El pensamiento chino como aporte a los problemas de nuestro tiempo
Julieta Marina Herrera es egresada de la carrera de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, estudia una maestría en Filosofía China en la Universidad de Pekín con una beca del Ministerio de Educación de la República Argentina y de China Scholarship Council. Aquí relata el recorrido que realizó hasta comenzar el posgrado y el por qué de su decisión de estudiar en chino.
"Esta maestría es la culminación de un largo camino que empezó en 2016. Ese año fue la primera vez que vine a China a estudiar para formarme en idioma chino. En esa oportunidad, quedé maravillada con el país, su cultura y su crecimiento trepidante. A partir de ese momento, forjé el proyecto de prepararme para cursar una maestría en filosofía dictada en idioma chino. En 2018 pasé un año en la Universidad de Tsinghua cursando materias de licenciatura del Departamento de Humanidades y en 2020 hice, a distancia, un año preparatorio de idioma en la Universidad de Pekín, rendí el examen HSK 6 -que es el nivel más alto de los exámenes de idioma chino como lengua extranjera y el exigido para los programas de maestría- y pasé la entrevista de admisión para la Maestría en Filosofía China de la Universidad de Pekín.
Después de un año de postergación por la pandemia, finalmente volví a China en febrero de este año. La experiencia ha sido de lo más desafiante, ya que casi no hay estudiantes extranjeros cursando esta maestría. Necesité y aún necesito mucho tiempo de estudio y dedicación para alcanzar los conocimientos generales que no comparto con los estudiantes chinos y vencer las dificultades del idioma chino clásico. Pero si bien es necesaria mucha dedicación, lo que realmente me permite superar una y otra vez estos desafíos es el entorno que me ofrece la universidad: los profesores me han recibido con mucha calidez, me hice excelentes amigos entre mis compañeros y la vida académica es vibrante: siempre hay interesantes oportunidades de aprendizaje, con profesores invitados de todo el mundo. Vivo en un estado de continuo asombro frente a las cosas nuevas que estoy aprendiendo.
El campus de la universidad es bellísimo, con arquitectura clásica y moderna, mucho verde y un gran lago. También es sumamente cómodo, con alrededor de siete comedores diferentes (seguro que hay alguno que todavía no descubrí) que ofrecen comida rica, variada y económica.
El conocimiento difundido sobre la filosofía china en el exterior a menudo se circunscribe a la persona de Confucio y a sus dichos, reducidos al estatus de un conjunto de refranes. Sin embargo, la filosofía de este país es muchísimo más que eso: la tradición confuciana se extiende a lo largo de los siglos en los pensadores de la dinastía Han, de la dinastía Song, en los del nuevo confucianismo de la Modernidad y en autores actuales, ya que este tipo de pensamiento está ganando relevancia global como un recurso para pensar los problemas políticos y sociales de nuestro tiempo, y demostrando que aún es una tradición viva y significativa para entender la realidad. Además, el pensamiento confuciano es diverso y complejo, y ha recibido críticas e influencias de otras corrientes como el taoísmo, el mohismo, el legalismo, el budismo y, actualmente, de diferentes corrientes de pensamiento occidentales. Ya que se trata de una tradición antigua, mi programa de maestría pone el acento en la filosofía clásica, pero también se estudia filosofía del siglo XII o del siglo XX, por dar algunos ejemplos.
Venir a China no es descubrir un nuevo país, sino casi un nuevo universo. Su historia se extiende por aproximadamente 4500 años, a lo largo de los cuales ha creado, condensado y refinado una cultura complejísima, que ha absorbido como una fuerza centrípeta las influencias externas más diversas, desde el budismo hace ya unos 1700 años, hasta la filosofía europea y el marxismo en el siglo XX. Todo esto llega hasta hoy en la lengua, las costumbres y en el pensamiento. China se encuentra en un período de auge y de reivindicación de su historia y de su civilización en el contexto global y es asombroso ser testigo de este momento económica y culturalmente exuberante.
Siempre estudié en China gracias al apoyo de becas del China Scholarship Council y, en esta oportunidad, para la carrera de posgrado, tengo el honor y la alegría de recibir también el apoyo del Ministerio de Educación de mi país. Este soporte posibilita que me entregue de lleno a la experiencia académica sin preocupación alguna, ya que todos los costos están cubiertos: la matrícula, el alojamiento, el estipendio mensual y una parte del pasaje de ida y vuelta.
Estudiar en chino es difícil, pero no imposible. Todo es cuestión de perseverar y, afortunadamente, están dadas las condiciones para que esa perseverancia encuentre puntos de apoyo para hacer grandes progresos. China ofrece una gran variedad de programas en inglés de calidad, pero para aquellos interesados en la lengua recomiendo calurosamente que consideren cursar un programa en idioma chino, ya que es una oportunidad perfecta para tener conversaciones significativas con nuestros pares chinos y conocer China desde adentro.”
Para conocer más sobre las posibilidades de estudiar en China, mirá este enlace. También podés leer los testimonios de otros becarios argentinos en China, como León o Joaquín.