Presidencia de la Nación

“Mi madre comenzó su clandestinidad trabajando en el INTI y algunas veces sus compañerxs nos brindaron un lugar en donde parar”

La entrevista a Cristina, abre el ciclo de videos #RelatosDesdeLaMemoria, una producción del Archivo de la Memoria y los Derechos Humanos del INTI que tiene como fin recuperar la voz de familiares, trabajadores y autoridades que formaron parte del INTI durante la última dictadura militar.

Cristina Jurkiewicz Artero es la segunda de cuatro hijos de María del Carmen Artero de Jurkiewicz . Desde 1979 vive en Holanda, a donde fue exiliada luego de escapar dos veces del horror: del Olimpo, centro clandestino de detención, tortura y exterminio a donde fue llevada luego de su secuestro en octubre de 1978; y de la casa de un familiar cómplice de la dictadura, en donde la retuvieron tras su cautiverio en el centro de exterminio. Allí vivió bajo libertad vigilada hasta su fuga.

“Nosotros fuimos perseguidos durante nueve meses. Mi madre comenzó su clandestinidad trabajando en el INTI: tuvo que tomar licencia y desde ese momento empezamos a ir de un lado para el otro. Creo que habremos estado en 15 lugares diferentes. Algunas veces compañeros del INTI nos brindaban lugar en donde parar” destaca Cristina.

El 11 de octubre de 1978 Cristina fue secuestrada junto a su hijo de dos meses y su mamá María del Carmen Artero. Fue interceptada y detenida por un grupo de tareas en las calles Rivadavia y Pergamino, en inmediaciones del Teatro Fenix de Floresta (actual "El Teatro Flores"). “Era el día de la madre. Iba unas cuadras detrás de mamá porque quería comprarle un regalo pero en un momento me agarran y me ponen una campera en la cabeza. Veo a trasluz. Me llevan hacia un auto. Había chicos saliendo de un jardín de infantes. Grito… pero en Argentina se vivía el terror y nadie se entrometió. Me golpean y me introducen al auto, damos un par de vueltas y llegamos a lo que después supe que era El Olimpo”. Recuerda.

El “Olimpo” fue uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio instalados en la ciudad de Buenos Aires, que funcionó entre agosto de 1978 y enero de 1979, y formó parte del circuito represivo ABO (conformado por los CCDTyE Atlético, El Banco y Olimpo). Allí se estima que permanecieron detenidas aproximadamente 500 personas.

“Durante dos semanas solo escuché las torturas de mamá. Allí estaba también mi bebe. Lo llevaban y lo traían todo el tiempo pero en un momento me lo quitan y no lo veo más. Entonces me desesperé. Tuve una semana sin saber qué había pasado con él hasta que vino mi familiar represor y me cuenta que lo habían entregado a mi hermana”.

Cristina fue liberada en Panamericana y llevada a la casa de su familiar complice quien la mantuvo vigilada por meses. Allí se reencontró con su bebe, Pablo, quién hoy en día vive en Holanda.
Durante su cautiverio solo pudo hablar dos veces con María del Carmen pero las últimas palabras de su madre las lleva como bandera de lucha: contá lo que pasó, que esto no haya sido en vano.

Una vida de militancia, solidaridad y compañerismo
María del Carmen Artero ingresó a trabajar al INTI como secretaria del Departamento de Química el 1ro de agosto de 1960. Como estaba separada y tenía a su cargo a 4 hijos pequeños fue el padre Mugica, con quién había entablado una relación de amistad muy cercana, quién le sugirió y recomendó para comenzar a trabajar en el instituto y así poder sostener económicamente a su familia. Allí su compromiso para lograr una sociedad más justa continuó y además de convertirse en delegada gremial, pelear por los derechos de las mujeres trabajadoras, impulsar la creación de la guardería del INTI (actual jardín materno-infantil que funciona en la sede de San Martín del instituto) formó parte de la delegación argentina que viajó a Cuba para fortalecer el intercambio tecnológico de ambos países.

Maria del Carmen era militante montonera, catolica, mano derecha del padre Carlos Mugica y testigo de su asesinato. “Mamá lo llevó en su regazo malherido” recuerda Cristina. El día de la muerte de Carlos (Mugica) María del Carmen salió de su casa y volvió al día siguiente empapada en sangre. Ella estaba en la capilla, escuchó los estruendos de las balas y al salir lo vió a Mugica deslizandosé sobre una pared. Se acercó a él y lo abrazó para sostenerlo. Fue en ese momento cuando sintió el calor de la sangre de Carlos en su propio cuerpo".

Luego de la muerte del párroco, el 11 de mayo 1974, las prendas manchadas de Artero fueron cortadas y repartidas en el barrio obrero.“Hoy mismo en la Villa 31 hay un relicario y ahí hay un pedacito del pantalón de mamá con sangre de Mugica” y agrega a que pese a que María del Carmen fue quien asistió a Carlos, luego de los impactos de las balas y lo trasladó al hospital, sintió que no había podido poner el cuerpo por el cura y esto la llevó a tomar la decisión de seguir peleando, poner el cuerpo… “ concluye Cristina.

María del Carmen es recordada como una persona muy solidaria y amorosa. Una mujer que pese al contexto adverso, siempre trabajó, fue sostén de familia, militó e incluso dió hasta lo que no tenía por ayudar al prójimo.

Con el golpe de 1976, comenzó una brutal persecución hacia los trabajadores y las trabajadoras organizados. La familia de María del Carmen tuvo que huir por 9 meses y tanto ella como su hijo mayor Pablo, debieron pedir licencia en el INTI. Ambos trabajaban en el instituto. En el caso de María del Carmen, su legajo laboral seguiò por años pendiente de reparación: lejos de ser un documento fiel a lo acontecido, indicaba “licencia sin goce” durante meses y luego de su secuestro la baja por “renuncia forzada” silenciando la persecución que ella y su familia vivieron desde marzo de 1976.

Recién en febrero de este año, partir de la Resolución publicada en el Boletín Oficial,, los familiares y compañeros de María del Carmen Artero de Jurkiewicz podrán encontrar en el legajo la siguiente leyenda: “La verdadera causa de interrupción de la relación laboral fue la desaparición forzada como consecuencia del accionar del Terrorismo de Estado”.

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