“Este trabajo me dignificó y me hizo sentirme persona”
Nancy Catacora Hernández estuvo detenida y hoy logró rearmar su vida personal y laboral gracias a un programa que implementa el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos con la ayuda de la empresa Farmacity.
Nancy Catacora Hernández tiene 47 años y cinco hijos. Viven todos en una casa en el barrio porteño de La Boca. Estuvo presa y, aunque no fue fácil, al salir de la cárcel pudo rehacer su vida. “El cambio fue muy difícil porque, ahora puedo verlo, estaba muy equivocada en mi vida. Hoy tengo la oportunidad de trabajar en este hermoso local y soy una persona contenta. Tengo la satisfacción de estar libre y hacer lo que me gusta”, dice Nancy, desde su actual trabajo en un comercio Look de Florida y Santa Fe.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la empresa Farmacity llevan adelante el programa “Look que transforma” para lograr la reinserción social de mujeres que fueron liberadas o están detenidas con arresto domiciliario.
El programa está coordinado por la Dirección Nacional de Readaptación Social de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial y la Comunidad Académica, a cargo de Juan Bautista Mahiques.
En trece encuentros de tres horas cada uno, y a lo largo de tres meses, las mujeres se capacitaron sobre asesoría de imagen y belleza. Aprendieron maquillaje, cuidados de la piel y manicura.
En línea con las capacitaciones, las mujeres reciben acompañamiento y contención desde Readaptación Social en todo lo que tiene que ver con su proyecto laboral. La idea es que puedan conseguir un empleo en relación de dependencia o empezar un micro emprendimiento propio.
Así, se les da herramientas para generar los trámites del monotributo social y todo lo necesario para comercializar sus servicios. También las conectan con empresas para que puedan ser contratadas tras la capacitación.
Alianza entre lo público y lo privado
"Es un claro ejemplo de cómo se puede armar un nuevo proyecto de vida. Nancy nos llegó a todos con su historia de vida, con sus ganas de cambiar y con la fuerza que la llevo a ser hoy la mejor trabajadora de un local de belleza de la calle Florida”, expresó Mahiques.
“Ella nos demostró la importancia de dar oportunidades y lo transformador que es no solo para ella, sino para su familia. Aprendimos sobre la importancia de seguir construyendo alianzas público-privadas que den herramientas y brinden oportunidades reales de inclusión”, agregó Mahiques.
Por su parte, Fiorella Canoni, directora de Readaptación Social, expresó que “el objetivo del programa es lograr la inserción socio-laboral de las mujeres”. “La mayoría de ellas –explicó- previo a estar en un contexto de encierro, tampoco accedían a trabajos formales. Esa era la demanda que teníamos y la acompañamos”.
“Es un abordaje integral donde se articulan todas las herramientas del Estado para que la persona pueda armar su proyecto de vida”, agregó Canoni.
“Este trabajo me dignificó”
“Trabajo en Farmacity desde hace siete meses. Nos capacitaron y prepararon en todo lo que es maquillaje, en realzar la belleza de las mujeres así como en todos los tratamientos para las manos: aprendí a esmaltar uñas. Hoy en día trabajo en ventas de todo tipo desde maquillajes a perfumes”, cuenta, emocionada.
-¿Cómo cambió tu vida con esta oportunidad?
-Nos dieron herramientas para luchar en la vida cotidiana, porque venimos de un programa de ex presas. De la mano de Farmacity pudimos capacitarnos para trabajar, nos ayudaron y pude cambiar mi vida totalmente. Pasé a ser otra Nancy. Hasta pude conseguir clientas en mi barrio: las atiendo en mi casa y así generó otro ingreso. Incluso me enseñaron a preguntarles a mis hijos si eran felices.
-¿Alguna vez sentiste discriminación por ser una ex detenida?
-Sentí discriminación en varios trabajos a los que me postulé. En varias fábricas me presenté, pero no me tomaron. Salí con mucha bronca porque te excluyen. En este trabajo me siento totalmente incluida y parte del equipo.
-¿Sentís que cambiaste por tus hijos?
-Mis hijos son mi oxígeno y mi fuente de vida. Me saqué la bolsa de cartón de la cabeza y hoy creo que soy un orgullo para ellos. Mis hijos hoy se despiertan contentos y no con un patrullero tocando el timbre. Este trabajo me dignificó y me hizo sentirme persona. La relación con mi familia cambió y me siento importante.