Discurso del Ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas en la 27ª Conferencia Industrial
La economía argentina se está recuperando más rápido de lo que se esperaba. La industria ha sido fundamental en esa recuperación de la economía y de la inversión.
Sr. Presidente de la Unión Industrial Argentina Daniel Funes de Rioja.
Sra. Presidenta Joven de la 27ª Conferencia Industrial María Furtado.
Sr. Presidente de la 27ª Conferencia Industrial Luis Tendlarz.
Sr. Vicepresidente de la UIA Guillermo Moretti.
Sres. y sras. Industriales.
Sras y Señores.
La economía argentina se está recuperando más rápido de lo que se esperaba. De acuerdo al INDEC, en septiembre tuvimos el nivel de actividad más alto en más de tres años, produciendo 4,7% por encima de septiembre de 2019 y 2,6% por encima de septiembre de 2018. Algunos organismos internacionales pronosticaban que recién en 2026 íbamos a alcanzar el PBI de la prepandemia y ya lo hemos alcanzado en este año 2021. También se recuperó con fuerza la inversión, que supera en 13% los niveles de 2019.
La industria ha sido fundamental en esa recuperación de la economía y de la inversión. En lo que va de 2021, la industria creció 6% contra 2019. Es una de las recuperaciones industriales más rápidas del mundo comparando contra 2019, por detrás de China (+13,4%), pero por encima de Brasil (0,0%), Chile (+2,0%), España (-3,2%), Francia (-5,8%), Italia (-1,1%), India (-2,5%), México (-2,9%), Alemania (-6,7%), Estados Unidos (-1,3%) y Japón (- 6,0%).
El 62% de los sectores industriales está produciendo más que en 2019. Este desempeño contrasta con lo ocurrido entre 2015 y 2019, cuando Argentina sufrió una caída del PBI industrial per cápita superior al 17%, por lejos la más profunda dentro de los 50 países más importantes del mundo.
La rápida recuperación reciente explica por qué tenemos hoy 42.000 puestos de trabajo industriales más que a fines de 2019. La mejora es generalizada: 18 de 24 ramas industriales tienen más empleo que a fines de 2019, y 18 de las 24 provincias tienen más empleo industrial que a fines de 2019.
Llevamos más de un año seguido creando empleo industrial formal, y revertimos la tendencia del período de gobierno que nos precedió, durante el cual se destruyó empleo industrial en 46 de 48 meses en que gobernaron.
La recuperación industrial tuvo lugar en la amplia mayoría de sectores. El sector de alimentos y bebidas está coronando un año récord en producción, igualando el pico previo de 2015. En algunos segmentos dentro de este sector, tales como cervezas, proteínas animales, alimentos para animales o productos de molinería, el empleo formal es hoy el más alto en por lo menos 25 años.
La industria de maquinaria agrícola está teniendo el mejor año en lo que va del siglo XXI, y tiene hoy el mayor nivel de empleo formal en 8 años.
La industria automotriz se recupera y supera en 31% los niveles de producción de 2019.
La industria del calzado viene teniendo una veloz recuperación en 2021 y en septiembre anotó el mejor nivel en 5 años.
La foresto-industria también está teniendo el mejor año de los últimos cinco.
La industria farmacéutica superó los 40.000 puestos de trabajo formales y está en su máximo histórico.
La producción de vidrio está en el mayor nivel en cinco años, y la de ladrillos en el mejor año en al menos una década.
La fabricación de electrodomésticos es la mayor de los últimos cuatro años.
La fuerte recuperación industrial no fue producto del azar. Hemos recuperado la política productiva. En 2019 se habían gastado apenas $7.519 millones en políticas productivas. Este año estamos terminando de ejecutar un presupuesto de $140.000 millones, destinados a más de 150 programas de desarrollo productivo, entre los que se incluyen más de 20 líneas de financiamiento a tasas accesibles, dirigido fundamentalmente a las PYMES, programas de desarrollo de proveedores locales, estímulos para la economía del conocimiento, parques industriales, desarrollo exportador y varias decenas de medidas adicionales.
Muchas de ellas incorporan, por primera vez en el campo de las políticas productivas, la perspectiva de género. Esta perspectiva es fundamental dadas las grandes desigualdades que existen entre varones y mujeres. En la industria hay muchísimo por mejorar, ya que es el sector con la mayor brecha salarial de género de toda la estructura productiva. Apenas el 10% de las firmas industriales está manejada por mujeres, y esa cifra apenas roza el 5% en las grandes empresas industriales.
La importancia de la industria
Decíamos que hemos implementado más de 150 programas de desarrollo productivo, es decir, hemos recuperado la política productiva. Y hemos recuperado la política productiva porque nuestra visión es, al igual que la de ustedes, que sin industria no hay Nación.
La industria paga salarios 17% más elevados a los del promedio que abona el sector privado. La tasa de formalidad del empleo asalariado es notoriamente más alta que en la media del sector privado (69% contra 60%). La productividad industrial es 54% más alta que la media de la economía argentina.
Además la industria explica más de dos tercios de las exportaciones argentinas. Y es una gran herramienta de desarrollo territorial y con un gran potencial para la movilidad social ascendente y la inclusión social. Pero para que dicho potencial sea una realidad, es fundamental que la industria, además de producir más, cree cada vez más puestos de trabajo formales e incremente el poder adquisitivo de sus trabajadores y trabajadoras año tras año. No duden en acelerar la recomposición salarial: significará más demanda en el mercado interno y progreso social para argentinas y argentinos.
Otro punto adicional y fundamental sobre la industria argentina es su contribución al dinamismo científico y tecnológico. Al igual que en muchos países, la industria explica más de la mitad de la inversión en investigación y desarrollo empresaria en Argentina. Este rol estratégico en materia tecnológica y de innovación es el que explica por qué, como leí hace un tiempo en un artículo, “la industria ha salido del cajón del olvido” en los decisores de políticas públicas de los países desarrollados.
En efecto, luego de un período en donde el dogma, al menos a nivel discursivo, era que “la mejor política industrial consiste en no tener política industrial”, el mundo ha vuelto a poner a la industria y a la política industrial en el corazón de las políticas productivas. China, Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido y una multiplicidad de países han elaborado en los últimos tiempos estrategias de desarrollo productivo en donde la industria tiene un rol protagónico, en ejes como industria 4.0, movilidad sustentable, transición energética, robótica y muchas más.
Por eso los invitamos a salir definitivamente del dogma anti industrial y adentrarnos en los enormes desafíos que tenemos para desarrollar nuestra industria y adoptar los desafíos del siglo XXI.
Mercado interno y mercado externo
En un país donde la grieta está siempre presente, suele pensarse al desarrollo del mercado interno y al de las exportaciones como antinomias. Hay quienes dicen que hay que apostar con todo al mercado externo sin mayores consideraciones por el mercado interno. Y también están quienes creen que exportar no es un objetivo tan prioritario y que la prioridad absoluta debe ser el mercado interno.
Se trata de una falsa antinomia, otra grieta que nos divide y nubla nuestro pensamiento.
Ambos desarrollos son fundamentales. Que crezca el mercado interno a partir de la mejora salarial, de la creación de puestos de trabajo y de la inclusión social es fundamental, no solo para elevar el nivel de vida de nuestra población, sino también porque el mercado interno es el lugar en donde las empresas aprenden a producir mejor y en muchos casos es en donde van ganando una escala que les permite luego salir a exportar. No es casualidad que los primeros destinos a los cuales una empresa industrial exporta por primera vez sean mercados similares al nuestro, como Uruguay y Chile y, en Europa, España e Italia.
La experiencia histórica, tanto de Argentina como de otros países, muestra que es muy frecuente que una precondición para la salida exportadora es haber crecido en el mercado interno. Un ejemplo concreto: a principios de los años 60 apenas el 3% de nuestras exportaciones eran manufacturas de origen industrial. Para mediados de los 70, y en la medida en que había evolucionado el aprendizaje tecnológico derivado de la sustitución de importaciones, múltiples empresas industriales argentinas comenzaron a exportar y las manufacturas de origen industrial alcanzaron el 25% del total de nuestras exportaciones.
Algunas de nuestras principales empresas industriales nacionales hoy exportadoras, como Arcor o Siderca, fueron durante mucho tiempo empresas que crecieron al calor del mercado interno y que luego se internacionalizaron.
Ahora bien, con el mercado interno solo no alcanza. Y es aquí donde la exportación se vuelve fundamental, por varias razones. En primer lugar, porque exportar más nos da las divisas necesarias para financiar las importaciones que muchas empresas industriales centradas en el mercado interno necesitan.
Exportar más es condición para que los salarios suban de forma sostenible, ya que más salario es más consumo, más consumo es más producción industrial, y más producción industrial es más insumos importados. Argentina tiene poco más de 10.000 firmas exportadoras de bienes y servicios en las que trabajan casi 2 millones de personas, alrededor del 10% de la población ocupada del país. Ahora bien, que esas empresas exporten más (y que otras empiecen a exportar) es fundamental para los salarios del 90% restante, ya que si no suben exportaciones la moneda se devalúa, la inflación se acelera, el poder adquisitivo se deteriora y, con ello, el mercado interno y la producción industrial centrada en él también lo hacen.
Pero además de la cuestión de las divisas, las exportaciones tienen otras virtudes. Exportar más genera más escala, lo cual permite abaratar costos unitarios para las empresas y de ese modo elevar la productividad y la eficiencia. Exportar más expone a las empresas a otros mercados, con otros marcos regulatorios y otras preferencias de los consumidores, todo lo cual es un desafío que, si se logra sortear con éxito, redunda en aprendizajes para las firmas y en construcción de capacidades.
Exportar más redunda en mayores salarios en las propias empresas exportadoras: según un estudio reciente del Centro de Estudios para la Producción de nuestro Ministerio, las empresas exportadoras pagan salarios 30% mayores que las no exportadoras, posiblemente por una combinación de varios de los factores ants mencionados.
El mayor período de movilidad social ascendente de las últimas cuatro décadas, el que tuvo lugar entre 2003 y 2011, fue de expansión simultánea del mercado interno y del mercado externo. En ese período, nuestras exportaciones de bienes y servicios pasaron de 30.000 millones de dólares a casi 100.000 millones de dólares. Todo eso fue condición de posibilidad para que la pobreza bajara 40 puntos porcentuales, el salario real subiera como no lo había hecho en décadas y para que se crearan 200.000 empresas nuevas en la economía, la mayoría de ellas destinada al mercado interno.
Cuando ese auge exportador se frenó y la restricción externa resurgió, ese círculo virtuoso de mayor empresarialidad, mayores salarios, mayor empleo, mayor crecimiento y menor pobreza entró en problemas. El gobierno anterior intentó compensar la falta de divisas apelando al endeudamiento externo: la bonanza duró solo un año (2017), y después estalló la peor crisis económica desde el año 2001.
En nuestro ministerio nos guía la premisa de fomentar tanto el mercado interno como el mercado externo. Una parte relevante de nuestra mejora industrial es que hemos sustituido importaciones. Pongo algunos ejemplos: el porcentaje de patentamientos de automóviles nacionales era de apenas el 27% cuando iniciamos nuestra gestión en diciembre de 2019; hoy es del 54%, el doble que hace dos años y el mayor en al menos una década.
En maquinaria agrícola, vial e industrial el 46% de los patentamientos correspondían a producidos en el país en 2019; hoy esa cifra es del 62%. Cosas similares pueden decirse de los electrodomésticos, los juguetes o el calzado, en donde la fuerte suba de la producción local ocurrió porque se logró incrementar la participación de mercado de los productos nacionales.
Vemos que hay parte de la opinión pública que defenestra el término “sustitución de importaciones”: pero la verdad es que eso es básicamente desconocer la historia de prácticamente todas las experiencias de desarrollo. ¿Cuántas grandes empresas industriales mundiales nacieron exportando? En general, la experiencia indica que centraron primero sus ventas en sus mercados locales y luego se internacionalizaron. Y el mundo hoy sigue sin utilizar ese término, apelando a políticas de promoción de la producción local: si eso no fuera así, ¿cómo se explica la multiplicidad de nuevas iniciativas de política industrial en los países desarrollados?
A la vez, tenemos un compromiso total con el objetivo de exportar más. Se dice que somos un gobierno antiexportador, pero lo cierto es que este año estamos con los mayores niveles de exportaciones desde 2013. Y eso no es solo efecto del aumento de los precios internacionales, sino también del crecimiento de las cantidades exportadas. El año 2021 es uno de los mejores de la última década en cantidades exportadas. Por supuesto que la reactivación de la economía global incide en ello, pero también empiezan a dar resultado algunas de las políticas que hemos implementado desde el inicio de nuestra gestión.
Pusimos en marcha una diversidad de líneas de crédito para financiamiento de exportaciones, también capacitaciones, asistencias técnicas y programas de fomento de la competitividad (los PAC) a PyMEs para ayudarlas a que puedan exportar. Hoy el 98% de las partidas arancelarias, equivalentes a alrededor del 70% del monto exportado, tiene menos derechos de exportación que cuando el gobierno anterior las reinstauró en 2018. Rediseñamos el esquema de retenciones y reintegros para incentivar la agregación de valor: hoy los bienes finales pagan 0% de retenciones y tienen un piso de 7% para reintegros. Las PyMEs industriales que exporten pagan 0% de retenciones en los primeros 500.000 dólares.
En la industria automotriz implementamos un esquema de retenciones mediante el cual las empresas pagan 0% de derechos de exportación por aquellas ventas externas adicionales respecto a 2020. Esta industria es quizá la que mejor muestra las virtudes de combinar sustitución de importaciones y promoción de exportaciones. En 2021, la producción es 31% más alta que en 2019, los patentamientos nacionales subieron notoriamente dentro del total y, además, las exportaciones subieron 16% contra 2019. Todo esto lo hicimos trabajando en un plan articulado y consensuado en una mesa junto a las terminales automotrices, las autopartistas y los sindicatos. Un éxito de diálogo social para aumentar la producción nacional, la integración productiva, el empleo y las exportaciones.
Y todavía escuchamos voces que dicen que no es posible lograr cosas positivas a través del diálogo constructivo.
Sostenibilidad ambiental
Está claro que para crear puestos de trabajo y disminuir sosteniblemente la pobreza necesitamos producir más. Pero cada punto adicional de producto tiene impactos ambientales: consumimos más energía, requerimos más materiales, producimos más desperdicios. Por eso es fundamental que el proceso de crecimiento sea no solo con sostenibilidad macroeconómica, sino también con sostenibilidad ambiental. Nuestra industria puede y debe ser parte de la solución ante este desafío.
El mundo está yendo en esa dirección, y es fundamental que nuestra industria se acople. No solo por un imperativo moral -que el mundo de las próximas generaciones sea más vivible que el mundo actual- sino también desde la racionalidad económica. Las empresas que no mejoren sus prácticas ambientales correrán el riesgo de perder mercados de exportación o ser penalizadas por consumidores y consumidoras cada vez más conscientes en términos ambientales.
Desde el Ministerio venimos impulsando con fuerza el desarrollo productivo verde, esto es, la búsqueda simultánea del bienestar social, la estabilidad macroeconómica y la sostenibilidad ambiental. Creemos que Argentina puede y tiene que ser protagonista del desarrollo productivo verde, el cual, ofrecerá grandes oportunidades para nuestra industria. Elaboramos el proyecto de ley para el fomento de la movilidad sustentable, para favorecer la producción local de vehículos eléctricos, como autos, pickups, buses, motos o bicicletas por ejemplo.
Hemos dado un gran paso en el desarrollo del hidrógeno verde, con el anuncio de inversión de la empresa australiana Fortescue de 8.400 millones de dólares, para producir lo que será uno de los combustibles del futuro en la provincia de Río Negro. Ese proyecto será una oportunidad histórica para el desarrollo de proveedores asociados, cientos de industrias se beneficiarán y seguiremos poniendo en valor nuestra industria de bienes de capital y servicios de ingeniería. Rescatamos a la empresa IMPSA de la quiebra, una de nuestras joyas tecnológicas industriales, y con ello tendremos capacidades nacionales para fabricar molinos eólicos o tecnología para represas hidroeléctricas y la industria nuclear.
También pusimos en marcha iniciativas con financiamiento para el fomento de la economía circular, o para ayudar a más de 3.000 PyMEs industriales a mejorar sus procesos productivos en materia ambiental a través del Programa PyMEs verdes.
Tenemos por delante el debate de una Ley de Envases, otro cambio estructural muy importante, que tal vez requiera más tiempo de discusión e intercambio para estructurar consensos, pero que es fundamental para avanzar en los desafíos de la economía circular, el reciclamiento y el aprovechamiento de materiales y la inclusión social.
Que quede bien claro: el camino hacia la sostenibilidad ambiental requiere de la transformación industrial, pero en ese cambio hay oportunidades para la mejora de procesos, para la eficiencia energética o para producir nuevos bienes y servicios acorde a los tiempos que vendrán. Y el Estado será un socio clave de la industria para lograr tal objetivo, apoyándola en lo que haga falta para acelerar dicha transición.
El peronismo
Solemos escuchar que somos un gobierno anti mercado o anti empresa. Algunos, desorientados, conceptualizan al peronismo a partir de una frase de nuestra popular Marcha Peronista. Sí, hemos sido históricamente una fuerza política que ha combatido y combate los excesos del capital, que trabaja por el desarrollo de un capitalismo productivo, inclusivo, armonioso y destinado al progreso social de las grandes mayorías.
Nos ubicamos bien lejos del capitalismo financiero especulativo y también estamos muy lejos de prédicas anti capitalistas y anti empresas. Somos una fuerza centrada en la producción y el trabajo que busca incansablemente un gran acuerdo entre los sectores de la producción y el trabajo para sacar al país adelante.
El peronismo nació como una fuerza modernizadora que instauró los derechos de la clase trabajadora e impulsó, como no se había hecho hasta entonces, el desarrollo industrial, particularmente en complejos estratégicos como la siderurgia, la metalmecánica, la aeronáutica y la energía nuclear. Hoy nos toca asumir los desafíos del siglo XXI: la industria 4.0, la industria del software, hoy en su etapa superadora con la Ley de Economía del Conocimiento, la electromovilidad, el hidrógeno verde, las cadenas de valor en torno a los recursos naturales y los nuevos desafíos de la industrialización del siglo XXI, en tiempos de pandemia, con cadenas internacionales de suministro en crisis y nuevas oportunidades de industrialización. Una vez más, trabajando para generar más empleos, mejores salarios, más inclusión social y asumiendo los desafíos de los empleos del presente y los empleos del futuro.
Lo vamos a hacer con todos ustedes y con las nuevas generaciones industriales que vemos en esta UIA Joven que comienza a ganar cada vez más lugar.
Lo vamos a hacer con las miles de PYMES y cooperativas que hoy protagonizan esta reactivación.
Lo vamos a hacer con los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones, con los sectores de la ciencia y la tecnología nacional.
Vamos a transformar esta reactivación en crecimiento y a este crecimiento en desarrollo económico con inclusión social para mejorar año a año el bienestar de cada uno de los habitantes de este querido país.
Muchas gracias.