Estiman la huella de carbono de la producción arrocera
Un equipo de investigación del INTA busca cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el proceso de producción del arroz. Resultados preliminares determinaron que la variedad Gurí INTA CL emite 0,804 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por cada kilogramo de semilla producida. Esta información es relevante para diagramar estrategias de mitigación.
Según datos del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero publicados en 2019, la producción agrícola es responsable del 37 % de las emisiones de estos gases en el país; lo que representa el 0,5 % para el cultivo de arroz. Por esto, un equipo de investigación del INTA se enfoca en cuantificar las emisiones del arroz en la Argentina y, a su vez, determinar cuáles son los puntos críticos en el proceso de producción.
“Todos los procesos productivos repercuten en el ambiente y, por lo tanto, emiten gases de efecto invernadero”, señaló Susana Maciel –especialista en ambiente y desarrollo sustentable del INTA Balcarce, Buenos Aires– quien indicó que el cultivo de arroz es una importante fuente emisora de gas metano (CH4).
“Es importante conocer lo que emitimos durante las etapas de producción primaria, primer eslabón de una larga cadena, hasta el consumo del producto final”, puntualizó Maciel y agregó que el 75 % de la producción de arroz de la Argentina se exporta, por lo que conocer su huella permite agregar valor ambiental y generar ventajas competitivas a los productos y sistemas de producción.
En este sentido, el equipo de especialistas estimó la huella de carbono del cultivo de arroz durante la campaña 2021-2022. En un lote experimental ubicado en la Estación Experimental Agropecuaria Concepción del Uruguay –Entre Ríos–, evaluaron la variedad Gurí INTA CL, uno de los cultivares largo fino más comercializados en el país, desde noviembre del 2021 hasta el mes de marzo de este año.
Resultados preliminares determinaron que la emisión fue de 0,804 kilogramos de dióxido de carbono (CO2) equivalente por cada kilogramo de semilla producida. “Esto arroja estimaciones que suponen la emisión de 1,22 megatoneladas de CO2 equivalentes en la producción de variedades largo fino a nivel nacional”, detalló Maciel.
Si bien el gas de mayor emisión en la producción de arroz es el metano, se trata de un elemento que aumenta de acuerdo al incremento de la dosis de fertilización nitrogenada. “Cuando hacemos el balance de los datos obtenidos, el metano es quien más aporta a la huella de carbono convertido en toneladas de dióxido de carbono equivalente”, indicó la investigadora del INTA.
El gas metano tiene un poder de calentamiento global, capacidad de retener la radiación solar emitida por la Tierra, hasta 27 veces más que el dióxido de carbono, el cual se acumula en la atmósfera terrestre y aumenta la temperatura del planeta. “Permanece entre 12 y 14 años en la atmósfera antes de ser eliminado, su emisión indiscriminada no hace más que alterar los niveles normales”, sostuvo Maciel.
“Se trata de un trabajo de evaluación preliminar y es una estimación, en la que fueron consideradas las variables entendidas como de mayor impacto”, explicó Maciel. Quien agregó que las cifras que componen esta evaluación tienen que ver con diferentes índices derivados de las emisiones por el uso de combustibles fósiles, aplicación de agroquímicos, fertilizantes, semillas, por los residuos resultantes de la cosecha y las emisiones por aplicación de urea y fertilizantes nitrogenados.
En el mismo sentido, la investigadora adelantó que el siguiente paso tiene que ver con realizar un relevamiento de la producción a nivel país de la variedad GURI INTA CL, para inferir las emisiones de CO2 equivalente de esta variedad.
Para este análisis del ciclo de vida, de la producción de un kilo de semilla de arroz cáscara, se consideraron las emisiones generadas desde la preparación del suelo hasta la cosecha de la semilla de arroz.
El equipo especialista utilizó la técnica de cámara cerrada o estática, la cual en su interior contiene alrededor de tres plantas, a modo de modelo. “Con una jeringa preparada con válvula de cierre se extrae del centro de esta una muestra de los gases condensados, los cuales son mezclados por un ventilador que se encuentra en su interior”, señaló Maciel.
“Más allá de estos resultados, es imprescindible incorporar tecnologías que mitiguen el impacto ambiental”, sostuvo Maciel. Esto significa, entre otros aspectos, disminuir el uso de combustible fósil, incrementar el uso de energías renovables, utilizar bombas de riego que combinen la energía eléctrica, aplicar nuevas tecnologías en motores que reciclen el dióxido de carbono generado, entre otros.
“Esta investigación tiene que ver con la imperiosa necesidad de proporcionar una serie de indicadores esenciales y relevantes para una mejora en el medio ambiente y en la lucha por un mundo más sostenible que pueda mitigar el impacto ambiental”, aseguró Maciel.
De esta manera, Maciel asume la necesidad de “continuar con el estudio de las emisiones de distintas variedades, para precisar si existen diferencias significativas de impacto entre estas”.