integrado por expertos de las secretarías de dichas áreas a las que se le suman Salud, Ciencia y Tecnología, junto con el Senasa, el INTA, y representantes del Consejo Federal del Medio Ambiente (COFEMA) y del Consejo Federal Agropecuario (CFA), que definió un conjunto de principios y recomendaciones para mejorar el control y la adopción de mejores prácticas en el uso de fitosanitarios.
La Resolución Conjunta 5/2018 de las Secretarías de Gobierno de Agroindustria y de Salud estableció la incorporación al Código Alimentario Argentino (CAA) de una serie de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en la producción frutihortícola.
La obligatoriedad de instrumentar las BPA en el sector procura controlar la contaminación de los productos frutihortícolas, promoviendo la inocuidad a partir de criterios que aseguran la aptitud higiénico - sanitaria de la mercadería que llega al consumidor.
Asimismo, se puso en marcha la Ley de Gestión de Envases Vacíos de fitosanitarios, que regula el destino de los envases en todo el país, para que la gestión de los mismos sea integral y efectuada de un modo que no afecte a la salud de las personas ni al ambiente.
Por último, el Senasa, lleva a cabo el control de alimentos en el que se hace análisis de límites máximos de residuos, basados en los requisitos y normas de calidad de nivel y reconocimiento internacional en el que se brega por la inocuidad alimentaria.
La producción sostenible de alimentos es un compromiso de todos, donde en el Estado se encuentra presente en etapas claves como el registro y aprobación, aplicaciones, gestión de envases vacíos y control de residuos en alimentos.
Estas acciones comunicacionales tienen como propósito principal dar cuenta del bagaje técnico e institucional de la producción agroindustrial argentina, como así también evidenciar sus falencias y las soluciones que se están construyendo.
Esto requiere el esfuerzo de todos los sectores, para así contribuir a fortalecer el equilibrio entre el ambiente y la actividad humana, de manera de ayudar a satisfacer las necesidades presentes y las futuras sobre una sólida base científica que asegure más alimentos de calidad para nuestro país y el mundo.