Presidencia de la Nación

Fernando Reati, sobreviviente del horror y coautor, junto a Mario Villani, del libro “Desaparecido. Memorias de un cautiverio”

En el marco de las acciones de reparación que lleva adelante el instituto, presentamos un nuevo video del ciclo de entrevistas "Relatos desde la Memoria", producido por el Archivo de la Memoria y los Derechos Humanos del INTI.

“Mario llevaba mucha información en su cabeza. Como científico me imagino que tenían métodos para retener información y empezó a buscar maneras de comunicar esa información a familiares de víctimas y también organismos de derechos humanos. Siempre andaba con una libretita, de esa espiraladas, y anotaba a mano todo: por un lado la lista de represores y por otro la lista de las víctimas (...) y en alguna reunión de sobrevivientes, de familiares, se empezaban a conectar las piezas del rompecabezas”.

Así recuerda Fernando Reati a Mario Villani, ex trabajador del INTI, sobreviviente de cinco centros clandestinos quien estuvo casi cuatro años secuestrado, desaparecido en manos del terrorismo de Estado y fue usado como mano de obra esclava por sus captores.

Fernando y Mario se conocieron en el año 2005 en la Universidad de Georgia, Estados Unidos, “no recuerdo exactamente cómo me llegó la información de que venía un ex desaparecido a Atlanta y lo invitamos a dar una charla en la universidad. Ahí nos conocimos e inició nuestra amistad”, detalla Reati. Conocer a Mario Villani lo reencontró con su propia vivencia y supervivencia, porque él también era un sobreviviente exiliado desde 1981 en Estados Unidos.

Crónica de un secuestro: las cárceles en dictadura
En septiembre de 1976 Fernando fue detenido ilegalmente por un grupo de tareas. En ese entonces era estudiante en la Universidad Nacional de Córdoba y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. Alejado de la organización, según comentó por miedo y porque su grupo estaba en desbandada por el accionar represivo de las fuerzas, esperaba poder viajar a la Patagonia cuando fue secuestrado. Primero lo llevaron, junto a sus padres y su hermano menor, al Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba, en donde estuvo 8 días “detenido”, y luego, cuando fue “legalizado”, lo trasladaron a la Unidad Penitenciaria N° 1 de Córdoba, también conocido como el Penal de San Martín. Esta Unidad provincial se encontraba bajo el control del genocida Luciano Benjamin Menendez y fue la cárcel con mayor cantidad de fusilados, es decir personas asesinadas en supuestos intentos de fuga y es la única cárcel que mantuvo a sus presos incomunicados durante años: “Por tres años, desde el golpe hasta el año 1979, no sólo no teníamos acceso a medios de comunicación formales como radios, diarios o revistas, tampoco a información de las causas o de familiares y amigos. Tampoco se permitían visitas, cartas, libros, ni medicamentos” destaca Fernado.

Esta cárcel, en donde convivieron presos políticos y comunes, ilustra esa “zona gris” que pone en foco a las cárceles y al rol que tuvieron durante el terrorismo de Estado. Cárceles ubicadas dentro de una ciudad, que “legalizaban” la existencia de sus detenidos, pero tenían características de centros clandestinos.

Allí Reati estuvo detenido hasta 1981, momento en el cual fue puesto en libertad vigilada hasta su exilio. De acuerdo a sus palabras, estima que unos 30 compañeros de su espacio de organización estudiantil permanecen desaparecidos.

Actualmente Fernando es profesor de literatura latinoamericana en Georgia State University, Atlanta y autor de libros como Nombrar lo innombrable: violencia política y novela argentina, 1975-1985 (1992); Postales del Porvenir: la imaginación del futuro en la novela de anticipación de la Argentina neoliberal, 1985-1999 (2006); junto con Mario Villani, escribió Desaparecido: memorias de un cautiverio (2011); y en coautoría con Paula Simón: Filosofía de la incomunicación y Las cartas clandestinas de la Unidad Penitenciaria 1 durante la dictadura (Córdoba, 1976-1979) (2021) entre otros. Fue en 2005 cuando conoció a Mario Villani y a su esposa Rosita Lerner, con quienes entabló una gran amistad que se mantiene hasta estos días.

Un desaparecido reaparecido
Mario Villani fue secuestrado en 1977, pero estuvo cerca de ser “chupado” antes, en 1974, cuando era Secretario Académico de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). En esos días Mario tenía una reunión a la cual no pudo asistir y en su lugar fue su compañero Carlos Miguel, Secretario Técnico de la UNLP, junto a Rodolfo “El Turco“ Achem, jefe del Departamento Central de Planificación de la UNLP. Ambos fueron asesinados el 8 de octubre de 1974 por una patota parapolicial mientras se dirigían desde la sede de la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de La Plata (ATULP) a una reunión con dirigentes de la FUBA.

Los cuerpos de ambos fueron hallados acribillados en la localidad bonaerense de Sarandí. A Mario le tocó la difícil tarea de ir a la morgue a reconocer los cuerpos de sus amigos. En razón de esa circunstancia todos los decanos y los secretarios académicos de la Universidad renunciaron. La Universidad fue intervenida nuevamente e incluso renunció su rector.

De acuerdo a la publicación Testimonio: Mario Villani (1940-2021), realizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, este fue el primer paso del proyecto para instaurar el terrorismo de Estado previo al golpe en la Universidad Nacional de La Plata.

Porteño de nacimiento, licenciado en física, además de ser secretario académico de la Facultad de Ciencias Exactas de La Plata, trabajó en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en donde también llevó adelante su militancia gremial.

Mario fue secuestrado el 18 de noviembre de 1977 por una patota del Ejército cuando salía de su casa en Parque Patricios rumbo a su trabajo. Tenía 38 años. En el centro clandestino Club Atlético comenzó su pasaje por “el infierno”: pasó a llamarse con letra y número: X-96. Allí vislumbró por primera vez la posibilidad de sobrevivir a partir de sus conocimientos técnicos, como mano de obra esclava, cuando reparó una bomba que desagotaba los baños del sótano, y se planteó por primera vez el conflicto ético que implicaba “colaborar” con los genocidas. “Maldito si lo haces, maldito si no lo haces”, reflexionaría sobre la convivencia-supervivencia con el terror.

A fines de 1977 lo llevaron a El Banco, donde tuvo que hacer la instalación eléctrica del casino de suboficiales y les permitieron, en el pasillo pegado a las celdas, ver los partidos de Argentina en el mundial de fútbol. “Estaba convencido de que era un muerto vivo, que sólo era cuestión de tiempo” y “el televisor no era más que una ventana al mundo al que ya no tenía más acceso”, relató a Memoria Abierta. Fue en El Banco donde el torturador Antonio del Cerro le pidió que reparara una picana eléctrica. Villani se negó durante un par de meses hasta que concluyó que podía aliviar el dolor de sus compañeros y pidió que se la llevaran. Sin que los secuestradores lo advirtieran, le instaló un capacitor de menor valor que el original, que transmitía menos energía y por ende causaba menos daño.

En agosto de 1978 lo trasladaron a El Olimpo, otro centro clandestino que funcionaba bajo la órbita de la Federal, donde lo usaron por sus conocimientos de electrónica para reparar televisores y otros aparatos que robaban en los operativos. En 1979 decidieron ejecutar a la mayoría de los prisioneros y dejaron con vida a un puñado, que llevaron al Pozo de Quilmes, en manos de la policía bonaerense. La última etapa del cautiverio fue en la ESMA, en el altillo llamado “Capuchita”. Desde allí tuvo sus primeras salidas en “libertad vigilada”. [Testimonio: Mario Villani (1940-2021)]

Mario declaró ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1984, ante la Cámara Federal en 1985, en los Juicios por la Verdad, en Francia, España e Italia hasta que se reabrieron las causas en la Argentina, y en cada tribunal que lo convocó desde entonces. “Soy un exdesaparecido, un sobreviviente, o si se quiere un desaparecido reaparecido”, así se definía.

Libreta con anotaciones de Mario Villani
Libreta con anotaciones de Mario Villani

Libreta con anotaciones de Mario Villani

Hacia 1989 ingresó a trabajar al centro de Física del INTI, lugar en donde permaneció hasta su jubilación en 2004. “El INTI fue para él su lugar en el mundo” destaca Rosita Lerner, su esposa. Fue uno de los que impulsó la fundación de ATE INTI, fue Secretario General, y un compañero entrañable.

Su vivencia personal, durante los años que estuvo secuestrado en 5 centros clandestinos de detención, le permitió construir un archivo con información sobre 199 secuestrados y 132 represores. Desde el Juicio a las Juntas en adelante declaró infinidad de veces, aportó nombres, pruebas y piezas al rompecabezas de la memoria, y también coescribió un libro con su historia junto con Fernando Reati: “Desaparecido. Memorias de un cautiverio”. Un relato del horror que resguarda las vivencias y reflexiones de Villani: “Pretendemos que este relato contribuya a la denuncia del terrorismo de Estado. No se me escapa que muchas de mis reflexiones pueden resultar polémicas. No me considero dueño de la verdad y no le temo a la discusión, más bien le doy la bienvenida. De ella podemos aprender todos; la discusión ayuda a que se mantenga viva la memoria”.

Foto de portada: Federico Serrano.

Créditos: Archivo de la Memoria y los Derechos Humanos del INTI
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