Estrategias de adaptación productiva en el Norte Neuquino
Los cambios en las condiciones climáticas, la disponibilidad de agua y forraje obliga a las familias productoras a implementar y compartir prácticas como un conjunto de estrategias de resiliencia climática.
Los impactos del cambio climático en la región patagónica, asociados a eventos meteorológicos extremos, suponen modificaciones en las temperaturas medias y el acceso a bienes comunes como el agua y pastizales para el ganado. La alteración de la biodiversidad local presenta nuevos desafíos para la ganadería trashumante del norte neuquino, escenario en el cual emergen prácticas destinadas a su adaptación a estas nuevas condiciones. Para acompañar este proceso, el INTA Chos Malal y el Instituto para la Agricultura Familiar del INTA - IPAF región Patagonia trabajan junto a familias productoras del norte neuquino en estrategias y tecnologías destinadas a mejorar la nutrición y el bienestar animal.
Miguel Barros es productor de la localidad neuquina de Buta Ranquil, y realiza una suplementación estratégica de los piños para sobrellevar la falta de disponibilidad de los pastizales naturales: “cuando vinieron esos años malos y secos (en 2012), realizamos un proyecto de alimentación de animales en tiempos de parición. Hicimos un análisis con 70 chivas, las más flacas, que llegaron a dar 120 chivos. Fueron 20 días antes del parto que se les ayudó con comida y luego 20 días más ya con los chivitos”.
La adecuación de las prácticas de suplementación a los condicionantes productivos (como la disponibilidad de plantas en el pastoreo directo) y comerciales se evidencian en los testimonios de los productores.
María Beroiza, productora del Cajón del Manzano, perteneciente a la comunidad Mellao Morales, explicó: “Lo primero que hago es la desparasitación y luego les doy maíz partido, mezcla y termino con engorde de novillo (...) yo los vendo en mi paraje, en mi comunidad y después en el pueblo de Las Lajas, Loncopué me encargan. Ya saben que yo hago engorde y después me piden. Hoy soy la única que me dedico al engorde en la comunidad”.
Los sistemas de suplementación en pequeñas superficies buscan implementar cargas elevadas y/o encierres estratégicos (con corrales y cobertizos) para mejorar la eficiencia del ganado, teniendo como indicador la misma sapiencia de los productores locales: “Yo creo que la salvación del productor es darle lo que merece al animal cuando lo necesita”, subrayó Miguel Barros.
Por otro lado, Noelia Rivera, criancera de Chos Malal, contó acerca del rediseño del plan de manejo en su producción ganadera: “Venimos desarrollando estrategias de alimentación en la cría de ganado bovino y caprino. Intentamos aumentar el porcentaje de parición y destete, pensando en tener menos animales, pero más productivos”. Las estrategias adoptadas frente al cambio climático responden a las necesidades identificadas por las mismas familias productoras: “Es importante decir que tenemos menos pasto y menos alimento para los animales. Estos problemas siempre existieron, pero ahora están teniendo más relevancia por el tema del agua y el clima”, agregó Noelia Rivera. Estas experiencias de manejo ganadero dan cuenta de la vigencia de los saberes co-construídos con el apoyo técnico en el territorio, donde el saber-hacer ofrece algunos indicios posibles para una práctica ganadera sustentable en la región.
Otra de las estrategias para dar respuesta a la falta de disponibilidad de pastizal natural de invierno (conocido como “bache forrajero”) es el ensilado de maíz para diferir y tenerlo disponible y a menor costo para usar a la salida del invierno.
En la zona existen variedades de maíces criollos (blanco y amarillo) de ciclo corto que las familias conservan y multiplican desde hace muchos años. Los técnicos proponen ensilar ese material para luego de 45 días contar con forraje que puede conservarse durante varios años si no es expuesto al aire o al agua.
Este alimento rico en fibra puede racionarse para suplementar el mantenimiento (2% del peso vivo) y el engorde (6% del peso vivo) animal. Así lo comprobaron entre productores, donde explicitaron que “hace 5 o 6 años que venimos haciendo ensilado de maíz y da muy buen resultado. Tenemos sorgo ensilado y esperemos que tenga buenos resultados también”, señala Lázaro Montecinos, productor ganadero del paraje Aquihuecó. El alto rendimiento y los bajos costos de esta estrategia de suplementación se complementan al uso de semillas criollas de maíz (blanco y amarillo) por parte de las familias productoras de la región.
Todas estas estrategias fueron abordadas por el INTA Chos Malal junto con la Subsecretaría de Producción de la Provincia de Neuquén y el IPAF región Patagonia (INTA) en una jornada de alimentación animal con un centenar de productores que compartieron sus prácticas: “Hemos visto que hay muy buenas experiencias locales de alimentación, con recursos propios, de los productores, con una alta adaptabilidad al cambio climático. Entonces decidimos darle la voz a los productores, que sea una capacitación de productor a productor, con el mismo lenguaje. Donde cada uno cuente su experiencia y pueda hacer un verdadero intercambio”, señaló Marcelo Bosetti -jefe de la agencia de extensión Chos Malal del INTA-.
En ese marco, el equipo del IPAF Patagonia expuso los avances de las encuestas socioeconómicas realizadas en el marco del Proyecto “Fortaleciendo la participación de salud en la acción climática de Argentina” (conocido también como Proyecto Readiness) coordinado por la Organización Mundial de la Salud. En este trabajo se identificaron y compartieron algunas de las estrategias de manejo existentes en las familias productoras y su impacto positivo para la ganadería local: “Vemos muy valiosa la participación de productores y productoras, y el intercambio de experiencias generado para el aprendizaje conjunto de estrategias de adaptación climática en la zona”, comentó Sofía Lammel, socióloga y participante del proyecto Readiness.
Estos saberes surgen de las experiencias de las familias en torno a la nutrición animal, como así también de ensayos y evaluaciones realizadas en siembras, suplementaciones, alambrados, equipamientos y técnicas de conservación; que son algunos de los procesos de innovación tecnológica que INTA emprende para la sostenibilidad de la agricultura familiar.