Judith Gociol: "'El caso Breccia' no es solo mostrar la obra de un artista plástico, sino contar también todo lo que pasó con ella"
Se trata de la muestra que se exhibe en el Centro Cultural Borges, con las piezas que hasta ahora logró recuperar Interpol de la producción robada del gran dibujante argentino, Alberto Breccia. Sobre el caso, la curadora y periodista especializada, Judith Gociol, nos cuenta más sobre la importancia de la obra del artista y los desafíos de exhibir piezas aún en poder de Interpol.
Sherlock Time, Ernie Pike, Mort Cinder y hasta la readaptación de El Eternauta. Estas y tantas otras formaron parte de la edad de oro de la historieta argentina. Y entre los dibujantes que le dieron forma a aquellas obras que forjaron su época dorada se encuentra el gran artista argentino, Alberto Breccia.
Además de haberse consagrado como uno de los historietistas más importantes del país, Breccia continúa siendo noticia por tratarse de uno de los casos más emblemáticos en cuanto a robo de obras de arte en la Argentina.
Foto CCB.
El dibujante de aquellas grandes historietas, que todavía circulan y se leen, murió el 10 de noviembre de 1993. Sus obras, que permanecían en una caja de seguridad de la empresa “Firme”, desaparecieron cuando esta se dio a la quiebra en 2005. A partir de ahí, aproximadamente unas mil piezas comenzaron a venderse de manera ilegal por todo el mundo. Sus legítimos herederos, que continúan con un juicio de sucesión, comenzaron la búsqueda con Interpol mediante.
Hasta el momento, el Departamento de Recuperación de Bienes Culturales de Interpol logró recuperar unas 200 obras de todo lo que se encontraba en aquella caja de seguridad. Pero no todo eran obras creadas por Breccia, también había de otros artistas que el dibujante había adquirido a lo largo de su vida.
Hasta mitad de septiembre, aquella recuperación forma parte de “El caso Breccia”, la exposición en el Centro Cultural Borges, curada por la periodista y especialista en historietas, Judith Gociol. Con ella conversamos sobre los desafíos de exhibir obras que continúan en poder de Interpol y sobre uno de los casos de tráfico ilegal de bienes culturales más escandalosos del país.
La curadora, Judith Gociol. Foto: Hernán Zenteno.
-¿En su opinión, quién fue Alberto Breccia?
-Alberto Breccia fue uno de los mejores historietistas no solo de la Argentina, sino del mundo. Incluso tiene, o debería tener, un lugar dentro de las artes plásticas, porque lo que él hizo excedió lo que se hacía en la historieta hasta ese entonces. Él incorporó el lenguaje plástico, la experimentación, los recursos, las técnicas que venían de la plástica. Breccia pintó toda su vida. Esas obras no las comercializó, pero le gustaba encontrar un lenguaje y un modo de narrar a cada tipo de historia. Su participación coincide con la época de oro de la historieta. Además, él, Hugo Pratt y Francisco Solano López conformaron esa tríada que, de alguna manera, sintetizó lo mejor de esa época. Entonces, me parece que Breccia tiene ese valor en sí mismo: ver su obra es encontrarse con todo eso. Y de hecho su obra se ha visto muy poco por todas las cuestiones legales que la atravesaron. Hacía muchos años que no se mostraba nada de su trabajo, hasta la muestra que se hizo en la Casa Nacional del Bicentenario, antes de la pandemia: fue material que vino de Francia y allá volvió.
-¿Cómo pensó el relato curatorial a partir de la recuperación de estas piezas que, muchas de ellas, se presentan por primera vez?
-Sobre la curaduría de esta muestra está la base de aquella complejidad, porque los trabajos que se iban a mostrar no eran quizá los que podía esperar un especialista y que además ya habían sido vistos, relativamente, después de mucho. "El caso Breccia" no es solo mostrar la obra de un artista plástico, sino contar también todo lo que pasó con ella. Ese fue el condicionante: no era solamente mostrar una parte de la obra de Breccia, sino una muestra de las obras de Breccia recuperadas por Interpol. En esta muestra hay trabajos que no se vieron nunca porque eran creaciones privadas, las hacía para sí y no para publicar. Y también están algunas páginas de Mort Cinder que vienen a representar todo ese momento de consagración. Hay pocas, pero las que hay de Mort Cinder son consideradas de las mejores historietas que hizo Breccia, y sobre todo el capítulo de las Termópilas: uno de los mejores, pese a que a él no era el que más le gustaba. Así que la curaduría estuvo basada en eso: presentar el material que está disponible y, además, contar ese otro relato y todo lo distintivo del caso, porque casi no ha pasado con otros historietistas.
Página de Mort Cinder. Foto CCB.
-Además de todos aquellos elementos, hay también un juego en los colores de las paredes en las que se exhiben las obras.
-Exactamente. Teniendo en cuenta que Breccia era un maestro del blanco y negro –más allá de que manejara muy bien el color– y toda aquella oscuridad que rodea la obra, dispusimos la muestra con esa idea central: entre el blanco, el gris y el negro. En las paredes blancas está colgada la obra que se encontró; sobre una gris, están proyectadas algunas de las piezas que se localizaron –se encienden y se apagan–, pero que los países no devuelven (se señala en qué país y la orden de captura de Interpol), y sobre la negra, hay solo unos marcos blancos vacíos, para simbolizar aquello que falta. Al lado, hay también un cuarto que representa la sala donde Interpol guarda la obra. Ahí se explica más en concreto la recuperación de las piezas que se lleva adelante, por parte del Departamento de Recuperación de Bienes Culturales que cumple veinte años este 2022. Ellos se dedican a recuperar obras de toda índole, desde momias egipcias hasta elementos precolombinos de Perú, etc, y se devuelven. Esa fue también una de las razones que motivaron la exposición. La muestra, otra peculiaridad que tiene, es que está al cuidado de Interpol. Ahí entraron en juego la autorización del juez, que las obras salieran con custodia, que esta custodia permaneciera las 24 horas en el Centro Cultural Borges, un lapso de exposición determinado por el juez, labrar actas de recibimiento de las obras, cámaras de seguridad, etc. Toda una serie de cuestiones que justamente tiene que ver con lo que se está mostrando. Y, además, son obras que están expuestas en el estado en el que estaban, porque tampoco se las puede intervenir. En la Argentina, tengo entendido que es la segunda vez que Interpol muestra obra; y la primera que habían hecho, hace unos años, fue con obras falsas: eran piezas recuperadas que, después, se determinó que no eran originales.
Página de Vito Nervio. Foto CCB.
-¿Hay una estimación de cuánto había en los depósitos de “Firme” y cuánto se ha recuperado?
-Lo de las cifras es algo muy complejo, pero aproximadamente había unas mil piezas en “Firme”. Sin embargo, el modo de contabilizarlo es muy complicado, porque Interpol dice que recuperaron 200 obras. Pero de esas 200 obras hay muchas que no eran de Breccia. Es decir, eran piezas de otros artistas y dibujantes que él tenía en su estudio. Y también hay muchas páginas dibujadas por su hermano. Entonces, diría que más de la mitad de aquel número que dio Interpol no era obras hechas por Breccia. Ellos simplemente contaron página por página todo lo que allí había. De Breccia, exactamente, son las que expusimos en esta muestra, en el Centro Cultural Borges. Una parte importante de toda la obra estaba en Europa y otra también importante todavía no se sabe dónde está. Ahí entró la Justicia de cada país. En Italia, por ejemplo, un solo juez fue el que determinó que eso correspondía a la Argentina. El resto determinó que las adquisiciones habían sido de buena fe.
Representación de la sala donde Interpol guarda la obra de Breccia. Foto: Hernán Zenteno.
-Y eso hace que aquellos compradores las mantengan en su poder o, incluso, estén en posición de negociar para su venta.
-Exacto. En caso de que quieran devolverlas, por supuesto que pueden. En estos casos, luego del robo, sabemos que las piezas siempre pasan por muchas manos. Pero legalmente, según determinaron aquellos jueces, los últimos quienes las compraron no están obligados porque se supone que lo hicieron de buena fe. A la Argentina solo le queda comprarlas, si esa persona quisiera venderlas, como realmente pasa porque muchas están publicadas en Internet. Pero eso sería reconocer que no fueron robadas, cuando realmente sí lo fueron, y ahí las denuncias y demás. Y claro, no se puede comprar obra robada, sin conocer su procedencia, etc. Entonces la Argentina queda atrapada en esa cuestión. Aún así, las obras tienen orden de captura por Interpol; eso sigue vigente.
-¿Qué es lo que más llamó la atención de los coleccionistas extranjeros para adquirir las obras de un dibujante argentino como Breccia?
-Alberto Breccia siempre fue un laburante y él mismo decía que trabajaba para el puchero. Pero a partir de los años sesenta empezó a publicar afuera y a tener mucho reconocimiento. De hecho, diría que primero tuvo un gran reconocimiento en Europa y, luego, acá en la Argentina. A partir de ese momento, se instaló el Breccia dibujante consagrado. Entonces, era muy reconocido en Europa y, por esa razón, esas páginas adquirieron el valor exorbitante que tienen. Lo más probable es que nunca en su vida haya soñado con los montos que realmente alcanzaron por página: entre 3000 y 5000 euros. El total de lo que falta está entre el millón y los dos millones de euros. Eso es lo paradójico, porque a la vez es muy triste. Son sumas que nunca en su vida cobró, más allá de que tampoco él quería vender su obra. Lo hizo con alguna que otra, pero nunca había sido su propósito. Era un hombre muy cuidadoso de su trabajo, de tener sus originales. Y gran parte está en Europa porque hasta los años setenta no había fotocopiadora y los dibujantes enviaban los originales. Por eso muchos quedaron allá.
Retrato Breccia. Foto CCB.
-¿Qué pasa con las obras cuando termine la muestra y cómo sigue la causa?
-Cuando termine, las obras vuelven a Interpol. Luego, cuando finalice el juicio sucesorio que también se está llevando adelante por parte de la familia, se las entregarán a quien se indique que son los herederos. Mientras tanto, la causa de las obras de Breccia continúa con Interpol mediante.
-¿Artísticamente, qué legado creer que dejó Breccia para los historietistas que le siguen?
-Breccia fue y es un artista determinante. Es una marca que se ha convertido realmente en una referencia para cualquiera que quiera dibujar historieta. Y de hecho, hubo una cantidad de gente que trabajó el blanco y el negro. Breccia también dio clases y talleres durante mucho tiempo; era profesor incluso en la Escuela Panamericana de Artes. Es decir, fue una escuela para muchos historietistas que hoy rondan los cuarenta años, cuarenta y tantos. Entre ellos, por ejemplo, Delius, Lautaro Fiszman, Cristian Montenegro. Hay toda una generación que tuvo una gran influencia de Alberto, hagan o no lo mismo, como también algunos de sus alumnos que publicaron la revista El Tripero. Sin dudas, Alberto Breccia fue una gran referencia.