El Noreste argentino: la zona donde se da la batalla más dura contra la marihuana
Es sabido que los habitantes del norte de nuestro país son creyentes y devotos. De hecho, cada año decenas de miles de personas participan de la Peregrinación Juvenil del Noreste Argentino (NEA) a la Basílica de Itatí, en Corrientes. Con la fe por delante, es como la droga va a dejar de ser protagonista en provincias como Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. Para ello, oficiales de todas las Fuerzas trabajan cada día, poniendo lo mejor de cada uno, con vocación, convicción y perseverancia.
Todas las semanas se realizan procedimientos en los que se incautan drogas -sobre todo, marihuana- en distintas ciudades del noreste argentino.
Hombres y mujeres que se prepararon para combatir el crimen y el narcotráfico salen todos los días a las calles y las rutas para hacer cumplir la ley y detener a aquellos que pretenden infringirla poniendo en riesgo muchas veces la salud e integridad de los ciudadanos honestos.
Hay muchas historias detrás de esos uniformes. Que aunque son anónimas, marcan la diferencia en la vida de mucha gente, inclusive de los detenidos.
Para poner algún ejemplo nos podemos trasladar a Clorinda, un pueblo de Formosa que vive del comercio y que es ruta elegida para cruzar marihuana desde Paraguay, por la cercanía de su frontera, río de por medio, el que se encuentra sin caudal la mayor parte del año.
Es en este lugar donde los gendarmes, por ejemplo, deben resolver situaciones que les exceden pero de las que deciden ocuparse ya sea por cuestiones humanitarias o para agilizar los plazos de la Justicia.
Algunas anécdotas que surgen en las conversaciones entre compañeros podrían ser estas dos:
Un momento vivido no hace mucho tuvo como protagonista a una mujer, a quien se detuvo junto a tres hombres cuando trasladaban marihuana.
El problema fue, no sólo que no se la podía instalar junto a los otros detenidos en el destacamento local de Gendarmería, sino que tenía 3 hijos pequeños.
Estando al tanto de la situación, el director del hospital zonal prestó colaboración y se la trasladó a una habitación en ese lugar.
Uno de los objetivos primordiales en estos casos es preservar a los menores, que no deben verse afectados por las acciones de sus padres. Entonces se prepararon dos autos para realizar el camino desde Gendarmería hasta el hospital: uno particular -en el que viajaban madre e hijos- con personal de civil y desarmado y otro, que iba detrás, con gendarmes uniformados y con armas, pero siempre fuera de la vista de los niños.
Por supuesto, al tratarse de una mujer, quien la custodiaba en la habitación -con turnos de 12 horas- era personal femenino.
Al pasar medio día durante varias jornadas con la detenida y sus hijos, es imposible evitar que se genere un vínculo o por lo menos, empatía. Y al ver la carencia que tenían, más de una vez estas gendarmes pusieron dinero de su bolsillo para comprarles leche o alguna golosina.
Días después, viajó desde Mendoza la abuela de los niños y se hizo cargo de su guarda.
Más allá de estar del lado de los buenos o los malos, se trata en definitiva de la historia cotidiana de seres humanos. Que muchas veces toman decisiones equivocadas. Y que afectan, aún sin querer, a quienes aún están indefensos y sin capacidad para resolver nada.
Entonces ¿se corre la mirada hacia otro lado? ¿Se ignora lo que sucede y se justifica por la vida que lleva la madre?
Estas oficiales prefieren permitir que su humanidad actúe y hacer su aporte para que los pequeños sufran lo menos posible, aunque aún no sean conscientes de ello.
Por otro lado, hace pocos días uno de los reclusos en la sede de Gendarmería se quejó por un fuerte dolor abdominal. Para hacerle estudios y tener un diagnóstico, se montó un operativo de traslado al hospital zonal, contando siempre con el apoyo y autorización del director de esa institución. Una vez en la habitación, el supuesto enfermo intentó escaparse.
Llegó hasta la calle y corrió dos cuadras. Inmediatamente los gendarmes comenzaron la persecución, y lo detuvieron nuevamente. Deben estar atentos y preparados siempre para situaciones sorpresivas, pensando en primer lugar en que nadie salga lastimado (por supuesto, había personas en la vereda, a quienes tuvieron que esquivar) y en segundo, en atrapar a quien se dio a la fuga, en lo posible sin disparos de por medio.
Si bien esto no ocurre todos los días, el personal de las Fuerzas debe estar alerta y listo para tomar determinaciones con muy poco tiempo, a veces sólo en segundos. Y no siempre se cuentan con herramientas materiales o físicas sino que hay que adaptarse a cada situación. Como hace el jefe del destacamento de Gendarmería de Clorinda, que actualmente se encuentra a cargo de 22 detenidos en un espacio que puede albergar un máximo de 10.
Cada recluso es un caso especial. En general están allí por casos relacionados con el narcotráfico, aunque hay ocasiones en que tienen que sumar a algún detenido con pedido de captura hasta tanto sea trasladado a donde corresponda.
No estamos hablando de un trabajo que se cumple con jornadas de 8 horas, y los empleados se van a su casa sin pensar en sus tareas hasta el día siguiente, sino de una vocación que se lleva incorporada 24 horas al día.
Y en Clorinda, eso se demuestra los 365 días del año.
EL PUEBLO DE LA MARIHUANA
Como consecuencia de las órdenes directas del Ministerio de Seguridad, para vivir en una Argentina sin narcotráfico, todos los días se llevan a cabo tareas investigativas y controles.
Cada proceso de investigación tiene un comienzo pero -hasta que no se va avanzando- se desconoce cuándo y cómo finalizará.
Si seguimos hablando de Clorinda, es necesario señalar que las rutas nacionales 86 y 11 son los principales objetivos de control, pero además de realizar operativos fijos allí, también hay algunos en otros lugares como zonas urbanizadas, donde los narcotraficantes no esperan encontrar a nadie.
Fue el caso de un sujeto que el pasado 6 de marzo evitó las rutas nacionales, pero no sabía que lo estaban esperando en dirección al Barrio 1° de mayo, donde seguramente se realizaría el acopio de la droga para luego transportarla a pie o caballo hasta perder de vista el peligro de detención.
Al ver el auto, los gendarmes lo rodearon con sus motos e hicieron descender a su ocupante, quien por supuesto se mostró nervioso pero no opuso resistencia.
En el asiento trasero había varios paquetes embalados con cinta plástica marrón y cubiertos con sábanas negras. Como llovía, se trasladó al auto y al detenido a la sede del escuadrón, donde se practicaron las pruebas habituales y el pesaje de la droga.
El resultado fue positivo: la incautación de 154 kilos de marihuana, en lo que se dio en llamar "Operativo Cajas narcos".
Este es tan sólo uno de los casos que suceden todos los días, sin descanso de los narcotraficantes y mucho menos, de las Fuerzas que combaten este flagelo que afecta a quienes viven en nuestro país, desde los más pequeños hasta los adultos.
Pero ¿cómo se realizan estos operativos? ¿Cómo se preparan los gendarmes? ¿Con qué situaciones se encuentran?
En Clorinda, por ejemplo, los controles que se realizan en general tienen como resultado la incautación de drogas que llegan desde Paraguay, por su cercanía con la frontera.
Los lugares más habituales donde se traslada la mercancía son: en los autos que se modifican con un doble fondo, en la bodega de los micros o también en paquetes pegados al cuerpo.
En cada control hay entre 4 y 6 gendarmes. En algunas ocasiones, apoya personal de antinarcóticos pero sólo con observación y de civil, ubicado en posiciones estratégicas.
Entre los agentes siempre hay uno o dos recién recibidos, que se enfrentan por primera vez a la posible detención de narcotraficantes. El nerviosismo muchas veces se apodera de ellos, pero sus compañeros saben contenerlos. El trabajo en equipo es fundamental.
Una vez que se detiene a una persona, si el caso está relacionado con estupefacientes, se lo lleva al destacamento de Gendarmería.
Así transcurren los días en Clorinda, entre incautaciones de narcóticos y la mejor voluntad para resolver todas las situaciones que se presentan, hasta tanto la Justicia tome la posta de cada caso y pase a sus manos.
LA RUTA DEL NEA
Desde la asunción de Patricia Bullrich como ministra de seguridad, el objetivo es claro: secuestrar y quemar toda la droga que transita por nuestro país.
Para ello, gendarmes, policías y oficiales de prefectura y seguridad aeroportuaria están atentos a cada movimiento extraño. Y poniéndose en acción, todos los días son protagonistas de diferentes operativos con resultados positivos.
De norte a sur y de este a oeste de toda nuestra nación, los narcotraficantes intentan evadir controles y llegar a destino con toda clase de drogas.
El noreste de nuestro país se caracteriza por ser zona de traslado sobre todo, de marihuana. Pero las fuerzas federales dan pelea permanente; así es como se realizaron muchos operativos, entre los cuales podemos citar algunos, una ínfima cantidad de todos los ya llevados a cabo, sólo a modo de ejemplo para ir teniendo una noción del volumen de drogas que se sacan diariamente de circulación, evitando que lleguen a manos de los potenciales consumidores:
**6 de diciembre de 2016: se incautaron 5173 kilos de marihuana en el kilómetro 925 de la Ruta Nacional 14 en Misiones. Hubo 4 detenidos.
**7 de noviembre de 2017: se incautaron 107 kilos de marihuana en el kilómetro 11.5 de la Ruta Nacional 16 en Chaco. Hubo 3 detenidos.
**23 de noviembre de 2017: se incautaron 5201 kilos de marihuana en el kilómetro 536 de la Ruta Nacional 14 en Corrientes. Hubo 1 detenido.
**26 de diciembre de 2017: se incautaron 84 kilos de marihuana en la Ruta Nacional 12 de Corrientes. Hubo 1 detenido.
**19 de enero de 2018: se incautaron 270 kilos de marihuana en kilómetro 1160 de la Ruta Nacional 11 en Formosa. Hubo 1 detenido.
**8 de febrero de 2018: se incautaron 100 kilos de marihuana en la Ruta Provincial 5 de Formosa
Si uno colocara las drogas que se secuestran en sólo un mes -más las armas, el dinero y los vehículos que acompañan todo el circuito delictivo- es probable que se pueda llenar una cancha de fútbol. O varias.
La dimensión en volumen y tamaño de los estupefacientes que las Fuerzas incautan es enorme. Y siguen trabajando sin pausa. Con verdadera vocación de servicio, siempre pensando en cuidar a los ciudadanos y haciendo, para todos, una Argentina más segura y sin narcotráfico.