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La soberanía alimentaria y la cultura comunitaria: conceptos clave para pensar nuestra forma de vivir

El programa Territorio de saberes trabaja estos conceptos a partir de talleres, seminarios y materiales realizados junto con formadores comunitarios, agentes culturales y miembros de la comunidad.

La soberanía alimentaria, la cultura comunitaria y la economía social son conceptos fundamentales para pensar y diseñar nuevas estrategias para vivir en sociedad en la actualidad. El programa Territorio de saberes, que lleva adelante la Dirección Nacional de Formación Cultural, trabaja estos conceptos desde abordajes pedagógicos y formativos, a partir de talleres, seminarios y materiales realizados junto con formadores comunitarios, agentes culturales y miembros de las comunidades.

Lograr que se reconozca a la alimentación como un derecho básico al que todas las personas deberían tener acceso es uno de los ejes del concepto de soberanía alimentaria. Para ello, se plantea que es necesario construir redes para que la producción de alimentos esté vinculada a las necesidades de la población. El objetivo es devolver al consumidor la capacidad de tomar decisiones sobre qué comer, superando a los grandes productores agroindustriales y sus intereses económicos, para así definir sus propias políticas y estrategias sostenibles de producción, distribución y consumo con base en la pequeña y mediana producción y no en el agroextractivismo.​​

Dado que ambos benefician a las mayorías populares, existe, además, un vínculo directo entre la soberanía alimentaria y la economía social y solidaria. Así, se considera que una mayor soberanía alimentaria podrá alcanzarse si se considera una economía basada en lazos de apoyo mutuo, más justa, relacionada con el cooperativismo.

Algunos de los y las formadores y formadoras que participaron de los ciclos de Territorio de Saberes relataron sus experiencias desde los territorios que habitan.

“Para nosotros, el pueblo Mapuche, la soberanía alimentaria tiene mucho que ver con nuestra cultura, ya nuestros ancestros le daban nombre y siempre decían que uno tenía que llegar a un Küme Mongen, ‘El buen vivir’. Esto significa poder llegar a una autonomía, poder generar un Estado pluricultural donde todas las culturas sean iguales”, dijo Jesús Roco, que pertenece al Pueblo Mapuche Pehuenche y actualmente vive en Comodoro Rivadavia. “Si no tenemos tierra no podemos producir absolutamente nada y tenemos que estar atados a un sistema que nos dice qué consumir, qué usar”, agregó Roco.

“Los pueblos originarios venimos peleando hace mucho tiempo para poder volver a nuestro Küme Mongen ya que creemos que los avasallamientos que hemos tenido que pasar a lo largo de la historia, los genocidios que aún siguen sin reconocer, tienen mucho que ver con la soberanía alimentaria. Creemos que ese Küme Mongen va relacionado con nuestra Ñuke Mapu, nuestra Madre tierra, porque para uno poder vivir bien necesita volver al territorio, a reconectar con él y esto implica poder criar nuestros animales, poder generar nuestro propio alimento, nuestra propia independencia alimentaria, donde nosotros podamos cultivar nuestros alimentos para una buena comida, algo tan importante, nuestras huertas, poder generar buena vida para nosotros, nuestros hijos, el derecho de elegir qué consumir”, finalizó Roco.

zanahorias y remolachas

Contra el avance de un modelo que arremete contra la vida, los pueblos continúan resistiendo, defendiendo la tierra, los bosques y la diversidad, produciendo alimentos, reivindicando el papel de las mujeres y las juventudes, haciendo memoria histórica de las raíces y los saberes y, por lo tanto ,creando nuevos conocimientos y nuevas tecnologías, incluyendo y multiplicando siempre. Por lo que, la soberanía alimentaria para muchos se convierte en una bandera de presente y futuro para el bienestar de todas y todos.

Alejandra Bergagna, especialista en abordaje integral de problemáticas sociales en el ámbito comunitario, relata: “A partir de distintos encuentros que habitualmente se desarrollan dentro de la Comunidad de Estudiantes Universitarios de Pueblos Originarios, se promovió la vinculación con referentes comunitarios —caciques, maestros bilingües, agentes sanitarios— y se fueron dando a conocer en primera persona las situaciones de salud, educación, territoriales, entre otras, que atraviesan cotidianamente. A partir de esos relatos fuimos elaborando en conjunto proyectos de extensión con base en las necesidades más sentidas”. Además, agregó: “Considero central la relación entre la soberanía alimentaria y la salud, ya que los pueblos originarios realizan una vinculación directa entre la salud y la alimentación ancestral, entendiendo a esta última como fuente de bienestar y factor protector de muchas enfermedades”.

Material sobre soberanía alimentaria y cultura comunitaria elaborado por el programa Territorio de saberes

Una propuesta desde el Estado

El programa Territorio de saberes trabaja todos los conceptos anteriormente desarrollados para repensar aquello que está muy naturalizado y para encontrar respuestas colectivas a esos cuestionamientos, necesidades e inquietudes.

En este sentido, el programa impulsa acciones de formación que dan cuenta de la diversidad y pluralidad cultural, en articulación con los formadores y formadoras comunitarios. En los talleres, seminarios y materiales que realiza aborda temas estratégicos ligados al desarrollo de la formación cultural comunitaria. Además, para enriquecer la labor cotidiana en los colectivos que implementan actividades de capacitación en sus territorios, genera espacios de intercambio horizontal para la construcción de conocimientos y la democratización de saberes.

Desde sus comienzos en el año 2020 hasta la actualidad, el programa fomentó la capacitación y el intercambio de saberes de manera sistemática y permanente a través de 7 ciclos de Intercambio a distancia; potenció el desarrollo y la construcción colectiva de conocimientos comunitarios y colectivos que se plasmaron en la implementación de tres ediciones del “Seminario Permanente: Saberes Comunitarios”, de los que formaron parte más de 60 formadores y formadoras comunitarias; instaló herramientas pedagógicas concretas a través de talleres presenciales sobre la demanda y necesidades de los territorios; realizó distintas publicaciones que pueden descargarse en la plataforma de Formar Cultura.

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