Mozambique: La primera misión internacional del Hospital Militar Reubicable
En 1993, la Fuerza Aérea Argentina desplegaba por primera vez su unidad sanitaria móvil para cumplir con un requerimiento de las Naciones Unidas
Por Lic. Florencia Sosa / Archivo: Dirección de Estudios Históricos
El 3 de febrero de 1993, la Fuerza Aérea Argentina anunciaba la primera misión internacional del Hospital Militar Reubicable. A partir del requerimiento de la Organización de las Naciones Unidas al gobierno argentino, la unidad móvil incorporada por la Institución en 1981 y que había sido desplegada a Comodoro Rivadavia en 1982 durante el Conflicto del Atlántico Sur, debía dirigirse junto con el personal de sanidad necesario para su funcionamiento a Mozambique.
Esta operación se llevaría a cabo como parte del cumplimiento del mandato de contribuir a la aplicación del Acuerdo General de Paz firmado el 4 de octubre de 1992.
“Integrarán la dotación del Hospital Reubicable, 40 especialistas que se desempeñarán en distintas ramas de la medicina y el personal de tareas de apoyo a esa actividad. Este personal ya ha sido seleccionado y designado por la Dirección General de Sanidad de la Fuerza Aérea y está integrado por médicos cirujanos, clínicos, de terapia intensiva, odontólogos, bioquímicos y auxiliares radiólogos, enfermeros generales, de quirófano, instrumentadores, de esterilización y de emergencias. Para el apoyo de la actividad médica, se integrarán un conductor motorista y/o mecánico, agente contable y cocineros, todos los cuales presentan un alto grado de capacitación, conocen perfectamente sus responsabilidades y atribuciones, pudiendo incluso cambiar los roles de acuerdo a necesidades operativas”, reza la gacetilla de prensa N°4 fechada el 3 de febrero de 1993.
Antes de desplegar, el personal debió cumplir con una serie de requisitos de prevención sanitaria que incluyó un cuidadoso examen psicofísico junto con un plan de vacunación que incluyó preventivos antitíficos y antiparatífica A y B, antitetánica, antidistérica, sabin oral, antimeningocóccica, contra la hepatitis B y antiamarílica. Previo a su partida el personal también recibió protección contra la malaria y vacuna MNR preventivas de paperas, rubeola y sarampión, entre otras medidas sanitarias.
Así fue como el 28 de abril de ese mismo año, partía rumbo a Mozambique el primer contingente sanitario de la Fuerza Aérea Argentina desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
De acuerdo a lo informado por la Institución en ese entonces, este primer grupo de avanzada sanitaria se encontraba integrado por 14 oficiales, suboficiales y personal civil de un total de 40 efectivos que había designado la FAA para cumplir las actividades inherentes al funcionamiento y mantenimiento del Hospital, el cual había sido enviado por vía marítima al país africano.
Para el traslado de los módulos más delicados del Hospital (radiología, quirófano, terapia intensiva), medicamentos, instrumental, el primer contingente de médicos y personal especializado, se emplearon tres C-130 Hércules pertenecientes al Escuadrón I de Transporte Aéreo de la I Brigada Aérea del Palomar, que volaron en escuadrilla haciendo escala en Recife, Isla Ascensión y Ciudad del Cabo.
También participó de las tareas el Escuadrón V B-707 perteneciente a esta misma Unidad –actualmente se encuentra desprogramado –, el cual al término de la misión contabilizó un total de 53 horas de vuelo, transportando 14.000 kg de carga y 439 pasajeros pertenecientes a los contingentes de relevo. En el despliegue del Hospital y funciones en general, prestó sus servicios el personal perteneciente al Grupo 1 de Comunicaciones Escuela de Paraná.
Al arribar a Mozambique el Hospital Militar Reubicable fue instalado en la localidad de Machava, a las afueras de la provincia de Maputo, a 15km de la capital de Mozambique. Allí el personal de la FAA brindó atención médica las 24 horas del día a la población local, a las tropas de otras naciones y al personal diplomático.
Al respecto, el vicecomodoro Omar Hermida recuerda que “en las misiones, cuando se despliega fuera del país uno tiene que cumplir muchísimas funciones porque es un grupo muy reducido de gente. El Estado Nacional tenía presencia en misiones de las Naciones Unidas y la OTAN desde hacía muchísimos años pero con Mozambique fue la primera vez que desplegó una unidad sanitaria completa”.
Al ingresar a la Fuerza, el médico pediatra y neonatólogo con especialidad en atención de cuidados intensivos en bebés recién nacidos se especializó en medicina de emergencia orientada a “las bajas en masa para poder operar en catástrofes”.
Durante la misión se atendieron pacientes con enfermedades endémicas y se realizaron más de 7.000 análisis de rutina a miles de ciudadanos, detectando diferentes patologías relacionadas con enfermedades tropicales (cólera, malaria y fiebre tifoidea, entre otras).
Asimismo, también se brindó asistencia sanitaria a pacientes con infecciones por HIV. Al respecto, el vicecomodoro afirma que “en el momento en que nosotros llegamos a Maputo no había excesiva cantidad de casos de HIV”.
“Se trataba de una población sufrida, castigada, en guerra durante 15 años, con un régimen opresor donde lo que era la casta gobernante vivía entre lujos y el resto de la gente vivía sumida en la pobreza”, describe el vicecomodoro.
El servicio de quirófano también registro una intensa actividad entre los que se destacaban casos de apendicitis, perforaciones intestinales causadas por la fiebre tifoidea, fracturas y quemaduras, entre otros.
Por su parte, el comodoro “VGM” Luis Barusso relató su vivencia en esta misión: “La experiencia fue valiosísima, sólo por el hecho de cumplir tareas humanitarias en países que estaban en crisis de post-guerra. En 1994 participé en el tercer contingente en Mozambique, misión ONUMOZ durante seis meses como traumatólogo y staff de la ONU”.
En este capítulo de su carrera el oficial obtuvo una felicitación del gobierno de Francia por operar a un sargento francés con heridas de mina. En total realizó 3 cirugías durante esta misión por heridas causadas por minas antipersonales.
El comodoro, quien también integró el equipo del Hospital Militar Reubicable desplegado durante el Conflicto del Atlántico Sur, describió una de las caras más duras de esta misión: “En Mozambique fue muy impactante atender a los heridos por minas antipersonales y a los chicos huérfanos que concurrían al Hospital. Entre ellos venía siempre una madre con un hijo quemado reiteradamente, que después nos dimos cuenta que lo hacía para poder comer”.
Para enmarcar este contexto el oficial recuerda que el Hospital cumplía funciones en el territorio que 17 años antes había sido protagonista de una guerra civil: “era un desastre lo que había quedado, así que todavía seguían ocurriendo accidentes posguerra especialmente cuando pisaban minas antipersonales, que eran las que teníamos que operar”.
“Yo atendía en un lugar que era un centro de acogimiento de nenes huérfanos porque los papás habían muerto en la guerra y estaba manejado por unas monjas, yo los iba a atender después de la tarea del Hospital, llevaba un paquete de galletitas y los ponía en el cajón del escritorio”, manifestó el vicecomodoro Hermida y continuó: “Después de que terminaba de atender yo abría el cajón del escritorio y ellos agarraban solo una galletita y se las llevaban como si fuera un tesoro, ahí comprendí que cura más el cariño o jugar con ellos que a lo mejor darles un antibiótico”.
“Las misiones de paz son un antes y un después, cuando vos salís a otro país y te alejás del árbol empezás a ver el bosque de forma completa”, confiesa el médico y agrega: “Ves personas que no tienen nada, que sufren hambrunas. Había dos hermanitos que compartían un par de ojotas viejas, rotas, uno usaba la ojota izquierda y otro la derecha, jugando con la tierra en la calle con una sonrisa hermosa, con unos ojos llenos de alegría, a pesar de sus necesidades. Esas cosas te marcan”.