INTA y Seedar SA: más de 20 años de trabajo articulado
Fruto de una serie de convenios de vinculación tecnológica, el organismo desarrolló siete variedades de avena, una de cebada, otra de soja y una de triticale que dan respuesta a las demandas de los productores de la región. La empresa privada multiplica y comercializa estos materiales que llegan a manos de quienes las requieren. Logros de una articulación público-privada exitosa.
Desde la década del 90, el INTA trabaja en el mejoramiento genético de avena, cebada, soja y triticale, en línea con las demandas de los productores. Luego de más de 20 años de una articulación público-privada, la empresa de Pergamino, Buenos Aires, cuenta con 10 variedades inscriptas que multiplica y comercializa en la región. Logros de una articulación público-privada exitosa.
“Con Seedar SA trabajamos para dar respuesta a las demandas de los productores de la zona”, explicó Fernando Giménez –coordinador del Programa de Cereales y Oleaginosas del INTA–. En esta línea, subrayó los logros a lo largo de más de 20 años de trabajo articulado: “Se desarrollaron siete materiales de avena, una de cebada, otra de soja y una de triticale”.
Para el investigador, “este vínculo con la empresa se basa en el conocimiento y la confianza mutua que suma resultados de la investigación del INTA Bordenave, Buenos Aires, para la producción y comercialización por una empresa nacional, ubicada en una de las zonas de producción de semilla argentina por excelencia”.
De acuerdo con Hugo Besana –uno de los dueños de Seedar SA–, “desde hace muchos años trabajamos para que las variedades desarrolladas por el INTA lleguen al mercado en volumen suficiente para abastecer esa demanda de los productores”.
“Fruto de la articulación hemos llegado a todo el país y hemos impulsado la cebada forrajera y, en el último año, se inscribió una variedad de triticale. Es una forma de que la investigación que hace el INTA se multiplique rápidamente y pueda llegar a los productores en forma eficiente y en volumen”.
Si bien el convenio con la empresa Seedar SA comenzó en la década del 90, el vínculo entre Besana y el INTA se remonta a unos años antes cuando estaba en Produsem SA. Es que, según recordó, “fui un poco el impulsor de esta relación cuando a principios de la década del 80 se comenzó con el mejoramiento genético y se obtuvieron numerosas variedades de alfalfa, trigo y avena”.
A su vez, Besana ponderó la articulación público-privada y aseguró: “Estos convenios hacen que los logros fitotécnicos se multipliquen y difundan rápidamente y llegue al gran mercado. Esto es un gran incentivo para el mejorador: ver que sus logros llegan al mercado y beneficia a los productores”.
Por su parte, José Llorens, coordinador nacional de Vinculación Tecnológica del INTA, ponderó la alianza y destacó la importancia y necesidad de “fortalecer los lazos con el sector privado para una gestión que construya confianza en términos comerciales, sino que también promueva los principios de transparencia, cooperación, compromiso mutuo y respeto”. Y agregó: “Estos atributos proporcionan previsibilidad y facilitan el cumplimiento de los objetivos de corto, mediano y largo plazo de una estrategia de transferencia de tecnología”.
20 años de trabajo, 10 variedades inscriptas
El primer Convenio de Transferencia de Tecnología con SEEDAR tuvo como objetivo la producción y comercialización de variedades de avena. Como resultado del trabajo en mejoramiento genético del INTA se obtuvieron y registraron siete cultivares: Graciela INTA, Violeta INTA, Carlota INTA, Marita INTA, Lucía INTA, Julieta INTA y la reciente María INTA.
Violeta INTA se destaca por su excelente potencial productivo de forraje tanto para corte como para pastoreo directo. Además, presenta alta tolerancia a stress por heladas y sequías, así como estabilidad de producción en distintas condiciones ambientales. Este cultivar es de grano blanco de buen peso hectolítrico y excelente calidad industrial.
Carlota INTA tiene potencial productivo de forraje tanto para corte como para pastoreo directo, con buen crecimiento inicial, así como buena tolerancia a stress por heladas y sequías. Presenta baja susceptibilidad a roya de la hoja y buen comportamiento a roya del tallo y estabilidad de producción en distintas condiciones ambientales.
Por su parte, Marita INTA es un cultivar de avena blanca que se caracteriza por su alta producción y estabilidad en la producción de forraje en las diferentes regiones agroecológicas de Argentina. Posee una gran adaptabilidad tanto en diferentes manejos corno ambientes. Además, posee una producción de forraje muy alta y estable a lo largo del ciclo, con un destacado crecimiento algo antes de la salida del invierna Posee un excelente comportamiento a frío y una muy buena sanidad frente a las principales enfermedades.
Lucía INTA es un cultivar superador de Graciela INTA, cultivar que se ha destacado en buenos ambientes, tanto por su alto potencial de rendimiento de forraje, como es su comportamiento sanitario y su alta tasa de crecimiento en los meses más fríos. Lucía INTA se destaca por su alto potencial de rendimiento de forraje y granos, por su excelente comportamiento sanitario, especialmente frente a la roya de la hoja y por su exponencial respuesta a buenos ambientes.
Además, se desarrolló una variedad de cebada de nombre Silera INTA, una cebada granífera de muy alto potencial de rendimiento de granos, generando una gran cantidad de biomasa verde, combinada con excelentes atributos de calidad en los silajes de planta entera generados, razón por la cual hace honor a su nombre.
Más tarde, en 2019 se firmó el Convenio de Transferencia de Tecnología por la variedad de soja Rosana INTA 3.9 STS, un nuevo cultivar desarrollado por el INTA que se caracteriza por poseer un alto y estable potencial de rendimiento de granos, superior a los testigos comerciales comparados. Pertenece al grupo de madurez III, siendo largo dentro del grupo.
En 2022, se sumó el Convenio de transferencia de Tecnología por la variedad de triticale de nombre HB90 INTA, un nuevo y superador cultivar que se caracteriza por su alto potencial de producción de forraje y grano, su sanidad y rusticidad. Es un cultivar de ciclo intermedio de amplia adaptabilidad, destinado para la producción de forraje y cultivos de servicio.