Fin de la guerra, continuidad de la disputa diplomática
Entre los generales Jeremy Moore, Comandante de las Fuerzas Británicas, y Mario Benjamín Menéndez, Gobernador militar de las Islas Malvinas, a las 23:59 horas del 14 de junio queda terminada la guerra. En ese mismo minuto se da continuidad, hasta hoy, a la disputa diplomática para la descolonización de las islas.
El 14 de junio, luego de 74 días de haber combatido con coraje y honor por mar, tierra y aire, se produjo la capitulación argentina. La derrota en las armas era inminente pero en los corazones de nuestros héroes seguía ondeando la bandera argentina, como todavía lo hacía en Malvinas.
La Infantería de Marina peleó hasta el final, en aquellos combates con nombres inolvidables: Monte Longdon, Monte Tumbledown, Sapper Hill y Pony’s Pass. En esa mañana de junio se produjeron las últimas bajas.
A partir del mediodía, dada la orden de deponer las armas, los infantes de Marina pasaron a condición de prisioneros de guerra de las tropas británicas, siendo concentrados en el aeropuerto durante cuatro días, hasta que fueron embarcados en el transporte polar ARA «Bahía Paraíso» y el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, buques configurados como hospital reconocidos por la Cruz Roja Internacional, para ser trasladados al continente.
Recuperar las Islas Malvinas
La misión que recibieron los comandantes al partir hacia Malvinas fue breve y clara: “Recuperar las Islas Malvinas a fin de incorporarlas definitivamente a la Soberanía de la Nación”. Fue mediante una acción anfibia denominada Operación Rosario, cuyo núcleo de la Fuerza de Desembarco fueron el Batallón de Infantería de Marina Nº 2 (BIM2), la Agrupación Comandos Anfibios, parte de la Agrupación Buzos Tácticos, el Batallón de Vehículos Anfibios, una sección del Batallón de Comunicaciones y grupos de apoyo.
La operación fue ejecutada de manera excepcional y se cumplieron todos los aspectos doctrinarios. Los infantes de Marina tuvieron la difícil tarea de realizar la toma sin causar bajas, ya que estaba explícito en la orden de operaciones, lo que resulta complejo en cualquier operación militar en el marco de un conflicto armado con otra nación.
No se causó ninguna baja hacia el enemigo, por el contrario, las primeras bajas de la guerra fueron argentinas: el Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Pedro Edgardo Giachino fue la única baja mortal de los enfrentamientos del 2 de abril; y los Conscriptos Mario Almonacid y Jorge Néstor Águila en la recuperación de las Islas Georgias, al día siguiente.
A partir de la Operación Rosario, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por medio de la Resolución Nº 502 (aprobada el 3 de abril de 1982), impuso a ambas partes sentarse a negociar y abandonar las islas, a lo cual Argentina se negó y Gran Bretaña destacó su Flota para la reocupación del territorio, produciéndose así la escalada en el conflicto.
En esta segunda etapa, la Infantería de Marina empeñó 1.357 efectivos, con un 70 por ciento de la fuerza efectiva compuesta por conscriptos. Su núcleo fue el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 (BIM5). Participó también el Batallón Antiaéreo, el Batallón de Artillería de Campaña Nº 1, la Compañía de Ingenieros Anfibios, una Compañía del Batallón de Infantería de Marina N° 3 (BIM3), la Agrupación Comandos Anfibios, la Compañía de Ametralladoras 12,7mm. del Batallón Comando, una Sección de Perros de Guerra del Batallón de Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano y los respectivos apoyos.
El 5 de abril se ordenó a estas unidades destacarse a las islas y ocupar posiciones defensivas. En las Islas Malvinas había casi 10.000 efectivos, considerando los infantes de Marina y 8.700 efectivos del Ejército Argentino.
La responsabilidad del dispositivo defensivo estuvo a cargo del Ejército Argentino, cuyo objetivo estratégico operacional era la capital –Puerto Argentino– y este dispositivo ocupó las alturas circundantes: los montes Tumbledown, Longdon y Harriet. El BIM5 ocupó Tumbledown, Sapper Hill y el Valle de Moody Brook con sus tres Compañías. Una Sección de Ametralladoras 12,7 mm. del Batallón Comando ocupó la altura del Monte Longdon junto al Regimiento Nº 7 del Ejército Argentino.
Durante abril, las unidades se dedicaron a la preparación de las posiciones; por ser el terreno de las Islas Malvinas rocoso, húmedo y de bajas alturas, el establecimiento de las posiciones fue un trabajo muy arduo y sacrificado.
El 1º de mayo la Fuerza de Tareas Británica inició su accionar para la reocupación de las islas lanzando ataques aéreos que intentaron neutralizar la pista de aterrizaje a fin de cortar los suministros logísticos propios que se recibían mediante envíos aéreos.
Paralelamente, los otros abastecimientos que se recibían eran mediante unidades de superficie, pero debido a la amenaza latente de los submarinos, no podían ser enviados sin correr grandes riesgos.
En esta nueva etapa de la defensa, durante los primeros ataques aéreos se producen las primeras bajas y el Batallón Antiaéreo, la Compañía de Ingenieros Anfibios y el BIM5 pierden a varios efectivos.
Las tropas empeñadas estuvieron sometidas a ataques aéreos durante el día y fuego naval nocturno; esto no permitía el descanso y socavaba la moral, siendo ésta la finalidad de los ataques previos a los combates en tierra. Todo mayo transcurrió con esta actividad de hostigamiento permanente y los Ingenieros Anfibios se dedicaron a la colocación de campos minados. En este período se produjeron diferentes bajas en acciones propias como preludio de los combates que se avecinaban.
Sobre fines de mayo la Fuerza de Desembarco Británica arribó a la zona del Puerto de San Carlos, distante a 180 km de Puerto Argentino, e inició su campaña terrestre en aproximación a la capital malvinense, la cual se concretó el 14 de junio con la caída de la plaza.
Desde entonces, la República Argentina sostiene el irrenunciable propósito de que, por la vía diplomática, el Reino Unido de la Gran Bretaña descolonice las Islas Malvinas y las devuelva a la soberanía nacional, cuyos argumentos históricos y geográficos mantienen una solidez irrefutable.
También la Nación, a 39 años de la guerra, agradece a todos sus Veteranos y familiares por mantener viva la llama de esta causa, que es de todos los argentinos.