Osvaldo Pugliese, maestro del tango
El pianista, director y compositor argentino nació, un día como hoy, en 1905. La Secretaría de Cultura de la Nación lo recuerda a 119 años de su nacimiento.
Osvaldo Pedro Pugliese nació el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo, dentro de una familia de músicos. El padre, Adolfo, alternaba su trabajo como obrero del calzado con su pasión musical: tocaba la flauta en conjuntos barriales, y dos de sus hermanos mayores también se dedicaban a la música.
El padre le regaló un violín al pequeño Osvaldo y lo inscribió en el Conservatorio Odeón, también en Villa Crespo. Sin embargo, allí descubrió el instrumento que lo apasionó durante toda su vida: el piano. Estudió con grandes maestros, como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione.
A los quince años formó parte de un trío musical junto con el bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito. En el bar “Café de la chancha” --conocido con ese nombre probablemente por su falta de higiene-- debutó a puro tango, con aquellos dos maestros. Luego, lo hizo participando con otro conjunto, en la que se encontraba Francisca Bernardo, la primera bandoneonista de la Argentina, más conocida como “Paquita” o “la flor de Villa Crespo”.
Pugliese fue integrando grupos musicales hasta que en la década del treinta formó su propia orquesta con el violinista Elvino Vardaro. En el Café nacional realizaron su primera presentación, con la que ganaron gran repercusión. Con aquella fama incipiente, lograron llevar adelante la primera gira por el país. No todo resultó como esperaban: la gira demandó más gastos que ganancias y tuvieron que empeñar algunos de sus instrumentos para poder volver a casa.
En 1936 creó un sexteto con los bandoneonistas Alfredo Calabró, Juan Abelardo Fernández y Marcos Madrigal, los violinistas Rolando Curzel y Juan Pedro Potenza, y el contrabajista Aniceto Rossi. Esta fue la orquesta con la que cosechó gran reconocimiento durante 55 años, siempre con algunos cambios, pero fiel al espíritu original de los integrantes. Así, Osvaldo Pugliese creó más de 150 canciones. Algunas muy conocidas como La Yumba, Recuerdos, La Beba, Negracha o Malandraca. Además, grabó más de 600 piezas de otros músicos y autores.
En 1985, al cumplir 80 años, tocó con su orquesta en el Teatro Colón, ante un público que lo ovacionó desde la primera hasta la última canción. Por su orquesta, pasaron destacados cantante e intérpretes como Roberto Chanel, Alberto Morán, Jorge Vidal, Jorge Maciel, Miguel Montero, Alfredo Belusi, Adrián Guida y Abel Córdoba.
Recibió innumerables distinciones tanto nacionales como internacionales, entre ellas, la otorgada por el gobierno de Cuba, la medalla “Alejo Carpentier”, la más importante distinción cultural de la isla; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L'Ordre des Arts et Letters y Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre. La Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (Sadaic) y la Asociación de Coleccionistas de Tango colocaron una placa en la avenida Corrientes 960, por los cincuenta años de carrera y aporte a la cultura argentina y al tango. En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.
El protector de los músicos
Se dice que durante un recital de Charly García se desencadenaron una serie de situaciones y problemas técnicos que retrasaron el comienzo del espectáculo. El sonido no funcionaba bien, hasta que alguien del equipo intentó hacer una prueba con un disco del maestro Pugliese. Todo empezó a mejorar y Charly dio su show. A partir de ahí, nació el mito de la buena suerte que traía invocar al músico.
Oración a San Pugliese: "Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos deje en silencio mirando un bandoneón sobre una silla".
El 25 de julio de 1995, a los 89 años, falleció en la Ciudad de Buenos Aires. Su hija Beba y su nieta Carla, también pianistas, continúan el legado de aquel grande de la música que, aún hoy, sigue más vigente que nunca.