Lorena Vega: “Para nosotros, familia y trabajo son lo mismo”
La creadora de la obra de teatro Imprenteros publicó un libro sobre la pieza teatral y ahora tiene en exhibición una muestra con el mismo nombre en la Casa Nacional del Bicentenario, que se puede visitar hasta el 30 de abril con entrada gratuita.
Lorena Vega es actriz, dramaturga y profesora de teatro. Es la creadora de Imprenteros, una obra de teatro performática, que cuenta con inteligencia, humor y poesía la historia de la imprenta familiar. Lo hace acompañada por sus hermanos: Sergio Vega, el menor y el que continúa con el oficio, y Federico Vega, el del medio, que hoy es contador. Y por un un grupo de actores y actrices que encarnan a distintos personajes de su familia o a amigos cercanos.
En 2013, cuando Lorena Vega acababa de cumplir 38 años, murió su papá, Alfredo, dueño de la imprenta. A los diez días, los hijos de la segunda pareja de Alfredo cambiaron la cerradura del taller y Lorena, Sergio y Federico –los hijos del primer matrimonio– no pudieron volver más. Los medio hermanos se apropiaron del lugar. Esto, que le pasó a Vega, se cuenta al principio de la obra de teatro, que es una pieza magistral y absolutamente conmovedora y que, a la vez, tiene momentos desopilantes.
La obra es de esos casos que tienen excelentes críticas y que cuentan con el favor del público, que agota las funciones cada vez que se repone. Tal es el caso actual, que está en cartel en el teatro Picadero y no se consiguen entradas hasta junio. Y, a la vez, la pieza teatral fue el puntapié hacia otros formatos. Durante la pandemia, Vega empezó a escribir el libro, y su pareja, el cineasta Gonzalo Zapico, empezó a filmar el proceso. El libro –escrito junto a sus hermanos– se publicó en 2022 y este año llegó la muestra Imprenteros, de Lorena Vega y Hnos., que se encuentra actualmente en exhibición en la Casa Nacional del Bicentenario. Se puede visitar hasta el 30 de abril con entrada gratuita en Riobamba 985, CABA.
Zapico siguió filmando y esas grabaciones serán un documental sobre Imprenteros, que probablemente se estrene en 2024.
En esta entrevista, Lorena Vega habla sobre el valor creativo que pueden tener los objetos y de los relatos que se construyen en las familias a través de pérdidas y recuperaciones.
-¿Cómo surgió la muestra?
-La instancia final de la obra, parte de la puesta, es un recorrido con el público a través de las fotos del taller que hizo César Capasso, donde el equipo de Imprenteros charla con la gente. Esa situación de intercambio y de alguna manera de poner en valor los objetos, en ese caso la fotografía y, a través de la fotografía, las máquinas, generó una atmósfera que fue rodeando este trabajo que tiene mucho de revalorizar el archivo. Entonces, fue como una decantación orgánica y natural pensar que para la presentación del libro, que está tan mirado como un objeto, que tiene tanta fuerza de objeto gráfico, poner en exhibición esos objetos documentales, que tienen relación tanto con la obra como con el libro.
-¿Qué es lo que te entusiasmó de la muestra?
-Así como el libro trae, repone y comparte elementos de la historia familiar y del oficio que no están en la obra, me gustaba que para la presentación del libro haya una instancia en la que también haya cosas que no estaban en el libro, como una especie de efecto cadena de ir abriendo puertas. Así como la obra abre una puerta al taller y el libro abre una puerta la memoria, el encuentro presencial para hablar del libro, que abriera la puerta a esos secretos o a esas cosas nombradas, a objetos, momentos, que siguen siendo un lugar al que no ha podido acceder todo el mundo. Cuando digo esto, pienso en la discusión que tiene el material de Imprenteros que es sobre poder abrir puertas, poder acceder, poder abrir ese portón. La idea de la muestra es abrir la puerta a esos objetos que, por ahí son del cotidiano pero que puestos en perspectiva, cobran otro valor.
-O quizás no son del cotidiano de todo el mundo.
-Claro, los palets pueden no ser del cotidiano. Sin embargo, para Imprenteros son escenografía y, para mí y para mis hermanos, son aquellas cosas que sostienen los papeles.
-¿Qué hay en la muestra que no esté en la obra ni en el libro?
-Una etiqueta de Paycol hecha por mi hermano Sergio en el taller de mi papá, que es la primera etiqueta que Sergio dice que pudo hacer de modo autónomo, sin que mi papá estuviera supervisándolo (N. de la R.: En la obra de teatro hay una mención a esta etiqueta. Ella le dice: “te recibiste con esa etiqueta”).
-Además de las fotos de César Capasso, ¿cómo surgen los otros materiales de la muestra?
-Los materiales surgen a partir de la idea de poder compartir materiales que pertenecen a la obra y al libro. Imprenteros me devela algo que siempre tuve pero que no le daba tanta importancia: que es el acopio, el archivo, el guardar cosas sin saber para qué, tenían un sentido. Más allá de la idea de no querer despegarse de ciertas cosas, hay una mirada sobre el valor del paso del tiempo a través de los objetos. Entonces, en el caso de mis hermanos y yo, que no pudimos acceder al taller después de la muerte de nuestro padre, los objetos que conservamos de su trabajo cobran otra relevancia. Tener el catálogo Pantone de él o tener el cuentahílos que le regaló a mi hermano y que mi hermano me regaló a mí porque se le rompió, empieza a tener una narrativa. También están exhibidas las chapas originales con las que se imprimió el libro, y los pliegos de prueba o fallados, que son los que empapelan la puerta de la sala. Esas fueron donaciones de Latingráfica, que es la imprenta donde trabaja Sergio. Como ellos siempre nos han ayudado en todo lo que fue haciendo Imprenteros, los sentimos como parte del equipo.
-Y, a través de códigos QR está la voz de tu hermano y la tuya que cuentan qué es cada objeto. Por ejemplo, el origen de los palets de la muestra.
-En el caso de los palets son palets donados por Latingráfica y otro lo encontramos en la calle, que es la forma en la que nosotros juntamos los palets para poder hacer las funciones. Parte de esos palets que usamos, los trajimos acá para que haya un material de la obra de teatro.
-¿Y en las vitrinas?
-Las dos vitrinas fueron realizadas por mi amigo Santiago Rey, que es artista plástico, museólogo, escenógrafo, y tiene su propio taller de realización. Hacíamos un taller de poesía y de escritura cuando éramos adolescentes. Él diseñó y realizó las vitrinas. Una vitrina está dedicada al trabajo y la otra a la familia. Para nosotros, familia y trabajo es medio lo mismo. La diferencia en las vitrinas es que la familiar tiene fotos de familia y, la del trabajo, no tiene fotos, no hay ningún rostro, hay objetos..
-¿Quienes trabajaron en la muestra también trabajan en la obra de teatro?
-Sí, el mismo equipo que hace la obra participa de la instalación. Se van cruzando los roles. Eso me parece hermoso. La vestuarista también es artista plástica y diseñadora, entonces ella hizo el empapelado de la puerta junto con César Capasso el fotógrafo. Ricardo Sica, iluminador de la obra, es el que iluminó la exposición y además es el que hace la iluminación de todas las presentaciones del libro.
-En 2018 se estrena la obra, en 2022 se publica el libro, en 2023 se hace la exposición, tal vez 2024 sea el estreno del documental. ¿Cómo fue el proceso de escritura del libro, que sería el primer “desprendimiento” de la obra?
-El libro está editado por Documenta Escénicas, que es una editorial de Córdoba que se especializa en la relación entre literatura y teatro. Allí, por ejemplo, se editó el primer libro de Camila Sosa Villada, su libro autobiográfico que se llama Un viaje inútil, que me parece brillante. Ella hace la contratapa de nuestro libro y eso es todo una sintonía y una sinergia que está alrededor de lo que va pasando con la obra. ¿Por qué? Porque así como vos se enumerabas algo cronológico en relación a los nacimientos de las distintas capas del material, eso que se despliega es un poco lo que se me va apareciendo, es lo que se impone. Este trabajo autobiográfico es un trabajo donde yo puedo desplegar mi impulso creativo y como se trata de mi propia historia, tengo la autonomía de poder utilizar ese material, en el mejor sentido de utilizar, convirtiéndolo en algo creativo, a favor de las artes escénicas, a favor de lo ficcional. A favor del juego, te diría, para no entrar en la dicotomía o en la problemática documental-ficcional. La actuación es un lenguaje, y entonces, lo que estoy pudiendo hacer es poner al servicio de ese lenguaje, lo propio. Hay que poner materiales a disposición que son diversos. Imprenteros, al haber sido una obra de teatro performática, quiere decir que su confección está hecha de materiales diversos que dependen mucho del aquí y ahora, que salen de lo que es una obra teatral tradicional, se revela diversa en el vivo, en lo escénico y entonces se revela también diversa a través de distintos dispositivos que se van abriendo: el libro, la muestra y el cine en un futuro, si logramos hacer la película. Y me parece que el libro también tiene ese procedimiento. Se puede leer de diferentes formas, se puede leer de un modo que no es lineal, es un libro que se abre. Tiene, como le gusta decir a la editora, Gabriela Halac, “distintas entradas”. Se puede leer desde distintos lugares: por la narrativa, por las imágenes, por la voz de los hermanos o de la hermana o por la voz de los espectadores o por la voz de los actores o actrices o por la voz de la editora cuando lo entrevista a Sergio, que es la última parte del libro y es una parte crucial: el encuentro entre el mundo de la editorial y el mundo de los talleres, de la gráfica. Esos dos mundos que se encuentran a partir del arte.
-¿Cómo fue la experiencia de que el libro se imprimiera en el taller donde trabaja tu hermano Sergio?
-Mi hermano fue, de alguna manera, el director técnico de la impresión del libro. Él estuvo a cargo de la impresión. Sus compañeros de trabajo de hace 30 años estaban al servicio de hacer el libro de él y lo que él dice y es genial, nos hace reír mucho, que ya estaba sobrepasado del interés que tenían sus compañeros para que el libro saliera bien, porque no le perdonaban un solo error. Eso fue hermoso.
-Justamente Camila Sosa Villada también es actriz.
-Eso es algo que Gabriela también dice mucho, que le gusta trabajar con actrices que escriben y con estas escritoras que primero escribieron con el cuerpo y que después van al papel. El pasaje entre una escritura y la otra. A mí me gusta cómo ella observa eso y, como es alguien que tiene mucha relación con las artes escénicas, se dio cuenta de que el libro tenía que ser un recorrido más amplio que simplemente imprimir el texto y las fotos que están en la obra. El libro permitía más y fuimos hacia eso. Fue un viaje creativo tan profundo como crear una obra de la nada. Fue muy lúdico y fue de mucho crecimiento.
-Leí que en tu casa tenías un cuarto donde guardabas cosas, ¿lo seguís teniendo? ¿Qué significa ese cuarto para vos?
-Sí, pero está en un proceso de cambio. Mi amiga (la también actriz) Melina Petriella me ha prestado un espacio a partir de la muerte de la madre, lo que era su consultorio de psicóloga. Ahí estoy mudando todos mis papeles que estaban en el cuartito chiquito para poder armar mi oficina, mi estudio, mi lugar de escritura. Y lo que era mi cuartito de guardadero de cosas, ahora se convirtió en el nuevo cuarto de mi hijo, Dante. Él tenía su cuarto, pero ahora se quiere mudar a un cuarto más apartado.
-Y tu archivo, ¿qué incluye?
-Papeles del pasado, objetos, regalos, cosas recolectadas de la calle, de otras personas, de intercambios. De cosas que los demás no se dan cuenta y que descartan y que yo las agarro sin que lo sepan para guardarlas como archivo.
-¿Tenés un ejemplo de algo así?
-Un papel abollado. Alguien que apretó un papel con algo que había escrito y lo dejó arriba de la mesa. Y yo lo agarré y lo guardé.
-¿Alguien conocido o desconocido?
-Conocido (se ríe).
-Más interesante.
-Más interesante, sí (se vuelve a reír). Y el otro día, revisando, encontré una nota de mi hermano Federico. A los diez años estuve internada diez días en el Hospital Durand por una erupción en las piernas que no se sabía qué era. Mi hermano Fede, que tenía nueve años, me mandó una notita que decía: “Espero que te mejores, te esperamos en casa. De tu hermano, el mejor de todos”. Ya en ese momento tenía buena caligrafía, como mi papá.
-En la obra, contás que tus medio hermanos cambiaron la cerradura del taller y ustedes tres, los hijos del primer matrimonio de tu papá, no pudieron volver a entrar a la imprenta. ¿Sentís que escribir la obra fue una especie de reparación de ese hecho?
-Yo lo siento como un descubrimiento, como una otra mirada de mi historia, de mi pasado, de mi propio relato familiar. Siento que la creación me trajo todo eso. Nunca cuando armé, cuando me sumergí a trabajar en esto, busqué sanación ni busqué reparación ni sabía que eso podía suceder. Nunca fue ese mi objetivo ni mi horizonte ni mi conciencia. No lo tenía consciente. Ahora, una vez que todo eso sucedió, todo lo que fue abriendo, lo que aportó, lo que nos hace transitar como viaje, es más parecido a la recuperación de algo que a la pérdida.
Me genera otro punto de vista y tengo una relación de agradecimiento, lúdica, festiva con todo lo que va abriendo Imprenteros, pero podría decir lo mismo de todas las obras que hago. Son espacios de construcción, entonces todo este movimiento, a mí me hace muy bien.
-¿En qué fase está el documental?
-Está en postproducción.
-¿Qué rol tenés en el documental?
-Lo escribí y lo codirijo con Gonzalo Zapico, que es mi pareja y el papá de Dante.
-Es un trabajo en familia también.
-Surgió en la pandemia. Mientras yo escribía el libro, Gonzalo me filmaba y, como él es director de cine, tiene una ópera prima que se llama El bosque de los perros, el documental empezó a crecer. Y Alejandro Israel, que es el director de Ají molido Films, una productora de cine independiente, que es amigo y conocía mucho el proyecto, lo quiso producir.
FICHA TÉCNICA
Editorial: Documenta Escénicas
Imprenta: Latingráfica
Audiovisuales: Dirección: Gonzalo Zapico
Montaje: Emi Castañeda.
Sonido: Andrés Buchbinder
Producción: Ají molido Films
Diseño de luces: Ricardo Sica
Asistencia y producción: Fabiana Brandán, Martina De Giorgio y Santiago Kuster
Realizador de las vitrinas de exposición: Santiago Rey
Equipo de la obra Imprenteros: Julieta Brito, Juan Pablo Garaventa, Christian García, Vanesa Maja, Julieta Harca, Celeste Echeverry y Damiana Poggi
Foto de portada: pliegos de prueba o fallados de la impresión del libro Imprenteros, de Lorena Vega y Hnos., donados por la imprenta Latingráfica, en exhibición en la Casa Nacional del Bicentenario.