Mar del Plata celebra el centenario de Landrú con una muestra de la Biblioteca Nacional
En el centenario del nacimiento del genial humorista, se puede ver “Breve historia universal de Landrú" en el Museo Municipal de Arte "Juan Carlos Castagnino". En esta entrevista, el curador de la exposición y especialista en cómic nacional, José María Gutiérrez, cuenta perlitas imperdibles de la exposición y explica la influencia de Landrú en el humor gráfico argentino.
“Landrú es el humorista gráfico con mayor influencia y con mayor descendencia”, opina José María Gutiérrez, investigador sobre comics nacionales y curador de “Breve historia universal de Landrú", que se puede visitar hasta el 27 de febrero en el Museo Municipal de Arte "Juan Carlos Castagnino" de la ciudad de Mar del Plata.
Juan Carlos Colombres, alias Landrú, nació el 19 de enero de 1923. En 1945 abandonó sus estudios de Arquitectura para trabajar en Don Fulgencio. Al año siguiente ya había sumado colaboraciones como dibujante humorístico en las históricas revistas Cascabel, Rico Tipo, Vea y Lea y El Hogar. En 1957 se convirtió en el primer libretista del cómico político Tato Bores, además de fundar la célebre revista Tía Vicenta con una tirada de 50 mil ejemplares. La redacción de este semanario reunió el talento de grandes artistas, como Quino, Garaycochea, Basurto, Faruk y César Bruto.
La exposición de la Biblioteca Nacional fue expuesta originalmente en 2018 y resume casi 70 años de trabajo de uno de los humoristas gráficos y dibujantes más sobresalientes de nuestro país. En esta versión suma una nueva sección dedicada a la relación de Landrú con la ciudad de Mar del Plata, a la que visitaba desde los 5 años.
El relato de esta muestra comienza con el "Génesis Novísimo", la primera obra conceptual de Landrú, que escribió a sus 17 años en un cuaderno espiralado marca Avon y que incluye una delirante visión sobre el origen del universo y la humanidad. Gutiérrez explica que “este cuaderno extraordinario es el que organiza la exposición”. Y agrega: “A partir de esto, se muestra toda la trayectoria de Landrú, con originales inéditos y material de las distintas colecciones de la Biblioteca Nacional, sumados al aporte de Fundación Landrú. Se trata de material inédito de uno de los pilares del humor gráfico y del periodismo argentino".
— ¿Cómo está organizada la exposición en el Museo Castagnino? ¿El nuevo espacio habilitó cambios en el guion respecto a la que se vio en otras ocasiones?
— La exposición abarca toda la planta baja de esa mansión increíble que es el Museo Castagnino. Aprovecha los distintos ambientes que tiene la casa, lo cual le viene muy bien ya que es una muestra que busca reproducir el living de lo que sería la casa de Tía Vicenta. Por eso tiene un empapelado, tomado de los diseños del propio Landrú y mobiliario dibujado por él, con detalles como falsos marcos. La idea es que parezca que estamos dentro de un dibujo de Landrú. Así ya estaba planteado en la puesta original de la muestra que se hizo en 2018 en la Biblioteca Nacional, pero hay modificaciones en el orden y en las piezas que se exhiben, es decir, en el relato que desarrolla.
A diferencia de otras exposiciones que curé que tenían muchísimo texto para acompañar el discurso, en esta exposición la ausencia de carteles explicativos es notable. Por lo cual le queda al visitante descubrir, leer las tiras, para poder valorar bien lo que está mirando. Esa ausencia de explicaciones, de anecdotario, tiene la intención de no intervenir en esta puesta en escena, que es el living de la Tía Vicenta. Además, a diferencia de las anteriores, en esta versión se incorpora una sección nueva que está dedicada a Mar del Plata.
— ¿Está exhibido el cuaderno del "Génesis Novísimo" en esta versión?
— Toda la organización está basada en esa cosmogonía que creó Colombres cuando era adolescente. Se inicia la muestra con ese cuaderno, el Génesis Novísimo. Lo que se va desarrollando en las secciones es justamente una especie de génesis en la cual primero está la creación del universo, que es el de lo absurdo. Luego está la creación del autor, del demiurgo, cuando Colombres se convierte en Landrú y encuentra su firma autoral. Sigue la creación del hombre: el señor Porcel, la familia Cateura, el hombre que razonaba demasiado, etc. Después la creación de la mujer, en este caso la Señora Gorda, esa mujer que opina sobre la realidad sin saber nada y que dice disparates pero que en realidad expone el disparate que es la actualidad. Después se puede ver la creación del Gato, que termina siendo su firma, su símbolo. Luego pasa a “Landrú se fue a la guerra”, que es cuando se convierte en editor, crea la revista Tía Vicenta y la posterior clausura de la revista por la Dictadura de Onganía. A partir de allí se arma otro discurso que es el reconocimiento de las diferentes tribus y faunas de la sociedad: Las chicas bien, María Belén y Alejandra, Las pirujas, Los Mersas, etcétera, estos distintos personajes y grupos humanos descritos con una mirada muy sociológica de Landrú que le sirvió para reconocer, y también inventar, los modos de hablar y de pensar de estos segmentos sociales.
— Una de las facetas que se descubre en la muestra es la de Landrú compositor. ¿Cómo se materializa en la exposición este rol del artista?
— Se puede ver en la creación de la música, sus letras para distintos músicos, los discos que ilustró, a la banda Tururú Serenaders, la cual estaba integrada por grandes músicos, entre ellos, el gran violinista Hernán Oliva.
La producción de Landrú es infinita. Todo el tiempo se están descubriendo nuevos materiales, publicaciones incluso insospechadas. Llegó a colaborar en dos o tres publicaciones simultáneamente. Tiene una producción inmensa. Probablemente sea el humorista gráfico que más produjo.
En esta exposición hay una cantidad de materiales que pudimos sumar que no habían entrado en el montaje original por lo reducido del espacio. Hay documentos y publicaciones originales, algunos impresos, varios ejemplares de Tía Vicenta que no habían sido exhibidos, tanto de la primera como de la segunda época, manuscritos, textos mecanografiados por él.
Hay que pensar que se conservan muy pocos originales de Landrú. Dibujo original de portada de Tía Vicenta hay uno solo y está exhibido en la muestra. En esa época no se guardaban los originales, eran solo un paso para la edición.
Hay varias perlitas en la muestra, documentos originales preciosos, como una postal dibujada por Landrú dirigida a Arturo Frondizi en el momento que asume la Presidencia. En el dorso está firmada por todos los colaboradores de la revista y tiene un chiste tremendo. Es un documento rarísimo que vale la pena valorar y ver porque además es un dibujo hermoso.
— ¿Qué relación tenía Landrú con Mar del Plata?
— La relación con la ciudad fue muy intensa. Hay una serie de fotografías que se lo ve ya a los 5 años en Mar del Plata y luego a lo largo de su vida la fue siempre visitando. Tenía una carpa en Playa Grande. Todos los veranos publicó en diversas revistas textos y dibujos humorísticos sobre los veraneos en Mar del Plata, con una mirada muy simpática y a la vez muy profunda.
Para el gran sociólogo sin título que fue Landrú, Mar del Plata le daba para hablar mucho sobre los cambios en la sociedad argentina.
— ¿Qué repercusión tuvo la muestra en la ciudad tras los primeros días de exhibición?
— Fue excelente. Vino muchísima gente. Sobre todo fue interesante observar su reacción y los comentarios cuando se quedaban leyendo cada uno de los textos y las viñetas.
Algo que constatan todos los visitantes de la muestra es lo perenne de su humor. El humor gráfico y las producciones para las publicaciones periódicas suelen fenecer rápidamente. Sacadas de su contexto histórico pierden efecto, por ejemplo, los chistes. Este humor absurdo de Landrú se sostiene en el tiempo. Los textos de Rogelio, de Cateura, siguen provocando risa. Ese efecto, ese shock que es el desconcierto y produce risa, sigue intacto.
— ¿Cuál fue la influencia de Landrú en el humor gráfico argentino?
— Es el humorista gráfico con mayor influencia y con mayor descendencia. Eso no quiere decir que sea el mejor, pero sí, el que tuvo más impacto.
Primero produjo una gran renovación, casi una revolución, dentro del humor en la Argentina con su modo, tanto como dibujante como en su humorismo en general. Era muy buen escritor y lo que tratamos en esta exposición es que no solo se aprecie su calidad como dibujante de humor, sino también su pluma. Era un excelente escritor, con muy buen oído para captar los modos de decir, para detectar el absurdo.
Era un gran maestro de lo absurdo, que fue lo que justamente incorporó al humor argentino, junto con el disparate, como herramienta crítica de la sociedad, de la cultura y de la actualidad. Esto lo saca de los satíricos lacerantes, que es una corriente muy antigua del humor nacional que comienza en el siglo XIX.
Landrú lleva el humor a otro lado. Al poner a los gobernantes y las figuras más notables de la actualidad de la argentina en ese living de la loca Tía Vicenta no ridiculiza a la tía por los disparates que dice y por las malas interpretaciones que hace de lo que sucede sino que lo que exhibe es el disparate y la ridiculez de muchas decisiones y de muchos hechos de la actualidad. Eso creo que es su gran hallazgo. Esa impronta perdura en autores más contemporáneos que lo reconocen como un maestro, desde Langer hasta Podeti. Por eso digo que es el que más descendencia tiene.
Otro punto importante es su papel como editor. La Tía Vicenta, desde su creación en 1957 hasta su clausura por la Dictadura de Onganía, realmente revolucionó el modo de hacer las publicaciones humorísticas y periodísticas. En publicaciones como Hortensia, de Córdoba, podés reconocer claramente la influencia en el diseño, la composición, en el tipo de artículos. Ese predicamento llega hasta la revista Barcelona. En todas podés reconocer la influencia de lo que fue esa grandiosa revista en su primera época. Luego cambió muchísimo.
Hay que decir que el acto represivo de Onganía fue exitoso en ese sentido. Fue una dictadura que apuntó directamente a reprimir y clausurar la cultura y la educación en la Argentina. Creo que de eso no se recuperó nunca el país y el primer acto que hizo fue justamente cerrar Tía Vicenta, la revista más exitosa de humor de ese momento, con colaboradores extraordinarios. Otra cosa para destacar: Landrú como editor estimuló y le dio la posibilidad de publicar a grandes autores argentinos. Desde Copi hasta Eduardo Maicas pasando por Caloi, muchísimos dibujantes, humoristas y escritores publicaron por primera vez en esa revista.