Lino Enea Spilimbergo: el compromiso artístico, entre lo clásico y lo moderno
Maestro de maestros, este 12 de agosto se cumplen 128 años del nacimiento de una figura fundamental que logró que nuestra cultura transcienda fronteras.
Lino Claro Honorio Enea Spilimbergo, hijo de los inmigrantes italianos Antonio Enea Spilimbergo y María Giacoboni, nació el 12 de agosto de 1896 en el barrio porteño de Palermo. Su trayectoria, marcada por la formación clásica y la exploración de lenguajes modernos, revela un artista comprometido y versátil.
Desde temprana edad, Spilimbergo alternó su vocación artística con diversos empleos, como cadete y telefonista. A los 16 años, en paralelo, estudió dibujo en las Escuelas Técnicas y Profesionales de la Sociedad de Educación Industrial y en 1915, ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes, donde completó su carrera en tan solo tres años. Entre sus maestros se encontraban artistas destacados como Pío Collivadino y Ernesto de la Cárcova. Su gran talento pronto dejaría de pasar desapercibido.
A los 22 años su padre muere y Spilimbergo escribe una autobiografía. En su condición de asmático crónico, los médicos le aconsejan vivir en un clima más seco y se traslada a San Juan. Allí vive de 1921 a 1924, mientras continúa trabajando para la Oficina de Correos, imponiéndose una estricta rutina diaria de práctica artística.
En San Juan, realiza su primera exposición individual. Algunas de sus obras en esos años son Figura de niña (1920), la primera obra que envía al Salón Nacional de Bellas Artes, con la que gana el Primer Premio de Grabado en 1922. En 1925 renuncia a su trabajo en la Oficina de Correos y recibe, por parte del Salón Nacional, el Premio Único al Mejor Conjunto, que le permitirá viajar y vivir en Europa hasta 1928. Allí, asimiló las enseñanzas de los Maestros del Trecento y Quattrocento italiano, enfocándose en una formación clásica.
París y el Nuevo Orden Plástico
Luego de un paso por Italia, Spilimbergo encuentra en Paris inspiración tanto en la Académie de la Grande Chaumière como en el prestigioso taller de André Lhote. Allí, se sumergió en teorías de un cubismo académico que enfatizaba la geometrización de la forma. Este nuevo orden -que retomaba la figuración pero con un lenguaje plástico moderno- le permitió desarrollar un estilo propio esencialmente constructivo.
Durante esos años europeos entabla amistad con Antonio Berni y otros artistas argentinos que eran conocidos como “los muchachos de París”. Al regresar, la amistad se mantuvo y conformaron un grupo en base a sus ideas artísticas y políticas.
En 1928 regresa a la Argentina, junto con su esposa francesa Germaine y empieza a priorizar la temática social, fuertemente influenciada por la estética del mural. En 1933 decide participar en la fundación del Sindicato de Artistas Plásticos. Ese mismo año, junto con Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y otros artistas como Enrique Lázaro, se ponen bajo la dirección del artista mexicano David Alfaro Siqueiros para crear el mural Ejercicio plástico en el sótano de la quinta de Natalio Botana, director del entonces diario Crítica. Actualmente, el impresionante mural restaurado se encuentra en exhibición en el Museo de la Casa Rosada.
Del Louvre al Museo Nacional de Bellas Artes
En 1937, Spilimbergo recibió premios tanto a nivel local como internacional. Por un lado, el Gran Premio Nacional de Pintura con Figuras, donde retrata a su esposa e hijo, obra que pasa a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. También es galardonado con el Gran Premio de Pintura y Medalla de oro al Grabado en la Exposición Internacional de París. Ese mismo año realiza once aguafuertes para ilustrar Interlunio de Oliverio Girondo. Estos grabados integran la colección de estampas del Museo del Louvre.
En 1946 Spilimbergo crea junto con Manuel Colmeiro Guimarás y Demetrio Urruchúa, Castagnino y Berni el Taller de Arte Mural, cuyo trabajo se puede observar en los murales dentro de las actuales Galerías Pacífico de Buenos Aires. La intención era la de plasmar el arte social, comprometido con el humanismo, en contraposición a un arte exclusivo para las minorías. La lucha del hombre contra los elementos de la naturaleza será la primera obra mural del taller, creada por el propio Spilimbergo.
Labor docente y legado
Spilimbergo desplegó además una importante labor docente en la Escuela Superior de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón desde 1935 hasta 1948. En 1952, dirigió la Escuela Superior de Pintura del Instituto Superior de Artes de la Universidad de Tucumán. Fue miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes a partir de 1956.
Hasta 1964, alternó su residencia entre Buenos Aires y Unquillo, provincia de Córdoba, donde finalmente falleció a los 67 años.
“Aspiro en mi pintura salir de lo particular a lo universal. No busco lejos de mí mis temas. Quisiera de las gentes y las cosas que me rodean tomar los elementos necesarios para mis obras. Ver primero lo que ocurre a mi alrededor y documentar este paso de un hombre por la vida… Pintar es un terrible compromiso, no sólo con uno mismo, sino con el mundo.”, afirmó sobre su el compromiso que regía su arte.
Su legado artístico y su visión crítica continúan inspirando a generaciones de compatriotas que buscan en la belleza de su obra un refugio.
Obra de portada: "Terracita". Colección MNBA.