Nueva declaratoria de Patrimonio Escultórico
Se trata de un conjunto de más de cien obras.
Mediante el decreto N°769/2019 de fecha 14 de noviembre fue declarado como Monumento Histórico Nacional un conjunto de más de 100 esculturas de enorme valor artístico e histórico, ubicadas en diferentes espacios públicos de todo el país.
Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, muchas ciudades de América Latina decidieron cambiar su paisaje urbano, siguiendo la tendencia de las ciudades europeas, y tomando como paradigma a la ciudad de París, que dominaba el horizonte cultural de la época. El modelo urbanístico a seguir se regía por la apertura de grandes avenidas y la construcción de extensos parques y jardines destinados al disfrute público y a la higiene ambiental, producto de la influencia de los proyectos del Barón Haussmann, que por encargo de Napoleón III, transformaron la imagen de la “ciudad luz” como símbolo del triunfo de la burguesía, la pujanza económica y la modernidad. Es así que muchos estados latinoamericanos emularon estos conceptos importando proyectos, profesionales, equipamiento y obras de arte, destinados al ornato de edificios y espacios públicos.
El arte público de una Nación es fruto de este proceso histórico en el que los monumentos y esculturas se comportan como elementos referenciales y son un instrumento de propaganda de las nuevas ideas y de los regímenes que las llevaron adelante. Los mismos son un nexo entre el pasado y el presente y aluden no sólo a nuestra historia, sino a los temas universales de la Humanidad, destacando a los héroes y sus hazañas, a la exaltación de la naturaleza, a la valoración de la antigüedad clásica, los valores republicanos y a las formas de productividad y de progreso económico. Plantean al ciudadano los ideales o mentalidades de aquellos que los erigieron al ser una referencia paradigmática con la que se “construye una historia” y tienen además una finalidad pedagógica y una capacidad de recordación intencional que influye por sus símbolos y alegorías y por su emplazamiento en el imaginario urbano. Por eso los recursos físicos que se utilizan son nobles y siempre conllevan la idea de lo perdurable y eterno, ya que se proyectan hacia el futuro.
El desarrollo de esta tendencia fue el puntapié inicial de una larga tradición de implantación de esculturas en lugares públicos, que tuvo lugar en todo el territorio nacional. El conjunto de estas obras conforman hoy un patrimonio escultórico importantísimo para nuestro país, tanto por el valor de las mismas como por el de sus autores y la Comisión Nacional de Monumentos está empeñada en difundir y conservar.