La ciencia argentina enfrenta al coronavirus
Un artículo de Gabriel Rabinovich y Jorge Geffner, publicado en Nature Immunology, destaca los esfuerzos y la articulación de la comunidad científica nacional para responder a los desafíos planteados por la pandemia.
En su último número, la prestigiosa revista Nature Inmmunology lanzó una colección de artículos, titulada Coping with COVID (Lidiando con el COVID), en los que inmunólogos y especialistas en la salud pública de diferentes lugares del mundo describen cómo la COVID-19 afectó a sus países durante el último año y la forma en que se respondió a la pandemia en cada caso. Aunque en esta primera edición, toman la voz investigadores de Argentina, Brasil, Vietnam, India, Turquía y Nueva Zelanda, la editorial de presentación señala que a lo largo de 2021 se agregarán nuevos contenidos a la serie.
El comentario dedicado a la Argentina, firmado por los investigadores del CONICET Gabriel Rabinovich y Jorge Geffner, está destinado a destacar el rol de la comunidad científica -especialmente de sus jóvenes- en la respuesta nacional a las necesidades planteadas por la pandemia.
El artículo comienza señalando que en Argentina el inicio de la pandemia coincidió con el arribo de un nuevo gobierno a nivel nacional y la consiguiente restauración del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que fue acompañada de un compromiso por parte de las nuevas autoridades de aumentar sustancialmente los fondos para apoyar la ciencia y la tecnología.
Luego de esa breve contextualización, los autores dan cuenta del duro golpe que significó para la Argentina la pandemia de COVID-19 durante 2020, en términos de cantidad de contagiados y muertos, para abocarse luego a repasar algunos de los logros más importantes de la ciencia argentina en el último año en el combate contra el SARS-CoV-2, como el desarrollo de kits de diagnósticos y serológicos, novedosos tratamientos contra la COVID-19 o la elaboración de plataformas epidemiológicas.
“Uno de los miedos que teníamos cuando escribíamos la nota –debido al límite de palabras que nos habían dado- era quedarnos cortos en los proyectos que mencionábamos u olvidarnos de alguno, porque además la solicitaron en noviembre y la enviamos en diciembre, por lo que las novedades posteriores no las pudimos cubrir. Pero lo que queríamos reforzar, en términos más generales, es como la comunidad científica argentina y los jóvenes en particular con la llegada de la pandemia, pudieron hacer un paréntesis en sus tareas de investigación para dedicarse de lleno a lo que la sociedad necesitaba y comenzar a trabajar en investigaciones y desarrollos relacionados a COVID-19, ya sea para agilizar el diagnóstico, conocer más sobre el virus que causa la enfermedad, desarrollar nuevas terapias o elaborar protocolos para tratar de mejorar la vida de los pacientes. Muchos laboratorios tuvieron que reorientar sus objetivos usuales y articularse de acuerdo con objetivos comunes, lo cual no fue nada sencillo”, señala Rabinovich, quien desempeña sus tareas como investigador en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, CONICET) y es profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN, UBA).
“Cuando empezó la pandemia, había becarios y becarias doctorales de nuestro laboratorio que estaban realizando sus estudios en otros temas completamente diferentes y que jamás habían trabajado en el estudio de infecciones virales, y, sin embargo, rápidamente se involucraron en hacer diagnósticos, desarrollar kits o en la realización de proyectos de investigación fundamentales en SARS-CoV-2. Fue entonces necesario generar resultados tangibles en tiempos mucho más acotados que lo habitual. El artículo que escribimos con Gabriel lo que trata es reflejar eso, la energía de la gente joven de nuestra comunidad científica, que son, básicamente, quienes han motorizado las mejores respuestas frente a la pandemia”, afirma Geffner, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS, CONICET) y profesor de la Facultad de Medicina de la UBA.
Algunos de los logros de la ciencia argentina en la lucha contra la COVID-19
Luego de destacar la creación de la Unidad Coronavirus (integrada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) en los primeros días de la pandemia y resaltar su apoyo a más de cien iniciativas de investigación básica y traslacional, se resaltan algunos de los hitos de la batalla de la comunidad científica argentina contra la COVID-19. Algunos de los proyectos mencionados, a lo largo del texto y en la figura que lo acompaña, son el desarrollo tanto de kits serológicos como de diagnóstico molecular (basados en la amplificación isotérmica de la muestra de ARN), la elaboración de protocolos para la colección y el uso de plasma de pacientes recuperados, así como la realización de distintos estudios a doble ciego de este tipo de tratamientos, el desarrollo de un agente terapéutico basado en fragmentos de anticuerpos policlonales equinos, los avances en el desarrollo de una vacuna y la secuenciación (en el marco del proyecto PAIS) del genoma de 450 variantes del SARS-CoV-2 que circulan en la Argentina.
Aunque se trata de una revista de inmunología, los científicos no dejan de mencionar el rol decisivo de los aportes realizados por sus colegas de las ciencias sociales y las humanidades, algunos de cuyos proyectos tienen como objetivo la implementación de medidas de protección y apoyo en contextos de pobreza y alta vulnerabilidad.
Una mención especial merecen los jóvenes científicos y científicas que crearon la plataforma ‘Ciencia Anti-Fake News’, bajo el objetivo de proporcionar información precisa basada en evidencia y mitigar el potencial impacto en la salud pública de la propagación de noticias falsas a través de las redes sociales. Otros de los logros mencionados son la elaboración de protocolos para hacer análisis de PCR con transcripción reversa sin necesidad de extraer ARN viral, la fabricación de respiradores para salas de terapia intensiva, la importante participación de la Fundación Infant en los ensayos de fase 3 de la vacuna Pfizer–BioNTech y la creación de un biobanco para la recolección y conservación de leucocitos de sangre periférica de más de mil pacientes con COVID-19, para el análisis de los aspectos virológicos e inmunológicos de la infección por SARS-CoV-2 a nivel nacional.
Una experiencia de la que aprender
Los investigadores destacan la importancia que tuvo la restauración del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, así como el espaldarazo que significó la creación de la Unidad Coronavirus, pero también recalcan los impulsos de articulación que surgieron desde los propios científicos.
“Hubo apoyos importantes a nivel superestructural, pero también se crearon conexiones por abajo en un sistema que venía golpeado de antes y que estaba bastante desarticulado. Muchas veces en la ciencia argentina nos cuesta poder entrelazar diversas experticias y capacidades para unirnos a proyectos conjuntos. En el escenario planteado la pandemia logramos sumarnos como colectividad científica y este es un aprendizaje importante que esperamos que se generalice más allá de esta experiencia”, afirma Geffner.
“Muchas veces, cuando se evalúa el trabajo de los investigadores, hay una exigencia de protagonismo constante. Pero si hay algo que nos mostró esta pandemia es que nadie puede trabajar solo en ciencia, nadie se salva solo y que cuando se requieren respuestas que son importantes para la sociedad, se necesita el esfuerzo de todos y las necesidades de protagonismo deben quedar de lado. En ese sentido, creo que es importante promover las colaboraciones multidisciplinarias más allá de la pandemia”, concluye Rabinovich.
Fuente: CONICET.