Prácticas para llevar adelante un plan forrajero en zonas climáticas extremas
Un equipo de especialistas del INTA junto con el gobierno de la provincia y la Asociación Rural de Tierra del Fuego promueve diferentes prácticas para que el desarrollo de la oferta forrajera en la ganadería fueguina tenga mayor productividad a menor costo. Estas acciones se desarrollan en el marco del Plan Forrajero Provincial.
En Tierra del Fuego la oferta forrajera es buena desde finales de la primavera y durante el verano, pero por las condiciones climáticas propias de la zona durante el invierno se produce un déficit. A partir de esta problemática histórica, que implica que buena parte de los terneros destetados en otoño sean mandados al continente para engordarlo y que luego vuelva a la isla para consumo, el INTA junto con el gobierno de la provincia y la Asociación Rural Tierra Del Fuego diseñaron y gestionan el Plan Forrajero Provincial.
Se trata de un proyecto que promueve el desarrollo de un paquete tecnológico, que busca completar el circuito de producción ganadero en la isla, con el foco en la producción de pasturas perennes y verdeos para la producción de reservas forrajeras, con la idea de trabajar en alternativas para potenciar la producción local.
Dusan Canalis –referente de ganadería extensiva y del plan forrajero provincial por parte de la Agencia de Extensión Rural Río Grande del INTA Tierra del Fuego– indicó que “la estrategia que llevamos adelante es la implantación de pasturas perennes de alta producción, estabilidad y vida útil, para lograr así mayor productividad a menor costo”.
“Se está trabajando en superficies acotadas, con el objetivo de lograr impacto estratégico. Tenemos el foco en la suplementación de terneros destetados cuando finaliza el invierno. Con las reservas no se busca aumentar carga, sino aumentar producción individual”, agregó el especialista.
Las variedades que se promueven en la zona son verdeos principalmente de avena, se los utiliza como colonizadores de los campos vírgenes durante uno o dos años, y luego se trabaja con las pasturas perennes como pasto ovillo y tréboles o alfalfa.
“Además se están haciendo ensayos con una variedad de alfalfa proveniente de Chile para incorporarla en nuestras pasturas. Esta variedad que está presente en el lado chileno de la isla, la cual pasa la mayor parte del invierno en latencia y tiene reconocida productividad, rusticidad, resistencia y adaptación al ambiente fueguino”, destacó Canalis.
Tradicionalmente, la ganadería fueguina era extensiva ovina, en principio enfocada en la producción de lanas. Luego cambió el eje y abrió la mirada sobre la producción de corderos. Siempre se utilizaron razas doble propósito, históricamente Corriedale, aunque últimamente comenzaron a aparecer variedades doble propósito de Merino.
En la zona centro de la isla, que comprende el ecotono y precordillera, azotada por la proliferación de perros asilvestrados, se ha reemplazado la producción ovina por la vacuna –que hasta el momento era muy pequeña–.
Canalis explicó que “en algunas estancias que tienen buena calidad de tierras y clima, pueden hacer ciclo completo o recría de parte de sus terneros. Si no, los terneros destetados en otoño se venden en pie al continente donde son recriados y engordados”.
Plan Forrajero
La oferta forrajera es alta cuando termina la primavera y comienza el verano. Con esa producción se trabaja durante todo el año. El clima es semiárido y subhúmedo, con inviernos muy fríos y largos, primavera muy inestable en precipitación y temperatura.
La estación crítica es el invierno. Tanto vacunos como ovinos necesitan reponer estado corporal durante el verano y acumular reservas –grasa de cobertura–. Se da una restricción alimentaria forzada determinada por las condiciones climáticas.
Se trabaja con una escala de estancias productivas grandes con condiciones sanitarias excepcionales: sin brucelosis, tuberculosis, venéreas en vacunos. En ovinos hay baja cantidad de brucelosis y no hay sarna. Esta condición se debe al clima frío y seco y a la insularidad.
El Plan Forrajero Provincial se gestiona desde INTA junto al gobierno de la provincia y la Asociación Rural Tierra Del Fuego tiene como objetivo incrementar la producción de forrajes. Y a largo plazo fortalecer el autoabastecimiento de carnes.
“Uno de los motores del proyecto y buena parte de la tarea de INTA en territorio tiene que ver con mejorar la ecuación productiva y económica de la recría y ciclo completo para aumentar la producción local de carne. Es decir que, en lugar de mandar los terneros al continente, queden en la isla y haya más oferta de carne local”, señaló Canalis.
Prácticas para obtener mayor productividad
La ventana de siembra ideal es de fines de octubre a principios de noviembre, por ello, el equipo de investigación del INTA recomienda realizar la preparación del suelo en otoño y la de siembra en primavera. Debido a las características de los suelos –vírgenes y con bajas temperaturas– no sería positivo trabajar con siembra directa.
Se recomienda también trabajar en reservas forrajeras ya que es el método de aprovechamiento a través del que se obtiene un mayor margen bruto de la inversión. La producción local de un fardo compite con uno importado desde el continente –Valle Inferior del Río Chubut o de Río Negro– y el costo del flete es muy alto.
Planificar el objetivo de la producción de pasto es otra de las prácticas de manejo. “Los sistemas ganaderos de Tierra del Fuego son extensivos y están adaptados al manejo casi sin insumos externos, por lo que definir en qué momento del proceso de producción se va a destinar la inversión optimiza el retorno de la misma”, señaló Canalis.
Es importante la elección de tipo de pastura, especies a implantar o mejoramiento de pastizal como cerrar una vega, darle descansos estratégicos, fertilizar, intersembrar, manejo del agua, etc.
También la elección de campo en función de la calidad de suelo y topografía, para que conserven mejor la humedad y no estén expuestos al viento. Canalis aclaró que “en este sentido se recomienda buscar terrazas bajas, no vegas porque es difícil trabajar el suelo por las características locales”.
Por último, generar camas de siembra firmes, sin residuos y con preparación convencional del suelo, y hacer un seguimiento exhaustivo de cultivos, teniendo en cuenta las condiciones climáticas para fortalecer el aprovechamiento.