La CNEA y la UNTREF patentaron un dispositivo para intubar pacientes que se fabrica con impresoras 3D
Se trata de un videolaringoscopio que garantiza una buena visibilidad de la laringe, tráquea y esófago del paciente. Fue diseñado como respuesta a las necesidades surgidas durante la pandemia de COVID-19. Ambas instituciones compartirán los derechos exclusivos de fabricación, uso, oferta para la venta, venta e importación de la tecnología por el plazo de 20 años.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) diseñaron y patentaron un novedoso dispositivo que facilita la intubación endotraqueal de un paciente. Se fabrica con un polímero en una impresora 3D y tiene la particularidad de que, por su forma, garantiza una buena visibilidad de la laringe, tráquea y esófago mediante el uso de una pequeña cámara.
La patente del “Dispositivo de inspección de la vía aérea superior y de asistencia para intubación endotraqueal” fue concedida por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) después de un proceso de casi tres años. Como es compartida por la CNEA y la UNTREF, ambas instituciones tienen los derechos exclusivos de fabricación, uso, oferta para la venta, venta e importación de la tecnología por el plazo de 20 años.
El dispositivo es un nuevo diseño de laringoscopio, un instrumento que sirve para introducir un tubo a través de la boca del paciente hasta la tráquea para brindarle asistencia respiratoria. Este procedimiento, llamado intubación endotraqueal, se realiza en personas anestesiadas y en el marco de emergencias médicas.
El laringoscopio que acaba de ser patentado surgió a partir de una necesidad sanitaria detectada por la Gerencia Materiales de la CNEA durante la pandemia de COVID-19. Por entonces, uno de los muchos desafíos a los que se enfrentaban los profesionales de la salud era poder intubar a los pacientes en forma rápida y con la menor cantidad de intentos posibles, en un contexto en el que las salas de terapia intensiva estaban colapsadas y los insumos eran insuficientes.
“Faltaban insumos para intubar. Uno de los inconvenientes es que los dispositivos que se utilizan para hacerlo son de aleación de titanio y hay uno o dos por centro de salud. Nosotros vimos que en los Estados Unidos había un videolaringoscopio hecho con un polímero imprimible y decidimos desarrollar uno en la Argentina desde cero”, cuenta el ingeniero mecánico y eléctrico y doctor en Ciencia y Tecnología mención Materiales Lucio Ponzoni, que además es el jefe del Departamento Estructura y Comportamiento de la Gerencia de Materiales de la CNEA.
Para lograr el objetivo, Ponzoni dirigió un equipo interdisciplinario integrado por investigadores de CNEA y de la UNTREF, universidad de la que él es docente. “La idea fue desarrollar un dispositivo con una tecnología fácil de conseguir en la Argentina, para que se pueda fabricar localmente sin depender de otros países –señala Ponzoni-. Utilizamos un biopolímero apto para uso médico y una impresora 3D. Hicimos casi una decena de diseños hasta llegar al final. Los especialistas médicos fueron probando los diferentes diseños en maniquíes hasta encontrar el modelo óptimo, que puede entrar fácil, rápido y sin dañar al paciente”.
El dispositivo fue pensado para ser fabricado con una tecnología de impresión 3D y actualmente se encuentra en proceso de aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Está hecho con un material apto de uso médico y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FDA (Food and Drug Administration ) de los Estados Unidos. Se optó por el uso de dos materiales de bajo costo y de producción nacional: el PETG (polietileno tereftalato glicólico) y el PLA (ácido poliláctico).
Dentro de la gerencia de Materiales del Centro Atómico Constituyentes, se desarrollaron todos los diseños y pruebas mecánicas a partir de probetas ad-hoc, que permitieron determinar la seguridad del material para su uso en este desarrollo innovador de laringoscopio. Esto se complementó con ensayos de caracterización química y térmica de polímeros por el método de espectrometría infrarroja por transformada de Fourier (FTIR). Los ensayos permitieron determinar la confiabilidad del material para su uso con el cuerpo humano.
El dispositivo tiene una empuñadura y una pala curva que presenta una punta, una muesca, una cuña, una pared lateral y al menos una abrazadera para sujetar el cable o tubo de un dispositivo de visualización, con una geometría que permite mejorar la visibilidad de la laringe, la tráquea y el esófago. Esa visibilidad permite hacer el procedimiento con mayor rapidez y eficacia, sin causar lesiones en la vía aérea del paciente.
“La muesca facilita la intubación y orienta la pala hacia la boca y la cuña le sirve de tope a la cámara y resguarda su visión. El dispositivo tiene una curvatura que no obstaculiza la vista del médico cuando está intubando al paciente”, detalla Ponzoni. “Lo que se patentó es la forma del dispositivo, porque lo novedoso está en su diseño y desarrollo. Dimos una respuesta a una problemática concreta”, agrega.
También a pedido del sector de salud en tiempos de pandemia, el equipo de la Gerencia de Materiales trabajó en la invención de una válvula para máscara Venturi, utilizada para oxigenar a los pacientes, y en un sensor de calidad de aire para medir en forma rápida la concentración de dióxido de carbono en el ambiente. Ambos dispositivos actualmente se encuentran en proceso de patentamiento.
El proceso para obtener la patente del laringoscopio
La solicitud de la patente de invención del dispositivo fue elaborada por la Secretaría de Investigación y Desarrollo de la UNTREF, por medio de su Oficina de Vigilancia Tecnológica y Propiedad Intelectual. El Departamento Propiedad Intelectual de la CNEA, que depende de la Gerencia Vinculación Tecnológica, aportó su amplia experiencia en la materia y se encargó de realizar una búsqueda de antecedentes complementaria, la revisión y las adecuaciones del documento. Las tareas fueron desarrolladas por la ingeniera química Carla Guffanti Loustaunau y el ingeniero industrial Edgardo Alaniz, quien es Jefe del Departamento Propiedad Intelectual.
En el año 2021 se presentó la solicitud ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) y la aprobación se obtuvo en diciembre pasado. “Fue un tiempo récord, porque el promedio para obtener la aprobación de una patente es de cinco años”, sostiene Alaniz.
“Las patentes de invención protegen soluciones técnicas concretas a un problema. Pueden ser productos o procesos. La patente obtenida por el nuevo diseño de laringoscopio habilita cinco derechos exclusivos: el de fabricación, el de uso, el de oferta para la venta, el de venta y el de importación de productos que surjan de la tecnología reivindicada”, explica Alaniz, quien además tiene un posgrado de la UNTREF en Gestión de la Tecnología y la Innovación.
La titularidad de la patente se decidió en base a los aportes que hizo cada una de las instituciones involucradas en la invención del laringoscopio. Así se determinó que le corresponde un 50% a cada una. “Desde la CNEA no comercializamos productos –dice Alaniz-, sino que otorgamos licencias de fabricación y/o comercialización a terceros a cambio de una regalía. En este caso particular, el nivel de madurez tecnológica, más conocido como TRL (por sus siglas en inglés, Technology Readiness Level), es Nivel 7 (sistema/prototipo validado en entorno real), camino a Nivel 8 (primer sistema/prototipo comercial) cuando se obtenga la autorización de la ANMAT”.