Monseñor Angelelli, el obispo mártir
En un nuevo aniversario del nacimiento del obispo asesinado en la última dictadura cívico-militar, recordamos su obra junto al director de cine Fernando Spiner, autor de un documental sobre la vida y pasión del religioso riojano.
Enrique Angelelli nació el 18 de julio de 1923 en la ciudad de Córdoba. Provenía de una familia muy humilde, sus padres eran inmigrantes italianos. Estudió en escuelas públicas y con las hermanas de Villa Eucarística, donde su padre trabajaba como casero. En su adolescencia ingresó al Seminario. En 1939 fue enviado a Roma por su destacado desempeño y allí se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana y entró en contacto con la Juventud Obrera Católica. Diez años más tarde, en octubre de 1949 fue ordenado sacerdote. Tenía 26 años. Formó parte del tribunal eclesiástico e impartió clases en el Seminario Mayor de Córdoba, además de convertirse en asesor de la Juventud Obrera Universitaria Católica. En 1960 fue nombrado obispo auxiliar de la provincia de Córdoba. Por su trabajo fue nombrado rector del Seminario, en el cual quiso realizar algunos cambios pero luego de un conflicto con el Nuncio apostólico Humberto Mozón, fue trasladado a Villa Eucarística.
En 1968 le fue asignada la diócesis de La Rioja, donde trabajó mucho para asistir a los sectores más oprimidos de la sociedad. Apostaba por los votos sociales del Concilio Vaticano II.
En 1965, regresa a la sede del arzobispado cordobés y en 1968 es nombrado obispo de La Rioja, forma en que la jerarquía eclesiástica piensa alejar a Angelelli hacia una diócesis de menor importancia: el objetivo era acallar su voz. Adhirió a los principios del Concilio Vaticano II y de Medellín, entendiendo al Evangelio desde la lucha por la liberación de los desposeídos, denunciando el hambre, la desocupación, la concentración de la propiedad y la explotación campesina, recorriendo toda la provincia. Participó de las marchas contra la pobreza y la miseria, alentó y colaboró en la organización de la Asociación de Trabajadores Provinciales, el Sindicato de Empleadas Domésticas, el de Trabajadores Rurales y Estibadores, la Asociación Minera y la Coordinadora Campesina.
Sus misas se transmitían por la radio en toda la provincia. Pronto se enemistó con los sectores más conservadores de la provincia y dirigentes de las Fuerzas Armadas por su trabajo social. Tras el golpe de Estado de 1976 la emisión de sus misas fueron censuradas y posteriormente canceladas, año en el que presenta su renuncia a la diócesis riojana. Denunció asesinatos de sacerdotes en la provincia e incluso investigó qué había pasado.
El 4 de agosto de 1976 el obispo de La Rioja fue asesinado por miembros del Tercer Cuerpo del Ejército, que hicieron pasar ese crimen como un accidente automovilístico. Años más tarde, ya en democracia, se descubrió que se trató de un homicidio calificado.
Entrevista con Fernando Spiner
En conversación con Fernando Spiner nos adentramos en su trabajo en Angelelli, la palabra viva, documental disponible en CINE.AR PLAY.
-¿Cómo surgió la idea de realizar un documental sobre Monseñor Angelelli?
-Durante mi adolescencia en Villa Gesell, Gustavo Zaldívar, mi mejor amigo, era un católico militante de la teología de la liberación y el Concilio Vaticano II. Él solía hablarme mucho de Monseñor Angelelli, y a los 15 años hicimos un viaje a dedo a La Rioja con la ingenua intención de encontrarlo, pero él estaba en ese momento en Roma, y solo pudimos escuchar más de él cuando estuvimos ahí. Muchos años después, trabajando como asistente de dirección del gran Eduardo Mignogna en la serie sobre Horacio Quiroga, compartí dos meses de rodaje con Víctor Laplace en San Ignacio, Misiones. Tiempo después durante una semana de cine argentino en Bahía, Brasil, yo estaba presentando mi película Adiós Querida Luna, y allí encontré a Víctor. Allí surgió el tema de Monseñor Angelelli, y charlando descubrimos el interés mutuo que teníamos en la historia del obispo asesinado en La Rioja durante la dictadura. Un día fuimos a la playa de Itapuá, Víctor se tiró al mar a hacer la plancha y la corriente se lo fue llevando hasta que una persona me advirtió del riesgo en el que estaba. Como buen gesellino, siempre nadador de mar, me metí y lo ayudé a salir de esa difícil situación. Desde ese día Víctor bromeó con que yo le había salvado la vida, y que tendría que devolver de algún modo ese acto.
Años después, Víctor estaba haciendo una gira con Patricio Contreras, Daniel Fanego y Claudio Rissi con la obra Rotos de amor, y como eran todos actores amigos con los que yo había trabajado me invitaron a ver la obra y luego fuimos a cenar juntos. En esa ocasión Víctor estaba leyendo el libro Angelelli. La vida por los pobres, de Roberto Rojo. En mi opinión, una excelente reconstrucción integral de la etapa histórica del obispo Angelelli en la diócesis de La Rioja, entre los años 1968-1976. Entonces le conté mi anécdota de cuando viajamos con mi amigo tras las huellas de Monseñor y él me propuso compartir la realización de una película que estaba queriendo producir a partir de ese libro de investigación. Él tenía que seguir de gira por la Argentina con la obra durante un periodo largo y le venía muy bien compartirlo conmigo, asegurando así siempre la presencia de uno de los dos directores de la película, y retribuyendo lo que él consideraba una deuda de gratitud por haberlo sacado de esas peligrosas aguas en las playas de Itapuá. Yo por mi parte estaba muy necesitado de contar con un dinero para comprar los derechos del cuento Aballay, de Antonio Di Benedetto del cual se me estaba venciendo la opción que venía renovando desde hacía varios años, y así dar un paso importante en la concreción del film que realizaría años después. Fue una combinación de un interés genuino por el tema con circunstancias particulares de cada uno, que hacían posible ponernos ambos a la cabeza del proyecto compartiendo la dirección y la escritura del guion.
-¿Qué recursos utilizaste para narrar el documental?
-Básicamente el de un narrador/investigador, que va tras las huellas de Monseñor Angelelli conversando con aquellas personas que fueron parte, intentando reconstruir la sucesión de hechos que precedieron su muerte y una verdad posible sobre los responsables de su asesinato.
-¿Qué apreciación podrías hacer sobre este trabajo pasados dieciséis años? ¿Qué representó en aquel momento para tu carrera como cineasta?
-Es un trabajo por el que siento mucho orgullo, que encare con la seriedad y el compromiso que el tema merecía. Un documento más de los muchos necesarios para mantener viva la memoria de aquellos años oscuros que vivimos en Argentina durante la dictadura. Demuestra además de manera contundente la complicidad de la cúpula eclesiástica con la dictadura que paró una investigación del Vaticano sobre la muerte de Monseñor Angelelli protegiéndola de la condena internacional. Fue además como director, la posibilidad de profundizar vínculos profesionales con colaboradores muy importantes con los que volví a trabajar en otros proyectos y que hicieron crecer el trabajo de manera significativa, como Claudio Beiza como director de fotografía, Sebastián González como director de sonido, Gabriel Posniak como asistente y cameraman, y Juan Pablo Young como guionista.
Fernando Spiner es egresado del Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma. Su primer film, La Sonámbula en 1998, escrito junto a Ricardo Piglia y Fabian Bielinsky, tuvo su premiere mundial en Toronto, su estreno europeo en San Sebastián. Ganó premios en La Habana, Toulouse, y Nantes, entre otros festivales. Adiós Querida Luna, en 2004, ganadora del Premio Astor al Mejor Actor (Alejandro Urdapilleta) en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Aballay, el hombre sin miedo en 2011, basada en el cuento de Antonio Di Benedetto, ganadora de 11 premios internacionales, 3 premios Cóndor de la Asociación de Cronistas Cinematográficos, 8 premios Sur, y elegida por la Academia de Cine Argentino para representar a la Argentina en los Premios Oscar 2011. La Boya, nominada por la Academia de Cine Argentino como mejor película documental 2018, e Inmortal que tuvo su Premier mundial en 2020 en la competencia oficial del Festival Internacional de Sitges.
Spiner dirigió series como Zona de Riesgo, Cosecharás tu siembra, Poliladron y Bajamar, por las que fue Premio Konex de la década del 90. En 2015 realizó la serie Los 7 Locos y Los Lanzallamas sobre las novelas de Roberto Arlt adaptadas por Ricardo Piglia, junto a Ana Piterbarg, por las que obtuvieron numerosos premios y fueron nominados a 8 Premios Martín Fierro. Fue productor general y director artístico del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 2013 y 2014. En 2014 el gobierno Italiano le otorgó el Premio Italia Nel Mondo. Se han realizado retrospectivas de sus trabajos en museos, universidades y festivales del mundo.
Podés ver el documental Angelelli, la palabra viva en este link.