En La Rioja, cooperativas afianzaron una red de comercialización nacional
Con el acompañamiento del INTA, organizaciones de la agricultura familiar lograron que sus productos primicia lleguen a los Mercados de Buenos Aires, de Córdoba, de Mendoza y de Tucumán. La única cooperativa de la zona avanzó con la actualización tecnológica, planificación de las actividades y en el agregado de valor de su producción. Gracias al programa Cambio Rural, pusieron en funcionamiento una fábrica para la elaboración de dulces y de tomate triturado.
El cinturón hortícola de La Rioja ubicado a 5 kilómetros de la Ciudad Capital es el hogar de 50 familias que se dedican a la a la producción de frutas y verduras para el mercado interno de la provincia. Las organizaciones agrícolas, que integran la agricultura familiar riojana, formaron una nueva red de comercialización que cuenta con distribución nacional. El equipo del INTA La Rioja coordinó la dinámica socio organizativa de la única cooperativa que lleva adelante el proyecto junto con la actualización de su sistema productivo y masificación de los cultivos en esa zona.
Maximiliano Giannini –extensionista del INTA La Rioja– explicó, “lograron agregar valor a su producción con una pequeña unidad en donde la producción primaria que se hace en la zona, se transforma en tomate triturado, dulces y aceite de oliva, especificando sus características, lugar de origen, y prácticas de producción utilizadas, junto con los trámites de habilitaciones y registros de productos”.
La actualización tecnológica de las cooperativas y organizaciones de la región les permitió articular un gran polo de producción de cultivos primicia diferenciados con productos de valor agregado que se distribuyen dentro de la provincia principalmente y también en el Mercado Central de Buenos Aires, como en los mercados de Córdoba, Mendoza y Tucumán.
“Aparte de las verduras de hoja que se producían históricamente para el mercado local, con este trabajo en conjunto se comenzaron a producir hortalizas livianas, pimiento, tomate, berenjena, zapallito y principalmente melones y sandías que son los productos que mejor se comercializan fuera de la provincia”, comentó Giannini.
En este contexto, el año pasado nació una comercializadora de productos regionales de la agricultura familiar, La Minga. Se trata de una organización gestionada por Colonia Frutihortícola de La Rioja –Cofrular– la única cooperativa de la zona y productores independientes locales que también integran Alimentos Cooperativos –una red nacional de comercialización que conformada por organizaciones de agricultores familiares y emprendedores–. La misma, ofrece productos locales y recibe productos de otras cooperativas y federaciones de todo el país.
La Minga posee un centro de acopio y distribución en la capital y además siete puntos fijos de venta de los productos en la ciudad y localidades del interior. Los alimentos que comercializa son fruto del trabajo de las organizaciones de la agricultura familiar, con un fuerte acento en las economías regionales.
“La agricultura familiar es el sistema de producción predominante en la región, la vid, olivo y nogal son los tres grandes cultivos que tiene la provincia y la mayoría se producen por agricultores familiares que viven en sus pequeñas fincas, realizando producciones diversificadas y con venta de excedentes además del autoconsumo”, explicó Giannini.
El trabajo en cooperativas frutihortícolas
La Federación Riojana de Cooperativas Autogestionadas –Fercoa– promueve una economía basada en la lógica de lo solidario, comunitario y sustentable, busca generar trabajo digno, preservando las economías regionales, los oficios populares y la contención a la población en sus lugares de origen. De allí se desprende el trabajo de Cofrular, una de las cooperativas que forman parte de La Minga.
María Chanampa es socia fundadora de Cofrular, vive y trabaja en la zona rural de la provincia frente a la cooperativa, y asegura que gracias al apoyo del INTA tuvieron un 100 % de mejoras para organizar la producción.
Cofrular está compuesta por 21 familias de productores que trabajan en una superficie que ronda las cuatro hectáreas por cada grupo familiar. Comenzó como una asociación de productores que vivían en una colonia del cinturón hortícola, y desde el 2005 a través del Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural Sustentable –ProFeder–se vinculan con el INTA.
Gracias a la actualización tecnológica, la planificación de la producción y la organización, desde el 2012 la cooperativa logró que sus productos primicia ingresen al Mercado Central de Buenos Aires, como por ejemplo cerca de 3000 toneladas de melón.
“La gente de la cooperativa salía a la ruta a esperar a los camiones con los tractores y los carros para cargarlos, con el trabajo del INTA logramos conseguir, como un comodato, una fábrica abandonada de la región en donde ahora hacemos el empaque de lo que cultivamos. También nos ayudó a conseguir una línea de embalaje, antes era todo a mano, se lavaba y se ponía en el cajón uno por uno listo para embalar”, explicó Chanampa.
Y agregó: “Otro cambio radical que tuvimos fue el sistema de riego, antes teníamos riego por surco y con el trabajo de innovación del INTA pasamos al riego por goteo. La producción cambió gracias a la eficiencia del agua en los cultivos”.
Producir en esta zona no es sencillo, generalmente las colonias tienen consorcios de riego donde un pozo abastece a ocho o diez productores para poder solventarse, como es tan costosa y escasa el agua, el riego tiene que ser lo más eficiente que se pueda para poder producir, sino el sistema no es sustentable”, explicó Giannini.
De acuerdo con Chanampa, Cofrular tiene dos temporadas fuertes de cultivo, luego, durante todo el año se hace horticultura para mantener el espacio cuando no hay temporada intensiva. “Una de ellas empieza en febrero y termina en mayo con la cosecha de zapallo cabutia y el zapallo coreano coquena. Es una campaña intensiva en la que todos los miembros de la cooperativa planifican y plantan lo mismo. Y la otra temporada es en agosto, en la que empiezan a preparar las parécelas para plantar melón, el cultivo más importante del verano”, explicó.
“Los principales alimentos que produce la cooperativa son verdura de hoja para el mercado interno: acelga, espinaca, perejil, lechuga, rúcula, achicoria. También producen hortalizas livianas como remolacha, zapallito, pimiento, tomate, berenjena, rabanito, repollo, brócoli y coliflor. Y hortalizas pesadas: zapallo criollo, cabutia, coreano y también frutas destacándose melón y sandía”, detalló Chanampa.
Actualmente la cooperativa puso foco en la fábrica de agregado de valor, “por medio del INTA conseguimos una línea de dulces y otra para hacer tomate triturado”, señaló Chanampa. Y describió, “Con el programa de Cambio Rural somos 6 mujeres las que estamos a cargo de hacer estos productos con el sobrante de los cultivos de la cooperativa”.
Chanampa explicó que La Minga fue un paso muy importante para la cooperativa sobre todo con los productos de agregado de valor, “el cuello de botella se hace en la comercialización de los productos, es la pata floja que teníamos, después de asentar la producción primaria, lo difícil es acercar esa producción a la gente”.
La cooperativa reparte bolsones de verduras, con la pandemia la producción pasó de 200 bolsones por semana a 200 por día, Chanampa señaló “con La Minga pudimos hacer una estrategia para hacer reparto puerta a puerta, para nosotros fue un alivio”. Y agregó, “otra línea muy importante es la presencia en las ferias en donde la comercializadora nos compra los productos y sale con ellos por diferentes partes de la provincia”.