Kalym Adrián Soria es trabajador social y el primer varón trans con DNI argentino adecuado a su nombre autopercibido. Accedió al cambio a través de un simple trámite administrativo, hace 10 años, cuando se aprobó la vigente Ley 26.743 de Identidad de Género.

El texto de la norma sancionada el 9 de mayo de 2012 deja en claro que “se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento”.

De esa manera, reconoce una de las pautas que las organizaciones que militan por los derechos de las diversidades reclamaron incluir durante la discusión de la ley: en lugar de patologizar a las identidades trans, promueve el acceso al cambio registral a través de una mera solicitud formal.

Al momento de su aprobación, leyes similares en el mundo condicionaban el reconocimiento estatal a la acreditación de pericias médicas que avalen esa autopercepción, así como intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales.

Por eso, Soria relató: “Cuando me entregaron el DNI me la pasé llorando: hacía cuarenta y pico de años que estaba esperando, porque yo tengo noción de mi masculinidad desde los cuatro años”.

Además recordó que quien le entregó en su momento su nuevo DNI fue la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con una frase que lo marcó: “Perdón por tantos años de olvido”.

Desde mayo de 2012, el Estado argentino lleva otorgados a 12.655 DNI a mujeres y varones trans que registraron su identidad de acuerdo a su decisión. En lo que va de 2022, 138 personas accedieron a la rectificación del DNI, 39 de ellas son transfeminidades, 66 transmasculinidades y 33 identidades no binaries.

Para el último colectivo, el presidente Alberto Fernández anunció el 21 de julio de 2021 la puesta en marcha del DNI no binario, que incorporó la “X” como opción a la hora de consignar género.

Requisitos para acceder a tu DNI

La ley 26.743 universalizó no solo la forma de extender el Documento Nacional de Identidad sino también los alcances del reconocimiento pleno como ciudadano o ciudadana. Establece, por ejemplo, que “toda persona tiene derecho a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada”.

No sólo vehiculiza de modo sencillo una registración de acuerdo a la autopercepción, sino que promueve un trato humano equitativo para quienes acceden a ese derecho.

El trámite de reasignación de nombre y género demanda que las personas responsables por el o la menor de edad sean quienes encabecen el pedido. En su articulado se consideran los principios de “capacidad progresiva e interés del niño o la niña” de acuerdo a lo estipulado en la Ley 26.061 de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes. En la práctica, es una proclama para que el Estado y las personas responsables durante el desarrollo del niño o la niña trans estén atentos a fomentar la construcción de una identidad acorde a lo que el o la menor escoja, sienta y reclame hasta su mayoría de edad.

Aunque esa autopercepción identitaria puede cambiar con el tiempo, el derecho a acceder a un DNI acorde está garantizado. En cualquier caso, una vez realizada la rectificación de la identidad, los datos previos de la persona pasan a ser considerados confidenciales y quedan en custodia del Estado.